DOMINGO
REPORTAJE a Milagro Sala

“Si he perjudicado a alguien, pido disculpas”

En 2011, la líder de Tupac Amaru fue entrevistada en Jujuy por Jorge Fontevecchia. Ese reportaje, del que aquí se reproducen sus tramos principales, hoy puede ser revelador para entender la actualidad.

Opinion. “Creo que tenemos que aprender a conocernos antes de criticarnos.”
| Sergio Piemonte
E  n 2003, en su declaración jurada no tenía patrimonio, y hoy (2011, ndr) hay una denuncia en la Justicia Federal de que su patrimonio personal actual es de 3.734.000 pesos.
—Eso dice Gerardo Morales.
—¿Su patrimonio personal incluye muchas casas, como se denuncia?
—No. Yo tengo una sola casa que está a mi nombre. Es más, se hizo una investigación en la que se verificó que lo que dice Gerardo no es así. Por ejemplo, la casa donde vivo no es mía. Es de una tía mía y era de mi abuelita. Donde yo vivía me habían robado. Entonces mi abuelita me dice: “Andate a esa casa, que nosotros no la estamos ocupando”.
—¿Eso cuándo fue?
—Hace diez años.
—O sea, antes de que usted pudiera tener dinero del Estado y existiera su Fundación.
—Yo toda la vida me he roto trabajando. Vengo criando niños y jóvenes desde que tenía 25 años. Ya tengo por lo menos cerca de treinta jóvenes criados. Y mi marido también ha trabajado toda la vida. No es que nosotros hemos tenido un pasar negro. ¿Nunca tuvimos nada y de la noche a la mañana tuvimos todo? Nunca fue así (...).
 (“Ya que estamos en tema –interviene Raúl Noro, marido de Milagro Sala y se-cretario de Comunicación de la Organizanización Barrial Tupac Amaru–, nosotros hemos ganado un juicio de cerca de un millón de pesos hace tres meses.”)
Las organizaciones sociales hoy parece que fuésemos, para algún sector, los enemigos de la Argentina. Porque muchas organizaciones sociales, cuando nos pusieron la plata para construir viviendas, no sólo las construimos, sino que construimos el barrio que en algún momento soñamos. Es el barrio donde tenemos la fábrica, donde podemos ir a trabajar sin trasladarnos cuatro o cinco horas. Donde tenemos el centro de salud, la escuela. Donde tenemos también un polideportivo con la pileta de natación. Donde caminamos tranquilos.
—Sí, pero se puede hacer todo eso y no ponerle Cantri o sin hacerle un parque acuático y otro temático con reminiscencias de Disneylandia. Mi pregunta es si hay gestos reivindicativos que tienen un valor simbólico, más allá de lo utilitario.
—Tiene… He vivido en la década del 90. Hemos sufrido atropellos, discriminación. Uno cuando era chica no podía tener una pileta de natación. Todo lo malo que tienen que pasar los padres, no lo tienen que pasar los hijos. Por eso, en el barrio quisimos poner lo mejor para nuestros niños. Un compañero decía: “Ah, yo quiero tener una pileta con la foca, todo eso que hemos visto en la televisión”. Hagamos una foca. Todo el mundo, todos los que trabajan dentro de la Fundación, pusieron cuál era la idea de lo que quería cada uno.
—Su sueño.
—Exactamente. Cada parte de nuestro barrio tiene el sueño de cada compañero. Una compañera que vino muy mal de Buenos Aires por trabajar en una fábrica textil, decía: “Qué mal la he pasado, cómo me explotaron. A mí me gustaría tener una fábrica textil para que hagamos…”. Y le dijimos: “Podemos tener una textil”. Y lo hicimos.
—La fábrica tiene una lógica utilitaria y material. Ponerle Cantri, no: es simbólico.
—Reivindicativo. ¿Quién puso “Bienvenido al Cantri del Autoparque”? Los mismos jóvenes. Y lo hicieron en un tono desafiante. Fue una discusión, porque ellos dijeron: “Así como los ricos tienen su propio country, un lugar privado donde nosotros no podemos entrar, este lugar es nuestro”.
—Como le decía, simbólico.
—Sí. Nosotros no renegamos de cierta clase de ricos y blancos. Porque hay ricos que se han roto trabajado toda una vida. A ellos les tenemos muchísimo respeto. Los ricos que nosotros no queremos son los que se hicieron ricos a costas de los que menos tienen, y haciendo política. Sentados en una banca
desde que son jóvenes hasta el
día que se mueran.
—Que lucran con el Estado.
—Exacto. Y que nunca han presentado una declaración jurada verdadera. Y, por supuesto, tienen testaferro, testaferro, testaferro y testaferro.
—Cuando Perón regresaba a la Argentina, en los 70, los sectores juveniles de su partido cantaban: “Qué lindo, qué lindo, qué lindo que va a ser, el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel”. ¿Encuentra alguna relación entre aquella demanda reivindicativa y lo que venimos hablando?
—Sí. Una cosa es un gesto reivindicativo y otra cosa es un gesto desafiante. Yo no voy a desafiar a los hermanos uruguayos porque tengo muchos amigos y familia ahí. ¿Milagro Sala de dónde viene? Mi familia es de clase media. Mi mamá, supervisora en el Hospital de Niños, mi papá trabajó en la Universidad Nacional de Jujuy, era el ecónomo de ahí. Y cuando ellos cobraban, nosotros nos íbamos a comer a un restaurante o a una confitería. O nos íbamos de vacaciones. A veces, cuando hablan de Milagro Sala, dicen piquetera queriendo denigrar…
—No estaba desocupada.
