Con dos goles de Mauro Obolo y otros de Pablo Mouche y Santiago Raymonda, más la eficacia colectiva habitual, Arsenal goleó 4-0 a Nueva Chicago en el Estadio República de Mataderos, sumó así su tercera victoria consecutiva y sigue en la cima del torneo Clausura con puntaje y funcionamiento ideal.
Obolo logró sus goles uno en cada tiempo, el primero al aprovechar un centro hacia atrás de Cristian Llama y el otro, al recoger un rebote que dio Carlos Navarro Montoya, el arquero que está por cumplir 41 años. Las otras conquistas las aportaron el debutante Pablo Mouche, desde el segundo palo, y Santiago Raymonda, al sorprenderlo adelantado al guardavalla con un exquisito remate desde fuera del área grande.
El equipo de Gustavo Alfaro se siente seguro de sus fuerzas, convencido de su capacidad, confiable en el fondo, equilibrado en la mitad de la cancha, dinámico y productivo por los costados y contundente arriba.
Mientras Arsenal realizó una producción como para aplaudirla de pie a Chicaco le ocurrió precisamente lo contrio, porque cometió errores en todas las líneas y da la impresión de haber perdido el rumbo, de jugar sin saber dónde esta parado.
El conjunto de Sarandí trituró a su adversario al que abrió por las bandas con las peligrosas proyecciones de Carlos Garnier y Cristian Llama. Los visitantes siempre se movieron mejor en el campo de juego, antes y, claro, con mayor facilidad, luego de la expulsión por irresponsable de Facundo Talín, el mediocampista que agredió a Garnier, a los 39 minutos del primer tiempo.
En la segunda parte Arsenal prácticamente borró del República de Mataderos a Chicago, tanto fue así que el resultado final pudo haber sido todavía más impactante. Los del Sur exhibieron tareas individuales destacadas como las de Garnier, Jorge Ortiz, Andrés San Martín y Llama, es decir los integrantes de lo que suele llamarse el corazón del equipo.
Obolo fue otro que se lució al retrasarse algunos metros para jugar a las espaldas de los volantes contrarios, pero sin olvidarse jamás de la valla del Monto Navarro Montoya. Valdemarín también causó preocupación para la retaguardia verdinegra y cuando entró Raymonda la diferencia de virtudes entre una formación y otra todavía se tornó más evidente.
Arsenal se mostró como si se tratara de una nave lujosa, mientras la imagen que transmitió Chicago fue la de un pobre náufrago.
Fuente: DyN