Los cultores de los resultados por encima de las formas dirán que todos los goles valen uno. Los que se consiguen de casualidad, los que se convierten por una viveza de un jugador o por la torpeza de un rival o como resultado del juego en equipo y los toques. No les falta razón.
Pero a la hora de elegir, el futbolero siempre va a preferir que el gol sea una consecuencia del buen juego. ¿Y qué es el buen juego? Muy sencillo: miren los goles de la selección argentina ante Polonia por la tercera fecha del Grupo C del Mundial de Qatar 2022.
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Hay que mirar la jugada completa, no los habituales compactos de goles que sesuelen televisar, mostrando sólo el final de la jugada y el gol. Porque en la euforia de ver ganar a la Selección Argentina, muchos nos quedamos con la conversión y no con la jugada previa. Y la jugada previa, de ambos goles, fue extraordinaria, tanto como el hecho de que los dos goles hayan sido marcados en un lapso de apenas 22 minutos, en un partido donde la selección argentina borró de la cancha a Polonia.
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Es que más allá del partido puntual, de la clasificación, que finalmente fue ganando el grupo, tras la sorpresiva derrota en el debut ante Arabia Saudita, los goles que convirtió la Scaloneta van a ser recordados por décadas, y ojalá, por el bien del viejo y querido fútbol argentino, muchas veces emulados.
¿Antecedentes? Sí seguro, cada hincha de fútbol recordará alguno, pero claro, en un mundial es otra cosa. Quizá el más recordado sea el primero de los Países Bajos en la final contra Alemania Occidental en el mundial de 1974. La “Naranja mecánica” lo hizo. Le tocó mover en aquel partido disputado en Münich y se puso a tocar la pelota de un lado a otro de la cancha, hasta que metió un cambio de ritmo, pisó el área rival y le cometieron penal después de 41 pases, que Johann Cruyff convirtió en gol, sin que ningún jugador alemán pudiera tocar la pelota.
Otro gran ejemplo de posesión, palabrita muy de moda pero denostada por los cultores del “resultadismo”, como si no fuera el mejor recurso posible para buscar el mejor resultado: convertir y que no te conviertan, fue el gol de Esteban Cambiasso ante Serbia y Montenegro en el Mundial de Alemania 2006. Fue el segundo tanto de seis de la selección argentina, que tenía a un debutante en mundiales, Lio Messi y al maestro José Pekerman como director técnico.
En el partido con Polonia de este miércoles 30 de noviembre, los muchachos de Scaloni lo hicieron, no una sino dos veces. Con paciencia, con convicción, con serenidad, tocaron y tocaron y tocaron para abrir y sorprender una defensa cerrada. Fueron 17 toques el primero, hasta que definió, mordido, Alexis Mac Allister en el toque número 18, para vencer al hasta entonces inexpugnable arquero Wojciech Szczęsny.
El segundo una joya más valiosa todavía. Porque fueron 27 los toques, hasta llegar al gol de Julián Álvarez, que puso cifras definitivas a un partido que debió tener más goles a favor de la Scaloneta. Claro, cómo no mantener la filosofía que les inculcó Pekerman, si Lionel Scaloni, Pablo Aimar y Walter Samuel fueron parte del plantel del seleccionado Sub 20 que ganó el mundial de Malasia 1997.
