DEPORTES

Una bomba con efecto previo

Las denuncias de corrupción alejaron a cinco patrocinadores de la FIFA. Pérdidas y poder cuestionado.

Blatter. Dos rivales asoman en su horizonte hacia la elección presidencial de mayo: un diplomático francés y un príncipe jordano.
| Cedoc

Ninguno, ni siquiera el más acérrimo rival de la FIFA, pensó que aquel 2 de diciembre de 2010 la historia de la entidad madre cambiaría para siempre. Tampoco que la apertura de dos sobres sería el inicio de la etapa más oscura de los dueños del fútbol. Ese día, en el salón que la Federación posee en Zurich, el presidente Joseph Blatter abría dos sobres que anunciaban la designación de Rusia y Qatar como organizadores de los Mundiales 2018 y 2022. Ese fue el principio de la tormenta que en los últimos días hizo que tres de los grandes sponsors decidieran alejarse de la FIFA, lo que le significará a la entidad una pérdida de 1,5 billones de dólares.

El aviso. No fue sorpresa el anuncio de Castrol, Continental y Johnson & Johnson sobre el fin de sus relaciones con el rector del fútbol mundial. En noviembre del año pasado, dos peso pesados –en ingresos de patrocinio– marcaron el camino. La noticia de que Sony y Emirates decidieran no renovar el millonario contrato que los unía con la FIFA fue lo que encendió las alarmas de Blatter y compañía. Es que el gigante de la electrónica y la compañía aérea ocupaban el nivel más alto en la cartera de patrocinadores y pagaban entre los dos unos 500 millones de dólares al año. Pero las constantes denuncias de corrupción contra los dirigentes por la elección de los próximos dos Mundiales, sobre todo el de Qatar 2022, fue lo que terminó de inclinar la balanza para que desistieran de renovar el acuerdo. Es más, Sony ya había pedido explicaciones a la FIFA antes del comienzo de Brasil 2014 sobre tantos rumores de sobornos.

Para entender un poco más la lógica comercial de la entidad presidida por Joseph Blatter hay que dividir a los sponsors en tres categorías: sponsors FIFA, sponsors Copa del Mundo y partners del Comité Local. En la primera permanecen los cuatro socios FIFA (categoría a la que pertenecían Sony y Emirates): Visa, Coca-Cola, Hyundai/Kia Motors y Adidas, que son los que la acompañan durante ocho años a todos los torneos y eventos que organiza. En segundo orden están aquellos que son exclusivamente patrocinadores de la Copa del Mundo (ahí estaban Castrol, Continental, Johnson &Johnson): Budweiser, McDonald’s, MoyPark, Oi y Yingli Solar. Y por último, los que son sponsors del COL (Comité Organizador Local) para abaratar costos de logística en la organización de los Mundiales: en Brasil fueron Apex Brasil, Centauro, Garoto, Itaú, Liberty Seguros y Wise Up.
Cuatro de las cinco marcas que concluyeron su alianza tenían contratos a largo plazo con la FIFA. Los contratos de Emirates y Continental datan de antes deAlemania 2006 y los de Sony y Castrol, de antes de Sudáfrica 2010.

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Dos rivales para Blatter. El diario británico The Daily Telegraph aseguró esta semana que “ninguno de los cinco patrocinadores que ha salido citó abiertamente que su abandono a la FIFA se deba por el escándalo, pero la salida de tantos y de manera consecutiva en un período no mayor a tres meses plantea la posibilidad de preguntarse si algo tuvo que ver la corrupción”. El candidato a desbancar a Blatter de la presidencia, el francés Jerome Champagne, lanzó el jueves en la Eurocámara su campaña “New FIFA Now”, apadrinado por los eurodiputados conservadores británicos Sid Kamall y Damian Collins y el belga Ivo Belet. “Debemos cambiar la forma de gestionar la FIFA y hay que determinar responsabilidades. El señor Blatter no es el único culpable de lo que ocurre, decir eso sería demagógico, la responsabilidad es de todo el sistema. La FIFA es una marca tóxica y creo que por eso las empresas que se preocupan por su reputación no quieren ser más sus socios”, aseguró quien competirá en mayo con el actual mandamás y el vicepresidente actual de la entidad, el príncipe Ali Bin Al Hussein de Jordania,
por el trono.

Nuevo panorama. Las salidas de estas cinco multinacionales hace que históricos acompañantes como Adidas, McDonald’s, Visa y Budweiser le exijan a Blatter y compañía una transparencia que lejos está de cumplirse. Quizás los acuerdos con la empresa rusa Gazprom (la más grande de su país y el mayor extractor de gas natural en el mundo) como socio del Mundial 2018 y de Qatar Arways para el de Mundial 2002 aparecen como rayitos de luz en un panorama oscuro.
El tiempo, y los nuevos manejos de la FIFA, marcarán el camino de una entidad que está recibiendo golpes como nunca antes en su historia.

 

Sospechas por aquí, denuncias por allá

El “Escándalo ISL” estalló en 2012, cuando la cadena británica BBC aseguró que la empresa de marketing International Sports and Leisure (ISL) obtuvo los derechos para varios mundiales de fútbol, antes de su liquidación en 2001, pagando sobornos a miembros de la FIFA. El informe concluyó que el expresidente de la FIFA Joao Havelange recibió “considerables cantidades”, así como Ricardo Teixeira, antiguo presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, y el paraguayo Nicolás Leoz, expresidente de la  Conmebol.
No fue la última denuncia grave: el diario inglés The Sunday Times publicó en junio del año pasado que Mohamed Bin Hammam, miembro ejecutivo de la FIFA y presidente de la Confederación de Fútbol Asiático, ingresó 1,6 millones de dólares en cuentas pertenecientes al ex presidente de la Concacaf Jack Warner, también vicepresidente de la FIFA, que dimitió en junio de 2011. Según el mismo informe, 450 mil dólares les fueron entregados antes de la votación para designar el país organizador del Mundial 2022. La denuncia apuntaba que Bin Hammam también pagó sobornos de hasta 200 mil dólares en cuentas controladas por los presidentes de treinta asociaciones de fútbol africanas y organizó veladas benéficas en Africa en las que también entregó fondos para apoyar la candidatura de Qatar.