—No era desocupada. Toda la vida he trabajado. Me gusta trabajar, me encanta ganarme la plata honradamente. Cuando me fui de mi casa a los 14 años, cuando descubrí que mi mamá no era mi mamá y mi papá no era mi papá… me di contra la pared. Descubrí que había mucha gente que no tenía qué comer, que era dura la calle, que no era fácil tener un trabajo. Yo he vivido dos vidas. La vida de tener todo…
—Hasta los 14.
—Sí. Y la vida de no tener nada. ¿Sabe qué me ayudó a mí a levantarme? La formación que me dieron mis padres. Ellos me enseñaron que a la vida había que saberla valorar, que es como una empresa que hay que saber administrar para que, cuando el día llegue en que se es viejo, uno no se tenga que a-rrepentir de nada (...).
—El mayor creador de las telenovelas de Brasil repite desde hace treinta años: “Los pobres adoran el lujo, sólo a los intelectuales les gusta ver pobreza”. Es decir que al pobre le gusta la riqueza como a todo el mundo.
—Hay muchos sectores de izquierda que son de clase alta. Van a la universidad y el día lunes dicen: “Estuve en la villa tal”. Se van a dar un baño de pobreza. No viven en la villa, no sienten la necesidad que siente el que menos tiene. Nosotros renegamos de esos que dicen “queremos hacer la revolución en Latinoamérica” y al pobre lo quieren seguir manteniendo pobre. Y cuando ven que el pobre se compra una zapatilla mejor… “Ah, ya es delincuente”, “Ah, ya es narcotraficante”. Pero a los que son narcotraficantes, a los que roban no les dicen nada. ¿Por qué el pobre no puede subir su calidad de vida?
—Una de las tres materias obligatorias que su organización enseña es Autoestima.
—Autoestima, sí. Muchos de mis compañeros que vienen de la villa son renegados sociales porque les hacen toda la croqueta de que nunca van a salir de la villa. Nosotros hemos demostrado muchísimos cambios sacando a los compañeros de la villa, llevándolos a estudiar, enseñándoles que éste es el camino que tenemos que andar los argentinos. No el de la violencia ni el de la droga. Y fíjese que muchos compañeros nuestros han cambiado. Y hoy están orgullosos de si tienen un auto, si tienen una moto, orgullosos de abrir la puerta de su casa y tener todo: un televisor, una heladera, un DVD. Orgullosos de lo que son ellos.
—¿Desconfía de la revolución por las armas?
—Por supuesto. La teoría de muchos partidos de izquierda es que hay que prepararse para la revolución de las armas. No quiero armas para mis jóvenes. Valoro mucho la vida del ser humano. Para los jóvenes de la Argentina quiero estudio, salud, educación, trabajo digno. Aquí, en Jujuy, hay campeonatos de básquet, de matemáticas. La Tupac, la escuela primaria y secundaria, y el ba-rrio nuestro, donde han participado, han sacado los primeros premios. Si no es el primero, fue el segundo o el tercero. Perder, no.
—¿En eso reside la diferencia
entre los partidos de izquierda y el
peronismo?
—Eso es. Muchas veces dijimos que el Estado tiene obligación con nosotros. Desde los sectores de la izquierda también lo dicen. La diferencia entre algún sector de la izquierda y nosotros es que nosotros decimos que también tenemos obligación con el Estado. La izquierda dice: “El Estado me tiene que dar trabajo, salud, vivienda, me tiene que dar el mundo”. Pero, ¿qué hacen para ganarse el mundo? El típico: los planes Trabajar. Doy un Plan Trabajar y pregunto: “¿Qué me das a cambio vos? No me des plata, haceme un trabajo comunitario”.
—¿Enseña cómo trabajar?
—A trabajar y a tener una cierta disciplina, a decir: “Así como me dan, tengo que devolver”. Porque es la única manera que se pueda cambiar de cabeza. No les podemos decir que tenemos que vivir mangueando. Una vez, dos veces, tres veces nos pueden dar, y después te rebajan como ser humano. Cuando se entrega el Argentina Trabaja, se les saca entre 300 y 400 pesos al compañero.
—Los punteros políticos.
—Y de todos los sectores se le saca plata a la gente. Nosotros no le sacamos plata a la gente y nos miran de otra manera. Queremos el cambio.
—¿Un ascenso social?
—Es cierto. Acá no hay que descender, hay que tratar de subir y equiparar. Si se trabaja honestamente, como vio trabajar a los compañeros de la Tupac, ¿por qué no se pueden comprar un televisor, o un plasma, como tienen los ricos? ¿Por qué no se pueden comprar una moto, zapati-llas Adidas? Esa es la discusión con algunos sectores de la clase alta.
—Y aquellos que ven a la pobreza como folclórica.
—Claro, o alguno que dice ser dirigente. Nosotros no armamos un pelotón de desocupados, sino que formamos conciencia. Discutimos con los compañeros en las asambleas populares cuál es el futuro de la organización. Lo que no se puede hacer es obligar a que todos piensen igual. Lo que nos molesta es que nos dicen: “¿Por qué tenés que tener vos un plasma? ¿Por qué tenés que ir a Punta del Este?”. Hijo, me mato laburando durante todo el año. Una vuelta, vamos a Buenos Aires con los compañeros, y el ascensorista le dice a uno de mis compañeros, al Chacho, que tiene la piel un poquito más morocha que la mía: “Che, ¿en Jujuy hay esto que se llama ascensor?”. Y el compañero le responde: “Sí, pero no hay un pelotudo como vos
que se pasa todo el día apretando botones”. Ese es el ejemplo de cómo nos discriminan.
