El triunfo por penales ante Tigre fue mucho más que un boleto a semifinales para Racing. Fue, sobre todo, una radiografía del presente del equipo de Gustavo Costas. Si antes la Academia ganaba por la contundencia ofensiva y las apariciones goleadoras de “Maravilla” Martínez, hoy su sostén está en otro lado: en las atajadas de Gastón “Cambeses” y en un bloque defensivo que se volvió el pilar del proceso.
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El arquero volvió a ser determinante, ratificando un nivel extraordinario que lo llevó a ocupar las portadas de todos los diarios. Pero su actuación no es un hecho aislado: detrás de él, Costas ensambló una defensa que vive un momento superlativo. García Basso, recuperado tras un ciclo atravesado por lesiones, se afianzó como un central de jerarquía y seguridad. A su lado, Nazareno Colombo consolidó una regularidad que hace un año parecía lejana, dejando atrás la irregularidad que lo complicaba.
Incluso los relevos responden. Marco Di Cesare, que ya dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad, mostró firmeza cuando le tocó entrar. Facundo Mura disputa cada partido con la presión de un puesto siempre observado. Y en el lateral izquierdo, Rojas sostiene un nivel tan alto que lo ubica entre los mejores del fútbol argentino.
El problema, admitido por todos, aparece más adelante. Racing ya no golea ni domina como antes. De hecho, convirtió apenas cuatro goles en sus últimos 16 partidos: tres a River y uno a Flamengo. Pero la contracara es impactante: en 13 de sus últimos duelos del fútbol local no recibió goles. La fortaleza está clara. El alma del equipo se construyó de mitad de cancha hacia atrás.
La estructura defensiva no solo resguarda, también se anima. Los defensores tocan y pasan, rompen líneas, se suman al ataque. Pero ese atrevimiento también tiene riesgos. Cuando Russo o Romero de Tigre lograban una buena acción, quedaban mano a mano, caminando por la cornisa. Racing lo acepta porque cree que siempre va a caer del lado seguro, confiado en su estructura, en su fe, en su valentía.
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Costas lo sabe: hoy su equipo no brilla por arriba, donde Solari es el más filoso y Vergara alterna destellos con baches. Hoy Racing gana desde el fondo. Gana porque su arquero es figura. Porque sus defensores juegan con jerarquía y carácter. Porque construyó un muro y lo acompaña con convicción.Y con ese sello propio, Racing se planta en semifinales para enfrentar lo que viene.
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