DEPORTES
Violencia en el ftbol

Por la seguridad, los clubes deben pagar $38 por cada policía

Los incidentes recrudecieron y la cantidad de efectivos se triplicó. En algunos casos, llegó a un vigilante por espectador. Los operativos terminan en fracaso, pero la violencia garantiza el pago de horas extras a la Policía.

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Treinta y ocho pesos. Eso es lo que cuesta un efectivo policial en cada partido de fútbol. En un fin de semana, los oficiales pueden llegar a ganar 76 pesos. En un mes, más de trescientos. Todo por aguantar tres horas extras con un palo y un escudo, sin otras armas, frente a un público cada vez más violento.

Algunos dirán que los policías se juegan la vida en cada partido, y que ningún ser humano tiene precio. Ahí está el error: se paga seguridad. La palabra mágica que, aunque todos los funcionarios se devanen los sesos, sigue sin aparecer cuando la pelota empieza a rodar.

¿A quién le conviene la violencia? Una respuesta posible, si se tiene en cuenta la necesidad de hacer “adicionales” de los uniformados siempre mal valorados y peor pagos, pues la violencia o su potencial presencia le conviene a los jefes policiales.

Desde que recrudeció la ola de incidentes en los partidos, el número de efectivos que solicitan los clubes para hacer frente a la inseguridad de cada domingo se duplicó. Y en algunos casos, se multiplicó por tres. ¿Qué razones argumentan? Que si no les dan el número que solicitan, “no pueden brindar seguridad suficiente para garantizar el desarrollo de los partidos”. Lástima que en el fútbol, como en la vida, cantidad no implica calidad.

El partido del sábado pasado entre Excursionistas y Colegiales bien sirve como muestra: 170 efectivos –6.460 pesos- para ¿resguardar? a 1600 personas. O sea, un vigilante casi cada nueve espectadores. La media excedió, incluso al River-Boca, con 1600 efectivos para 60.000 hinchas (un policía cada 375 espectadores). Sin embargo, algo falló. Y el jefe del operativo –casualmente, el mismo del Superclásico, subcomisario Alfredo Clarke- debió irrumpir en el vestuario del árbitro con cara de circunstancia: “No puedo garantizar la seguridad para el normal desarrollo del partido”, le dijo. El encuentro se suspendió, pese a tener una densidad de policías por espectador 41 veces mayor que la del Boca–River.

Para los jefes policiales, la violencia en el fútbol garantiza el pago de horas extras. Además, la AFA ha dispuesto un subsidio para los clubes del ascenso: en Primera C, por ejemplo, asciende a 15.000 pesos. Cada fin de semana, en promedio, los diez partidos tienen 50 policías. La cuenta es fácil: sólo la Primera C gasta 20.000 pesos en seguridad. Que no tiene.

Como si fuera poco, la Bonaerense y la Federal pueden darse algunos lujos: fijar de manera unilateral el precio de cada “oficial especial” en una cancha de fútbol. Los clubes tienen derecho al pataleo, pero el número es irrevocable. Y siempre terminan pagando. Aunque cada fin de semana haya más operativos que terminen en fracaso.

(*) periodista de la revista NOTICIAS