—¿Usted destaca que el subsidio que reciben es para pagar sueldos por trabajo productivo y no por indigencia?
—A nosotros nos dieron plata para construir viviendas. Construimos vi-viendas. Si nos sobra plata, no va para el bolsillo de Milagro Sala, va para el bolsillo común: los 3.800 laburantes. ¿Qué hace falta en el barrio? ¿Una pileta grande porque la que tenemos es chi-quita? Hagamos una pileta grande.
—El barrio, ¿qué tiene?
—El barrio tiene cinco fábricas: la metalúrgica, la textil, la fábrica de caños, la bloquera y… Tiene un centro de salud grandísimo, el Parque Acuático, el estadio de fútbol, una cancha de rugby, está teniendo el Cemir, que es una escuela para niños discapacitados con problemas genéricos, y también tiene la cancha de básquet. Tiene la pileta climatizada, tiene un grupo de médicos que los atiende continuamente. Estamos terminando de instalar el canal nuestro. Tenemos cíber, un supermercado. Eso es lo que está en el barrio. Tenemos un tomógrafo. El pobre padre ha hecho que construyamos una iglesia y no tiene feligreses, pobrecito.
—¿A la iglesia no va nadie?
—Van, pero muy pocos. Nosotros le construimos la iglesia, y un día me cita y me dice: “Milagro, muy hermosa la iglesia que me has construido, pero te voy a pedir un favorcito: hacé que la gente vaya a la iglesia”. Y le dije: “Padrecito, yo ya hice lo bruto, hice la iglesia. No me pida más de lo que puedo”. La gente no va mucho a la iglesia ahí. Yo soy católica a mi manera.
—El himno de su organización, canta: “Porque sólo la verdadera revolución, que pelea por el trabajo, la salud y la educación. Quiero una vida digna, que lo parió, y voy a dejar la vida luchando de corazón”.
—Exacto: trabajo, salud y educación, y volver a recuperar lo que en algún momento nos robaron a nosotros, que es la dignidad, la alegría y las ganas de vivir un poco mejor.
—¿Trabajo es autorrealización?
—Hay que trabajar. Algunos dicen: “El Estado me tiene que dar esto, esto y esto, y yo no tengo que hacer nada”. No es así. Si uno, como padre, hace eso, ¿qué puede ser del futuro de su hijo?
—¿Aspira a ser autónoma cuando se acabe el subsidio?
—Tener autonomía. Nosotros tenemos las cinco fábricas y hoy ya estamos vendiendo cosas a Salta, Tucumán: ropa, sillas, mesas, camas. Pero queremos entrar mucho más fuerte en el mercado comercial. Hoy ni el Estado provincial ni el Estado nacional nos dan subsidios para mantener nuestras fábricas. Nos autogestionamos.
—¿Le molesta que a Ledesma le den subsidios?
—A Ledesma, a Perez Companc, a muchas empresas que realmente tienen mucha plata les dan subsidios, y a nosotros no nos dan. No nos sorprende cuando dicen: “La Tupac Amaru recibe ocho mi-llones de pesos”. Me dan ocho millones de pesos para construir viviendas. Y los estiramos como chicles.
—¿Llegarán a ser tan autosuficientes como para sobrevivir cuando algún día cambie el gobierno y no tengan esos ocho millones de pesos?
—Estamos teniendo las fábricas que, más o menos, están trabajando bastante bien, y este año nos estamos largando a decir: “Si no se utiliza plata de la cons-trucción, a ver cómo se pueden pagar los sueldos de los compañeros de las fábricas, cómo seguimos vendiendo a Salta, a Tucumán”. En el tema de salud, dijimos: “Este año no vamos a sacar plata de cooperativa. Vamos a ver si se saca con los cinco pesos que se les cobra a los compañeros de afiliación”. Con cinco pesos, ¿qué está cubierto? El servicio de sepelio, todo lo que significa operación, internación, medicamentos, anteojos, tratamiento de conducto, prótesis. Es una pequeña obra social donde no pagan más de 15 mil compañeros la cuota.
—Sobre 70 mil que atienden.
—No sólo atendemos a los compañeros de la Tupac, sino que estamos atendiendo a compañeros del barrio. En la Argentina no sólo Jujuy necesita, sino también otras provincias, y el Estado también tiene que decir: “Quizás este año, o el otro año, le dejo de dar a Jujuy porque ya se puede autogestionar. Mandemos a otro lugar donde necesitan”. Está bien, si a nosotros ya nos dieron la posibilidad de que nos podamos autogestionar, y aprendimos. No fuimos contadores, y aprendimos a manejar plata. No fuimos arquitectos, y aprendimos a construir viviendas, fábricas, la sede central, colegios.
—¿Por qué tanta gente la acusa de violenta?
—Veamos el contexto, ¿qué tanta gente?
—Si se pone su nombre en internet, lo que sale en las primeras cuatro o cinco páginas son acusaciones. Que tiene un espíritu prepotente, que le pegó una piña a un empleado de seguridad del Banco de Acción Social, que le dijo al ministro de Gobierno “pelotudo de mierda”, que es la nueva dictadora de Jujuy, que anda continuamente con sus “perros guardianes”.
—Tengo una pequeña carpetita que muestra a los que me acusan de violenta y me hicieron toda esa fama, concejales del radicalismo, cómo toman la municipalidad, cómo queman gomas, cómo secuestran a una jueza siete horas. Cómo les pegaron a los compañeros nuestros y nos quisieron robar tierras donde la Tupac estaba construyendo viviendas. Yo voy a hablar con pruebas. Gerardo Morales tiene bastante inversión ahí.
