La construcción sustentable no solo muestra beneficios en la relación con el ambiente sino también en una reducción de gastos para sus habitantes y un agregado de valor percibido por quienes buscan unidades de calidad. Esta combinación de factores compensa con creces cualquier variación en los costos.
¿Cuál es el secreto entonces? Planificar, investigar y realizar un proyecto de arquitectura que sea eficiente y balanceado. Un proyecto pensado y diseñado desde la sustentabilidad, y no solo para cumplir normativas.
Pero hay más. No se trata ya de pensar solo en los materiales y en la sustentabilidad sino también desde el uso y en la sostenibilidad. Proyectos que resuelvan no solo la vivienda, sino también usos profesionales y recreativos, se convierten en sostenibles por definición. La irrupción del Covid19 ha demostrado la necesidad de contar con viviendas donde se pueda habitar, trabajar y contar con lugares de esparcimiento, espacio verde y áreas comunes amplias.
Podemos entonces ir hacia proyectos arquitectónicos cada vez más sustentables y sostenibles si ponemos el foco en algunos principios básicos a la hora de concebir, diseñar y construir:
- Optimizar el potencial del lugar: Elegir correctamente el terreno, su ubicación, orientación y conectividad de transportes y servicios sonun factor clave para que nuestro desarrollo “nazca” sostenible.
- Optimizar el uso de energía: Proveer con energía renovable, como paneles solares la energía necesaria para las áreas comunes del edificio, reduce los gastos fijos del consorcio. Si además incorporamos el precalentamiento del agua para todas las unidades se reducen además los gastos de cada unidad funcional.
- Cuidar el agua y optimizar su uso: Si bien el Código de Edificación de la Ciudad de Buenos Aires posee, desde su concepción, muchas pautas relacionadas con lo ambiental y la sustentabilidad, como exigir un mínimo del 25% de techos verdes o preveer sistemas de recolección, filtrado y rehúso del agua de lluvia para riego, no resulta suficiente: Planificar y gestionar de manera responsable el manejo del agua así como proveer los medios para reducir el consumo de agua potable se ha vuelto una condición esencial.
- Uso óptimo de la energía, el espacio y los materiales: Resulta interesante aplicar el concepto de eficiencia, no solo a la energía, sino al espacio. Buscamos llevar la analogía de la “arquitectura náutica” al desarrollo inmobiliario, es decir, cada metro cuadrado proyectado y construido está muy pensado y tiene su razón de ser. Además, la tecnología de materiales eficientes avanza rápidamente en todo el mundo volviéndolo una implementación más accesible.
- Mantenimiento y operación del desarrollo: Reducir la demanda de energía, planificar la iluminación, buscar el control térmico y resolver mediante energías renovables el consumo en la operación del edificio y de sus áreas comunes, ayudan a reducir notablemente los costos fijos y el consumo de recursos.
En resumen, la construcción amigable con el ambiente no solo es posible, sino que debería ser un compromiso de todos los que participamos en el desarrollo urbano. Podemos construir mejor, de manera más eficiente mientras reducimos el impacto de la vida urbana en el ecosistema. Los resultados son evidentes: unidades de mejor calidad, más “vivibles”, uso eficiente de los recursos y crecimiento sostenible de una industria de enorme dinamismo.
Por Raúl Seivane y Walter Félix
(Los autores son fundadores de FS Desarrollos Inmobiliarios y fueron premiados en los World Architecture Community en New York por el emprendimiento Parque Caballito.)
