La presidenta Cristina Fernández encabezó ayer miércoles la firma de un acuerdo entre el gobierno del Chaco y el Mercado Central de Buenos Aires, para la construcción de una central alimentaria en la ciudad de Resistencia. La oportunidad sirvió para reiterar el discurso K de "no inflación", que intentan sustentar el ministro Amado Boudou en los micrófonos y el secretario de Comercio Guillermo Moreno en el Indec.
"Hablar de variación de precios en frutas y verduras es absurdo. Lo que hay es dispersión de precios, distorsión y aprovechamiento de la situación según el lugar, el barrio y la cara del cliente", disparó CFK sin medias tintas. Avaló de esa manera a Boudou, que había instado días atrás a la población a "que busque" entre los distintos comercios para conseguir los valores más convenientes". Cristina apeló a la "responsabilidad de todos" para encauzar el tema inflacionario, ironizando respecto a que "es curioso que los que más agitan expectativas inflacionarias sean los formadores de precios".
"La verdad es que los precios que realmente causan expectativas inflacionarias son fundamentalmente los de las tarifas, porque si aumenta la luz, el gas y el agua, la gente no puede prescindir de estos elementos", analizó la Presidenta, endilgando "cierto grado de cinismo" a los empresarios que "por un lado hablan de enfriar la economía y luego estimulan el consumo".
"Juegan mucho con nosotros desde lo mediático y desde la memoria", juzgó la Mandataria, lanzando un desafío "ha llegado el momento de debatir en serio estas cuestiones: si realmente la puja se agrava, discutamos entonces sobre la rentabilidad de ganancias".
Y agregó: "Si no se quiere discutir la rentabilidad de ganancias, discutamos entonces cómo se forman los precios, pero no se puede seguir la ridiculez de leer el diario y ver a los comerciantes y los empresarios, quejarse porque aumentan los precios y echarle la culpa al Gobierno".
"Yo no vendo nada, no produzco tomates, no vendo autos, no produzco acero, ni cemento. Los gobernadores, tampoco", sentenció CFK, entusiastamente aplaudida por los presentes. La Presidenta aseguró que "lo que es responsabilidad del Gobierno, regulación de aquellos precios que tiene derecho a regular, ha actuado muy fuertemente", y citó como ejemplo las medidas que en materia de combustible "se ha tomado contra una empresa (en relación a Shell), que más una empresa parece un partido político opositor".
"Escuchar pronunciarse a centrales empresarias o empresarios acerca de los problemas de los precios, resulta absurdo y, al mismo tiempo agarrar los diarios y ver que se caen de ofertas de precios y de bienes de consumo de la primera hasta la última página", enfatizó. El gobierno dará a conocer este viernes las cifras de inflación de enero que, según estimaciones de consultoras privadas, osciló entre 1,7 y 2 por ciento, impulsado por una aceleración en el precio de los alimentos, fundamentalmente frutas y verduras que se encarecieron entre 2,6 y 2,9 por ciento, afectados por cuestiones climáticas. El dato oficial de la inflación de enero será difundido por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), pero se prevé -como sucede desde inicios de 2007 cuando comenzó la intervención del organismo- que estará muy por debajo de las proyecciones privadas.
En su lucha por mostrar que los precios no han aumentado, CFK aprovechó para destacar que a partir del sábado próximo se podrán adquirir en el Mercado Central milanesas ya rebozadas a 21 pesos el kilo, como parte del programa "Milanesas para todos". Al término del acto en la Casa de Gobierno, la jefa del Estado tomó nuevamente el micrófono para anunciar la novedad. Luego de explicar que el martes había probado las milanesas en la residencia de Olivos junto con sus hijos Máximo y Florencia y que "estaban muy ricas", la Presidenta instó públicamente al responsable de las ventas en el Mercado Central para que las milanesas que lleguen al público "sean de la misma calidad" que las testeadas en Olivos.
El programa "Milanesas para todos" permitirá adquirir ese corte de carne ya rebozada a 21 pesos el kilo, un valor que está en línea con el que se paga en muchos lugares del Conurbano.