—Eso, lo que mostraría, Milagro, es que Morales también sería violento.
—Obviamente.
—Pero no explica por qué usted debiera ser violenta.
—Nos dicen que somos violentos porque decimos: “Queremos que dejen la corrupción a un costado, ustedes les están dando cierta cantidad de plata a cierta empresa que no hace las obras”. A eso lo llaman violencia, porque no tienen cómo justificar que no hicieron nada. Estos personajes que dicen que soy violenta, que demuestren qué hicieron por Jujuy. ¡No hicieron nada!
—Cuando la cita un juez y va con una cantidad de personas de su organización, ¿siente que está coaccionan-do al juez?
—No. Yo quería ir sola. Incluso se quedaron casi media cuadra antes de llegar al juzgado. Había tres policías nada más. Si hubiésemos querido violentar, habríamos entrado con todos los compañeros, y no se entró. Es más: tengo testigos de que pagaron mucha plata para que este chango me acuse de lo que me acusó.
—¿A cuál chango se refiere?
—A Arellano, que dijo que Milagro fue la que organizó todo para el escrache de Gerardo Morales.
—¿Rompieron realmente el Colegio de Ciencias Económicas cuando iba a hablar Gerardo Morales?
—Yo no estuve ahí, estaba en Monte Rico. Estuvieron compañeros sí de organizaciones sociales.
—¿Los hechos de violencia no son su responsabilidad personal, ni exclusivamente de Tupac Amaru, porque hubo otras organizaciones sociales también?
—No, no. No estuvo la Tupac Amaru en ese hecho.
—¿Seguro? ¿Ni siquiera participando junto a otras?
—No estuvo. Pagaron a gente para decir que yo organicé todo eso, y que estaba cerca de ahí. Estuve en Monte Rico, que son 60 kilómetros de acá, haciendo una asamblea porque íbamos a comenzar a construir casas. Sí estuvimos en la comisaría cuando habían detenido al compañero preguntando qué es lo que pasó. A nosotros nos dicen: “Lo que pasa es que Milagro Salas –perdóneme la expresión– putea a los jueces. Nosotros fuimos testigos de cuando Gerardo Morales iba todos los lunes a ver al juez fe-deral para apretar, para que me imputen. Vimos cómo aprieta a varios jueces acá. Yo nunca puse un juez. Y a mí, cuando me tuvieron que marcar los dedos, me marcaron los dedos.
—¿Tomó el Concejo Deliberante?
—No hubo toma, esperamos reuniones. ¿Y por qué? ¿Alumbrado y limpieza cuanto querían cobrar? Hicimos todo un estudio. Fíjese cuánto por ciento quería aumentar las tarifas.
—¿300 a 400%?
—Sí. Para toda la Capital. Por eso nosotros fuimos a decir que esto no íbamos a permitir que se apruebe, porque nos perjudicaba a todos; 25 organizaciones sociales y muchos jujeños que no tienen que ver nada con las organizaciones, y muchos empresarios también estuvieron ahí. Los radicales decían que nosotros los habíamos apretado, y resulta que salieron los concejales del PJ a decir: “Mentira. La Tupac nunca apretó a ningún concejal adentro del Concejo Deliberante”.
—¿Se arrepiente de acciones que contribuyeron a su imagen violenta?
—Quizás en algún momento nos habremos equivocado. Cuando nosotros salimos a decir que es injusto que nos metan la mano en el bolsillo, somos violentos. Hacer esta escuela para ellos es violento. Dicen: “Los violentos de la Tupac, que pegan a la gente, que ladran, que muerden, que usan armas”. Y es totalmente mentira. Ellos son los que geran por los Twitter, por los medios, que somos violentos. Si Milagro Sala hubiese secuestrado a una jueza por ocho horas, habría estado escrachada en todos los lugares. Los radicales lo hicieron el año pasado, y no salió en ningún medio nacional. Algunos hablan de que hay que respetar las instituciones, y los primeros que no las respetan son ellos.
—Declaró que sabía que mucha gente la ama en Jujuy, y mucha gente la odia. ¿Por qué hay gente que la odia?
—Hay algunos que defienden lo que creen que uno les está robando. Enton-ces, tratan de generar ese discurso porque sienten que lo que nosotros estamos teniendo, la construcción, los trabajos sociales, la educación, la salud, lo tendrían que haber hecho ellos. Y cuando tuvieron la oportunidad, se robaron todo.
—¿Lo que usted hace los deja a ellos sin un negocio?
—No sólo eso, sino sin argumentos para poder explicar a la gente por qué nunca pudieron hacer nada por ellos.
—Cuando fue citada por la policía el 14 de septiembre, dijo: “Dicen los políticos que somos violentos porque las organizaciones sociales les estamos disputando a los políticos una parte de la torta”.
—Exacto. Porque en la construcción se sabían llevar todo, y decían que no daba ganancia. Y nosotros hemos demostrado que la construcción no sólo da ganancias, sino que se puede construir casas y todo lo que nosotros hemos construido: 18 polideportivos con pileta, escuelas, centros de salud.
—¿Usted dice que su eficiencia los desenmascara?
—Es así. Hace tres años les decíamos a los legisladores que nosotros queríamos empezar a arreglar las escuelas de Jujuy. Había un grupo de empresas constructoras que usaban 5 millones de pesos para arreglar las escuelas. Y salían en la televisión: “Nosotros arreglamos cincuenta escuelas”. Y 49 escuelas no estaban arregladas. Se morfaron la plata. Y nosotros demostramos que no hay que morfarse la plata, hay que arreglar la escuela porque van los hijos…
—Para que aparezcan en internet las cosas que aparecen de usted, tiene que haber un móvil. ¿Su tesis es que les quita un negocio y deja en evidencia la ineficiencia de determinados contratistas, determinados políticos?
