Si River cumple con los dos compromisos que le quedan, lograra su campeonato número 33, afianzándose así como el equipo más ganador a nivel local y cortando una racha de 4 años de sequía. Será un título que mezcla polémica por declaraciones fuera de lugar con problemas internos y un equipo que, si bien nunca terminó de amoldarse del todo, propuso una generosidad ofensiva bienvenida en épocas de vacas flacas.
No hace mucho Ahumada salía a criticar la actitud de los hinchas, Carrizo echaba por tierra las ganas de jugar por la camiseta mientras que Tinelli y Ramón se reían de Simeone y lo bailaban por un sueño. Las banderas contra los jugadores acusados de mercenarios, el supuesto boicot contra Ortega y las risas de propios y extraños porque a un tal Aguilar se le ocurrió decir que River era Aruba también era parte del folklore riverplatense 2008.
De cielo negro con altas probabilidades de tormenta a unos rayitos de sol que comenzaban a asomar cuando San Lorenzo, el odiado San Lorenzo, pasó de un show de sonrisas a un cabaret regenteado por un riojano, que había perdido la banca de un comisario Cabezón y empezaba a mostrar las miserias que venía guardando bajo la alfombra. Y si la resistencia de Boca claudica en el Maracaná, un arco iris radiante se posará sobre Nuñez.
Quizás los insultos, el maíz y las quejas queden atrás cuando el camión de bomberos lleve a los campeones por la pista de atletismo al grito de "dale campeón". Simeone hará doblete y las cargadas por sus problemas maritales mutarán en las chances que el Cholo debe tener en la selección. Se cargará al eterno rival y se le refregará en la cara la amplia diferencia en torneos locales.
Y aunque no se tenga la tranquilidad isleña de Aruba, un veranito en las concurridas playas argentinas no vendrá nada mal para el mundo riverplatense.
*Editor de Valechumbar.com.