Como si fuera un juego del destino, Diego Cocca se despedirá del banco de Racing ante Independiente. Esta vez no habrá dilema entre ganar el torneo o ganar el clásico, como él mismo planteó en una conferencia de prensa que le trajo muchos dolores de cabeza. Ahora, la mismísima serie ante el Rojo implicará un premio mayor: la clasificación a la Copa Libertadores. En ese aspecto, podría ser una despedida redentora.
Para lograr llegar hasta aquí, Racing tuvo que lidiar contra un Estudiantes que, sin hacer demasiado, lo terminó acorralando. Hubo una jugada, en el minuto inicial, que anunció lo que iba a suceder en todo el partido: Pereira, que 72 horas antes iba y venía en el partido de Uruguay, avanzó por izquierda y se encontró con Cerro. Pitana vio falta –que no fue– y encima le sacó la amarilla, lo que generó discusiones y enojos. Así, entre la fricción, los desaciertos arbitrales y algo de juego se desarrolló el juego.
Sin demasiadas asociaciones, la jugada que marcó el partido se produjo, precisamente, por una perla unipersonal de Marcos Acuña, que trazó una diagonal de izquierda a derecha y sacó un remate soñado que se clavó en el ángulo del arco de Navarro. Golazo de Racing, que sin hacer casi nada ya estaba en ventaja y homologando la presunta diferencia entre un equipo y otro que evidenció la tabla de posiciones.
Con el resultado a favor, Racing pareció soltarse. No porque construyó juego, pero sí porque solidificó una defensa que casi no sufría contratiempos: ni Auzqui ni Cerutti –siempre muy solos y desconectados– podían arrimarse al arco de Saja.
Acuña dio la primera muestra de todo lo bueno que tenía preparado para el segundo tiempo. El ex Ferro se adueñó del lateral izquierdo del campo. En ataque y en defensa. A los 15, amagó y tiró un centro exquisito que conectó Lollo para poner el 2-0. Pero Acuña también ayudó abajo, cuando se sumaba a la marca.
Si las fricciones arrancaron en el minuto uno, lo que pasó en el complemento no sorprendió a nadie: Pitana le sacó la roja a Jara y a Milito. Con el último, el árbitro fue desmedido: vio una plancha que no merecía esa sanción. Y la exageración, por más de que no cambiaba el desarrollo, sí cambió el futuro: Racing no tendrá a su ídolo en el primer partido contra Independiente. Después, Mendoza descontó, quizás para recordarles a los hinchas de Racing que la victoria, como siempre sucede con ellos, no podía concretarse sin una mínima dosis de sufrimiento.