—Las dos cosas. Eso dicen que es violencia. “Ah, la Milagro nos viene a prepear acá, a la Legislatura, nos putea”. Perdone la expresión. Es lo mínimo que les puedo decir porque ellos roban la plata y no arreglan las escuelas. Porque hay un montón de escuelas que se estaban cayendo, que no tenían luz, no tenían calefacción, no tenían nada. Y sin embargo, cuando nosotros comenzamos a arreglar eso, comenzó a cambiar la historia. Esa es la violencia que ellos dicen que nosotros generamos.
—También se la acusa de acostarse con jovencitas.
—Eso es invento. Que me perdone la ley gay, pero a mí me encantan los changos. Eso quiero aclarar. Mi marido está de testigo, ¿o no, vida mía?
—Y la acusan de tener 500 armas re-gistradas…
—A nombre mío, dicen.
—Y de estar vinculada con el paso de droga desde Bolivia.
—Si yo hubiese estado relacionada con la droga, no habría entregado esta carpeta a la Federal, a la Gendarmería, a la Policía de la provincia, al gobernador con la cantidad de lugares y cómo se vende droga a los jóvenes. Vivo combatiendo la droga porque es la peor mierda que revienta el mate a los jóvenes nuestros.
—¿Los políticos en campaña, que antes daban comida, hoy, además, dan droga?
—Miseriaron a la gente. Antes era el choripán y el vino. Hoy a los jóvenes les dan pasta base para que estén violentos.
—¿Alguna vez se drogó?
—No. Tomaba cerveza, sí.
—Y el caso de Lucas Arias, un joven que murió después de haber sufrido una fractura de cráneo…
—Mentira. Murió de leucemia, reco-nocido por la propia página de su organización.
—¿La gente de la Tupac Amaru le pegó en la cabeza en algún momento?
—Entre todos nos agarramos. Fue una escaramuza. Tuvimos un problema con ellos, pero a los dos años recién se enfermó él. No tuvimos nada que ver con su muerte.
—¿Cobraron más los del otro lado?
—No, nosotros cobramos más. E-llos eran muchos más que nosotros. Nosotros nos íbamos corriendo. Ellos venían directamente y nos cagaban a palos.
—¿Por qué el Perro Santillán y su organización tienen esa competencia con usted?
—No sé si él compite conmigo. No tengo que competir con él.
—Están muy peleados…
—Eso era antes. Ya pasó.
—¿Era una competencia por espacio? ¿Por subsidios?
—“Se fue canalizando todo esto poniendo a Milagro como responsable de cada encuentro que había –interviene nuevamente Raúl Noro–. Se cruzaban los nuestros con los de ellos: ‘Milagro mandó a provocar’. Le hablo de 2006, que nosotros nos movilizamos y había fuertes represiones en Jujuy de la policía. Y cualquier evento que pasaba, era Milagro que mandaba. Y era totalmente mentira.”
—¿A qué lo atribuye usted?
—Porque no quieren reconocer que hacemos cosas. Desprestigian para que nos den la espalda. Nosotros no vamos a conseguir fama por el periodismo, vamos a conseguirla por las cosas que hacemos, por cómo trabajamos.
—El boca a boca.
—Exacto. Siempre dijimos que la mejor prensa que podemos tener es que nosotros trabajemos.
—¿Hubo cambios en 2006?
—No. Mucho antes, de 2003 a 2004. Las organizaciones salían a la calle durísimamente, cortaban las calles, las rutas, y prohibían pasar por el lugar.
—¿Cortó la ruta a Humahuaca?
—Nosotros nunca cortamos rutas. Por eso decimos que no somos piqueteros. Respetamos al piquetero, pero nosotros nunca cortamos rutas. Si teníamos conflicto en Casa de Gobierno, íbamos y entrábamos ahí. Si teníamos conflicto con la Legislatura, íbamos y entrábamos ahí. Si teníamos conflicto con Infraestructura, íbamos y entrábamos ahí. Cortaron las otras organizaciones, la CCC, la del Perro (Santillán). Nosotros no somos piqueteros.
“Hay una nota muy interesante que sale en internet –dice Raúl Noro–, donde éramos provocados… A mí me tiraron un auto los patovicas del Perro, de noche. Y nunca lo denuncié a la policía. Nos provocan, nos provocan, y siempre somos los malos nosotros. Hicimos una movilización, fuimos todos con garrotes, llegamos al predio del Perro y qué hicimos: tiramos todos los garrotes a la calle porque no íbamos a pelear.
Si entra en internet, lo va a ver. ¿Cómo vendieron esa imagen? Que nosotros les íbamos a pegar, y fuimos a tirarles los palos para demostrarles que no vamos a pelear con ellos.”
—¿Tiraron los palos?
—Tiramos los palos y agarramos los megáfonos y dijimos: “Perro, vos querés enfrentar pobres contra pobres, y nosotros no te lo vamos a permitir. Y como un acto de repudio entregamos todos nuestros garrotes, no nos vamos a pelear con los compañeros”. Les dejamos los garrotes y nos fuimos. Ahora, el Perro dijo que nosotros le íbamos a tomar el galpón, que somos siempre los mismos violentos, que queremos pegarle a la gente.
—¿Ustedes presionaron a un shopping para que les diera cinco locales?
