A veces ocurre: el equipo más armado, que llega mejor ubicado y tiene todas las fichas para quedarse con el triunfo, termina padeciendo ante un rival de menor jerarquía. Anoche, en el Cilindro, ocurrió eso. Racing trató de hacer las cosas bien, tuvo la pelota y controló el partido, pero se quedó con las manos vacías. Platense la hizo fácil: un centro, un cabezazo de Nicolás Orsini y a cobrar. Ahora, el equipo de Gustavo Costas mira desde afuera cómo el Calamar avanza en los playoff del Torneo Apertura.
Racing había arrancado el Torneo Clausura a los tumbos, pero en el tramo final se acomodó y sumó los triunfos necesarios para clasificar a los playoff sin sobresaltos. Ese envión anímico se reflejó también en la Copa Libertadores: esta semana le ganó 4-0 a Bucaramanga en Colombia.
Apenas habían pasado diez minutos del primer tiempo y Platense avisó: Augusto Lotti cabeceó y dejó parado a Gabriel Arias que, impotente, vio como la pelota se estrellaba en su palo derecho. Fue un aviso de una de las máximas del fútbol: no todos los equipos que controlan los partidos los ganan.
Racing tuvo la pelota y controló el juego como quiso. Arrinconó al Calamar y generó las situaciones más claras. Lo tuvieron Maravilla Martínez, Maxi Salas y Santiago Solari, pero chocaron con el arquero Juan Cozzani. Mientras aguantaba atrás, Platense se animó con algún contragolpe salvador. Uno fue con suspenso: a los 39 minutos Ronaldo Martínez definió a un rincón pero el árbitro lo anuló por posición fuera de juego a instancias del VAR.
El segundo tiempo fue un calco del primero. El equipo de Gustavo Costas tomó la iniciativa en todo momento, pero le faltó claridad para concretar. Se quedó en las buenas intenciones. Hasta que cuando faltaban diez minutos para que terminara el partido una de esas jugadas fuera de contexto le dieron el triunfo a Platense, que a fuerza de sacrificio ya está en cuartos de final del Apertura.
Lo que restó del partido fue pura tensión. El Calamar tuvo una chance de concretar el 2-0, pero Arias salvó su arco. Y las réplicas de La Academia estuvieron sostenidas en el nerviosismo. No había tiempo para tener paciencia. Por eso, el que festejó fue el visitante.
A veces ocurre: el chico se le anima al grande, se le planta y sale airoso. Entre otras cuestiones, el fútbol es maravilloso por eso. Si no, que lo digan los hinchas de Platense.
