El fallo tuvo, como todo fallo, dos lecturas. De este lado del Río de la Plata generó un suspiro, un alivio de los que relajan los músculos y suponen un horizonte más claro. Del otro, del lado uruguayo, pasó lo contrario: la prensa y los hinchas se acordaron de Luis Suárez, de su mordida y de sus dientes antiimperialistas, de sus dos años de sanción, pero sobre todo de que Lionel Messi volverá a jugar justo contra ellos: en el Centenario de Montevideo, el 31 de agosto. El día en que una selección puede quedar afuera y otra adentro del Mundial de Rusia.
Argentina, Uruguay y el resto del mundo habló –o escribió– ayer sobre el comunicado con el que la Comisión de Apelación de la FIFA anunció que suspendía las sanciones deportivas y económicas a Lionel Messi por los insultos al juez de línea brasileño, luego del partido contra Chile. Aquella sanción de cuatro partidos que lo había dejado afuera en la derrota contra Bolivia, en La Paz, y que lo iba a dejar afuera de otros tres partidos en las Eliminatorias.
Para el presidente de la AFA, Claudio Tapia, el anuncio de la FIFA fue una caricia, una buena manera de festejar su primer mes sentado en el sillón presidencial que ocupó, durante 35 años, Julio Grondona. El Rey Chiqui recibió elogios de los que están cerca y de los que quieren acercarse. Y sumó un argumento como para jactarse ante sus detractores: el indulto llegó luego del recurso que presentaron esta semana en Zurich los abogados que contrató la AFA.
El español Juan de Dios Crespo, el ex futbolista Andrés Patón Urich –hombre de extrema confianza de Tapia– y Ariel Reck fueron los profesionales que tranquilizaron a Jorge Sampaoli, el técnico que está siempre llegando (pero nunca llega): el que trae su “revolución” en bicicleta desde Sevilla, y el que ahora sabe que podrá contar con el mejor futbolista del mundo cuando debute en la Selección.
“Nos pone muy contentos que FIFA vuelva a tener credibilidad en la AFA y que podamos contar nuevamente con Lionel Messi. Seguimos trabajando”, escribió Tapia en su cuenta de la red social Instagram, debajo de una foto del rosarino con la camiseta del seleccionado. En esa declaración virtual hay, por supuesto, un metamensaje, una crítica encriptada: porque Tapia y su círculo de mayor confianza siempre pensaron que la sanción de la FIFA a Messi era una revancha por todos los meses de desprolijidades en Viamonte 1366 y porque el trinomio que llegó al poder no tenía el aval ni de Zurich ni de Asunción (el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez y Daniel Angelici mantienen una guerra fría hace tiempo). El indulto a Messi significa, entonces, un indulto a Tapia. En una colosal usina de poder como lo es la FIFA, ningún fallo jurídico deportivo puede disociarse de la trama política.
Pero si los tres abogados revirtieron el fallo con un recurso de apelación sólido, el que cocinó y diluyó los prejuicios sobre la nueva gestión de la AFA fue Fernando Mitjans, un hombre al que alguna vez Grondona le reconoció que tenía más influencia que él en los pasillos suizos. Mitjans, de hecho, quedó de los dos lados del mostrador: es el vicepresidente de la Comisión de Apelaciones de la FIFA y el presidente del tribunal de disciplina de la AFA.
“Fue una gran gestión del presidente”, le dice a PERFIL Víctor Blanco, presidente de Racing y secretario general de AFA. “Esperábamos el mejor de los resultados por la tarea y la convicción con la que llevamos adelante este caso. La estrategia estaba centrada a manejarlo con los abogados”, le explicó el secretario ejecutivo, Pablo Toviggino, a la agencia Télam. “FIFA tendrá que rever su política de sancionar de oficio. Como mucho, se lo podría haber sancionado con una amonestación”, aseguró Luis Parietti, miembro del tribunal de disciplina de AFA, al recordar que el árbitro no había informado de los insultos la noche del partido.
La oposición, o los que alguna vez fueron opositores al actual presidente de AFA, también se rindieron ante la noticia. El sector tinellista elogió el trabajo, algo que evidenció una situación: el fin de la sanción a Messi, el suspiro de los argentinos y el insulto de los uruguayos son, para Tapia, su primer gran triunfo político. Del triunfo deportivo, ahora, se tendrán que ocupar otros.