—Mentira. Vino la Donda (Victoria), junto con el Perro, y fue a tomar tierra implicada en Humahuaca. Quitaron un albergue de los pueblos originarios, y eso no salió en ningún lado.
—Paso a lo personal ahora. Que se llame Milagro, ¿es una señal de algo del destino?
—Mi mamá me puso Milagro porque era la primera hija mujer que tenía; ya tenía tres hijos varones.
—¿Su mamá de adopción?
—Sí, la que tengo el orgullo de decir que me ha criado, la que me dio la vida… la que me ha cuidado. Mi mamá era supervisora del Hospital de Niños. Lo que es la vida, ¿no? Me dejan en el hospital, yo era recién nacida y estaba muy enferma. Los médicos no me daban tiempo de vida. El papá de mi marido era en ese tiempo farmacéutico, y le decía a mi mamá: “Yo le voy a preparar el medicamento para Milagritos”. Y después de mucho tiempo, nos conocemos con mi marido. La educación que ellos me dieron es que uno tiene que criarse en medio del respeto, del cariño, de la contención de la familia. Cuando me fui de mi casa, andaba por los malos caminos, y no me gustaba, me sentía mal. Mi “click” terminó de hacerse cuando fui a parar a la cárcel. Dije: “Estoy haciendo poner mal a mi familia, soy una ingrata por haberlos hecho sufrir a ellos”.
Salí de ahí y dije que no iba a volver a pisar esos malos lugares.
—Esa es otra de las incongruencias que aparece al rastrear su historia: en Wikipedia (N.d.R.: cualquiera puede modificar su contenido) se dice que su madre la obligaba a ejercer la prostitución, que su padre la violaba.
—Mentira, mentira. Eso nunca fue así. En internet decían de las 500 armas, que era lesbiana, que esto, que lo otro… Han dicho tantas estupideces mías… ¿Por qué tengo que dar una explicación de algo que no tengo nada que ver?
—¿Cómo es su relación hoy con su familia adoptiva?
—Muy bien, muy bien. El año pasado sufrí un fuerte shock cuando mi mamá se empezó a enfermar mucho. Como yo viajaba mucho, no paraba mucho tiempo en Jujuy. Mis cinco hermanos me dijeron: “Mirá, flaca, a mamá le decimos que te está yendo bien a pesar de que se escuchan algunas cosas por los medios. Pero la mamá ya no quiere comer, entonces tratemos de que los domingos nos juntemos, porque ella quiere sentir que vos la acaricies como antes sabías hacerlo”. Yo, por dedicarme a la organización, me estaba alejando de la familia. Y fui a la casa de mi mamá y le dije: “Te prometo que todos los domingos voy a estar con vos”. Dicho y hecho. Donde esté, vengo y estoy con ella.
—¿Se arrepiente de haberse ido de su casa a los 14 años porque no le habían dicho que era adoptada?
—Sí, lo cambiaría. Siento que fui injusta con ella, porque nunca me quiso decir nada por protegerme, por cuidarme.
—¿Cuándo se reconcilió con ellos?
—A los 22 o 23 años.
—¿Cómo se imagina que serán sus padres de sangre?
—Estoy a punto de cumplir 48 años, y sueño con encontrar a mi mamá y poder acariciarla.
—Usted debe ser la persona más famosa de Jujuy, ¿por qué cree que e-llos no vinieron a tomar contacto con usted?
—Lo único que me gustaría (se pone a llorar) es conocer a mi mamá, nada más. No soy quién para juzgarla.
—Hablemos de su primer empleo, el que luego la lleva a ser una dirigente de ATE y después a la CTA.
—Mi primer empleo fue ser mensajera privada del gobernador Carlos Snopek, cuando yo tenía 16 o 17 años. Estaba en la Juventud Peronista.
—¿Antes de ir a la cárcel?
—Mucho antes. Yo he militado de chica, y ya renegaba con las estructuras. Se elegían concejales, diputados en el Congreso del PJ. En ese tiempo, después que se reinstaló la democracia, el lema era: ortodoxia, verticalidad e intransigencia.
—¿En 1983?
—Esa época. En la JP, éramos unos prepeadores y había dos clases de Juventud: la de los hijos de los dirigentes y la de los barrios. Nosotros considerábamos que la Juventud de los barrios tenía que tener un representante, y me acuerdo que le tomamos el Congreso al PJ, le cortamos la calle y les dijimos que no iban a seguir sesionando hasta que nos dieran un concejal a nosotros. Creo que perdí la oportunidad de mi vida. Después de seis horas que no pudieron sesionar, nos dijeron: “Ahí tienen el concejal en la mesa, ¿quién va a ir de concejal?”. Y todos me miraron a mí y yo dije que no. Justo llegó un compañero nuestro recién recibido de ingeniero agrónomo, Gui-llermo López Salgado, y dijimos que iba a ser él porque era recién recibido. Nos autoexcluimos de tontos que éramos, porque al año él nos traicionó.
—¿Por qué no quiso?
—Tenía 17 años. Creo que habrá sido porque yo quería seguir teniendo la libertad y la autonomía de seguir haciendo lo que yo quería.
—Después de su primer trabajo ¿qué hizo?
—Trabajé en Educación. Después, en el Departamento de Antropología y Folclore.
—En biografías que circulan por internet dicen que usted comenzó como empleada de limpieza en la Municipalidad.
—Nunca trabajé en la Municipalidad.
—Como a Evo Morales, ¿siente que su propia fisonomía indígena la ayudó a ganarse la confianza de los grupos más populares?
