ECONOMIA
Volatilidad en alza

7 ideas para entender por qué se escapa el dólar libre

En lo que va de abril, la divisa rompió la quietud del verano llegando casi a $95 en sus variantes libres.

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Dólar | CEDOC

La cuarentena obligatoria parece ser el común denominador no sólo de la vida social de los argentinos sino también de la actividad económica.

Desde el 20 de marzo pasado entró en vigencia una parálisis provocada lo que probablemente comience el lunes con un lento descongelamiento.

Sin embargo, pese a los controles, prohibiciones y excepciones que operan desde entonces, la economía siguió fluyendo, ahora por un cauce mucho más sinuoso que muchas veces salta a la vista cuando algún precio sale de su órbita o al menos de la zona de confort para el tablero de control oficial.

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Subieron el Merval y las ADRs, pero también el dólar y el riesgo país

Eso pasó en este mes de abril, con el dólar en casi todas sus especies, rompiendo la quietud del verano, saltando y arañando los 95 pesos en sus vertientes libres (el contado con liquidación, utilizado por empresas, y el MEP, al que recurren las personas a través de la Bolsa).

  1. Mayor emisión monetaria. Desde el 10 de diciembre pasado, el Gobierno acudió a la emisión monetaria, aún antes de la emergencia sanitaria. Se calcula que la base monetaria creció desde entonces un 50%, lo que en principio aumentaría los pesos en circulación. Salvo el tradicional tirón de la demanda monetaria de fin de diciembre y enero (había más necesidad para pagar gatos y compromisos laborales), en febrero no se absorbió y marzo comenzó el drenaje para mitigar el efecto social de la cuarentena. Esto no se volcó directamente a los precios, pero la corriente ya se siente en algunos productos y el dólar siempre es un termómetro sensible.

  2. Devaluación regional de las demás monedas. Como la crisis es global, la crisis produjo una devaluación de casi todas las monedas regionales frente al dólar. Pero el impacto mayor se dio con el Real: se desvalorizó casi 30% desde el inicio de la pandemia, mientras el peso sólo retrocedió 4% en el último mes y 45% en los 12 meses anteriores. La presión por no perder competitividad en el intercambio comercial se tradujo en otros momentos en una devaluación del peso o en la aceleración de su lento movimiento.

  3. Tasas de interés por el piso. Ya durante la campaña el Presidente había anunciado que su intención era bajar las tasas de interés de las letras del Tesoro. La crisis le dio la oportunidad de hacerlo, sólo que por un camino diferente. Y lo que se pensaba destinar a jubilados, engrosará el torrente de pesos destinados a la contención social. Con este derrumbe de tasas reales, el atractivo del dólar, como alternativa, aumenta.

  4. Default técnico parcial. La decisión de reperfilar los títulos públicos con jurisdicción local, si bien no fue algo imprevisto, sepultó la cotización de esos bonos y cortó el flujo de inversión nueva en este tipo de activos. Nuevamente el callejón sin salida lleva al mismo destino: cualquier activo dolarizado.

  5. Preferencia de liquidez. La Bolsa en el mundo, lógicamente, también reflejó las perspectivas de balances en rojo para las grandes empresas para este año. La baja, por un lado, ahuyentó al inversor de las acciones, pero potenció la preferencia por la liquidez para aprovechar las oportunidades que una salida de la crisis traería. Liquidez en moneda fuerte, claro. Pesos, abstenerse.

  6. Perspectivas de inflación. La proyección hasta marzo para 2020 arrojaba entre 35% y 40% anual en el nivel general de precios. Con la inyección de dinero y la ruptura de muchos indicadores en los precios regulados, será difícil establecer en el corto plazo parámetros de medición, pero las previsiones post pandemia superan con creces esas cifras. El ancla en semejante oleada de precios, en la Argentina, es el dólar billete.

  7. Los fantasmas del pasado. La respuesta oficial a las crisis financieras en las que estuvo sometido el sistema en el pasado no siempre fue gradual y amable con los inversores y el ahorrista en general. Esta vez, lo financiero viene como efecto colateral de una crisis de la oferta y de desfinanciamiento del Estado, que a su vez tiene que atender la emergencia sanitaria, social y también productiva. La respuesta intuitiva y defensiva, lleva a revalorizar aquellos activos que no están sometidos al criterio discrecional.

Estas conductas arraigadas en el público, con la piel curtida por años de imprevistos en el mercado, se mezclan y hasta se potencian entre sí. Cada decisión oficial puede provocar la quietud, movilizar el instinto de defensa o despertar la sed de revancha. Una sintonía fina no apta sólo para economistas.

 

* Economista y sociólogo.