Bailaba tango en el Café Tortoni y en otros ilustres reductos porteños antes del estallido de 2001. La crisis hizo que metiera sus vestidos arrabaleros en la valija y se marchara rumbo a España. Con su talento, Graciela Demoro logró establecerse con éxito en Palma de Mallorca. Pero la suerte se volvió grela, como dice el tango Yira yira. “Gano algo más de 400 euros por mes en un trabajo precario, y en esa situación ya no puedo pagar el alquiler”, se sincera ante PERFIL.