—Evo es la persona con la que nos identificamos muchos de los que pertenecemos a los pueblos originarios. El volvió a levantar Bolivia, a los pueblos, y les está dando tierras a los que vuelven a Bolivia.
—En la Argentina los indígenas no son mayoría, pero sí en Jujuy. Reproducir el fenómeno de Evo sería que usted fuera la próxima gobernadora.
—No quiero ser gobernadora de Jujuy. ¿Sabe cuánto duraría? Un día. Se juntarían todos mis enemigos, y tengo más enemigos que amigos en los sectores políticos. ¿Usted cree que me dejarían gobernar? Me harían diez mil maniobras para voltearme.
—Pero le dicen “gobernadora”.
—Me dicen “la Flaca”.
—¿Qué dicen las encuestas?
—Primero viene Fellner; después, Gerardo Morales, Milagro Sala, Mario Fiad, y luego todos los demás.
—¿La única que mide y no es política es usted?
—Sí, con 13%. Y que quede claro que yo no me mandé a encuestar.
—¿No le pidieron exportar su experiencia a Bolivia?
—Ellos vinieron, vieron la experiencia de la Tupac, y hoy creo que están queriendo aplicarla. Lo mismo pasó con el Uruguay. Yo en mi juventud fui a hacer trabajos comunitarios con el Movimiento Sin Tierra (Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, MTS); la experiencia de la Tupac es parte del Movimiento Sin Tierra y es parte de lo de Cuba, con la única diferencia que nosotros no levantamos las armas.
—¿De dónde proviene su autoexigencia y capacidad organizativa?
—Me surge. La experiencia de Brasil y la de Cuba es lo que se ha mezclado y es lo que pudimos hacer en Jujuy.
—Los incas eran organizados, ambiciosos y con vocación de grandeza. ¿Heredó ese espíritu?
—Sí. Nosotros, así como estuvimos en Uruguay, estuvimos en el Machu Picchu, en el Tiahuanaco. Nos invitaron a dar charlas y nos llevaron. Yo he sentido que estaba caminando en mi territorio, en mi lugar, y viendo la experiencia de cada hermano, de cada abuelo, de lo que ellos nos transmitían; es esto lo que hoy estamos viviendo en Jujuy, de tener lo nuestro, lo propio. No sé cómo explicar lo que siento, porque es algo muy profundo.
(Interviene el marido) “Yo he visto su forma de conmoverse en el Cuzco, cuando vio a Sacsayhuamán, o llorar cuando estuvo en el Machu Picchu, esa cosa tan extraordinaria. Lo mismo cuando vio en México la Pirámide del Sol y de la Luna, en Teotihuacan, que subió corriendo.”
—¿Subió corriendo esa infinita cantidad de escalones?
(Continúa el marido) “Sí, subió co-rriendo y bajó. Yo me quedé en el medio. Después se fue corriendo a la Pirámide de la Luna, de la exaltación que tenía. Cuando estuvimos en Chichén Itzá, en Tihuanaco, le he visto la sensación de goce y de pertenencia que sintió en esa circunstancia. Entonces, mi teoría es que la genética de Milagro tiene que ver con esa conducta de construcción, de ordenamiento territorial y de resolución de problemas básicos, porque, por ejemplo, en Cuzco ves que en el Valle de los Reyes todas las montañas son terrazas de cultivo, y ahí tienen que haber habido miles de personas cultivando, miles de personas solucionando el problema de irrigación. Todo eso sintetizado creo que, de alguna manera extraña, está viviendo en la genética de Milagro. Además de la espiritualidad propia.”
—¿Percibe cierta megalomanía en sus construcciones?
—Mi papá me sabía decir que si hoy estás viviendo en una piecita, el día que salgas de ahí tenés que salir a progresar, no a retroceder.
—¿Todos los 1º de agosto usted organiza la fiesta de la Pacha Mama?
—Sí, ese día le brindamos nuestros honores y nuestros mejores deseos a nuestra madre tierra, que es la Pacha Mama. Le damos el fruto, la comida, de lo que bebemos, y le entregamos del corazón, porque sentimos que la madre tierra nos da todo a nosotros.
—¿También Inti Raymi, en el solsticio de invierno?
—Así como el 31 de diciembre es el año nuevo para los europeos, para nosotros el Inti Raymi, el 21 de junio, es el año nuevo.
—¿Usted da 15 mil empleos?
—No. La Tupac tiene 3.800 compañeros que trabajan. Se llega a los 15 mil con otras organizaciones sociales que no tienen que ver con la Tupac.
—¿Es el tercer empleador después del Estado y del grupo Ledesma, de la familia Blaquier?
—Exacto.
—¿Conoció a Carlos Pedro Blaquier?
—No, pero tengo una firma de él. Con Ledesma hemos llegado a un acuerdo, porque les hemos pedido tierras para construir viviendas y nos las dieron, pero si nosotros durante el año no construíamos viviendas, ellos nos las quitaban. Nosotros les habíamos pedido tierras, y les dijimos que si no nos daban, íbamos a tomarlas, porque necesitábamos construir viviendas en Libertador.
—¿Libertador es el ingenio?
—Sí. Nos dieron las tierras y ahí me firma Blaquier, no sé si Pablo o Javier.
—¿Tienen buena relación con el ingenio en este momento?
—No tenemos ni mala ni buena, es la justa. Es más: nosotros construimos cuarenta viviendas y por lo que ellos nos dan de tierras para seguir construyendo, les damos 13 para que les entreguen a sus obreros y nosotros entregamos 27 a nuestros compañeros.
—¿La barra del Club Gimnasia y Esgrima de Jujuy lleva su nombre?
—Me han dicho: “¿Por qué le han puesto La Barra de la Flaca?”. Y yo dije que no sabía nada. Y él (hace pasar a un asistente) me dijo: “Los homenajes se hacen en vida, no de muerto”.
—¿A partir de la nueva Ley de Medios piensan tener un canal
de televisión abierta?
—El canal ya emitió una prueba. Es un canal de televisión abierta de baja frecuencia. Obviamente, lo hicimos con el beneficio de la nueva ley a nombre de la Tupac. Capacitamos a un grupo de 45 jóvenes, estudiantes de Comunicación Social de la facu, de TEA, gente de la organización, interesados particulares que querían trabajar en televisión.
De ahí van a salir los recursos humanos para trabajar.
—Su primera acción de liderazgo fue en la cárcel, donde organizó una lucha para que les permitieran a las reclusas cocinarse y comer mejor con el mismo presupuesto que gastaba el penal en comida. Luego leo que sus casas populares cuestan el 30% menos que las de los proveedores privados y generan el cuádruple de puestos de trabajo. ¿Su primera capacidad es administrativa?
—La de lograr que con lo poco que hay se pueda hacer mucho, y que muchos podamos comer de lo poco que hay.
—Usted dijo que las mujeres saben administrar la plata mejor que los hombres.
—Por supuesto que es así. Las mujeres para lo único que no servimos es para manejar las tarjetas.
—En su organización se perciben muchas mujeres jefas.
—Sí. El año pasado tuve un lío muy grande dentro de la organización porque las mujeres querían tener un título de, por ejemplo, electricista, gasista, plomero… Decían que ellas instalaban mucho mejor que los hombres.
—¿Incluso esas tareas las hacen mejor que los hombres?
—Sí, son más delicadas para la construcción de las casas. Son mucho más economistas, cuidan las cosas, cuidan el plazo. Es más, te dicen: “Acá se puede reducir, y lo que se saca de acá se pone allá”. Y guarda que no soy feminista. No. Yo manejo la teoría de los abuelos, que nos enseñaron que el hombre y la mujer tienen que caminar juntos. Nunca el hombre puede caminar adelante, porque si no, no funciona. Lamentablemente, en Jujuy vivimos en una sociedad muy machista. El hombre puede tener muchas mujeres, y las mujeres tenemos que esperarle con las pantuflas en la puerta de la casa, y agachar la cabeza, y permitir que nos diga de todo. ¿Por qué? Porque antes el que traía la plata a la casa era el hombre. Hoy no. Acá la plata la ponemos los dos, porque los dos trabajamos, y cuando se gasta la plata, los dos vamos a opinar.
—Una casa de las que construye Tupac Amaru, que costaba 85 mil pesos en 2009, ¿cuánto cuesta construirla hoy?
—Por el nuevo convenio que se firmó, 107 mil. Las de empresas, 160, 170 mil pesos.
—¿Por cuántas casas?
—Nosotros hacemos 500 cada seis meses, y si llego a incumplir el convenio, me quitan automáticamente el contrato. Me dan seis meses para que las termine de hacer, con cordón, con cuneta, con vereda. No me puedo dar el lujo de decir “Yo paro la obra porque el material ha subido”.
—De 85 mil, a hoy a 107 mil, aumentó solamente el 26%, cuando la inflación acumulada fue el 50%. ¿Sobreviven porque construyen más casas y reducen costo por escala?
—Claro, por la cantidad de casas que se construyen.
—Cuando se publicó su foto en Punta del Este en Perfil.com yo estaba fuera de la Argentina, pero me contaron que se quejó muy fuerte y que incluso habló mal de mí. Antes de terminar el reportaje me gustaría que usted pudiera realizar todas las críticas que me correspondan.
—No de usted. Dije PERFIL, no dije Fontevecchia. No me molestó, me inquietó mucho lo que dijo PERFIL.
—¿Algo que criticarle a PERFIL entonces?
—No. Yo no tengo nada que criticarles. Mis respetos a ustedes porque tuvieron la valentía de venir a Jujuy y ver la obra. Porque una cosa es criticar y decir “Dicen en internet esto…”, y siempre dicen lo que dicen los demás, y nunca vienen a verificar. Por eso dije: “Si PERFIL viene a Jujuy y ve la obra nuestra, yo no tengo ningún problema de dar la nota”.
—Este reportaje concluye preguntando si hay algún tema de su interés sobre el que no le haya preguntado o algo que quisiera agregar.
—Yo creo que todos los argentinos tenemos que aprender a conocernos antes de criticarnos. Y que la división que está viviendo nuestro país perjudica a muchos argentinos. El sueño de los tupaqueros es que volvamos a ser una Argentina unida, donde aceptemos las críticas, pero siempre y cuando sean constructivas. Y si uno tiene ganas de decir algo, lo tiene que decir en la cara, y no poner un seudónimo. Que nadie olvide que Milagro Sala tiene familia, hijos, nieto, madre, padre y hermanos. Y que con las cosas horrorosas que dicen y se publican por internet dañan a la familia. Mi mamá estuvo en dos oportunidades en terapia intensiva, casi se muere por las cosas que dijeron. Las cosas que hicimos no las hicimos porque queríamos 5 mil casas para Milagro, queríamos que los compañeros vivan bien. Y si nosotros en algún momento hemos perjudicado a alguien por las cosas que hicimos, pido disculpas. Y si alguna vez fuimos violentos, no lo hicimos porque queríamos provocar que alguien se sienta mal; lo hicimos porque necesitábamos vivir un poco mejor.