China registró su crecimiento más bajo en 25 años con una expansión del 7,4% en 2014, y hay pronósticos de que podría crecer 7% este año. Crucial demandante de materias primas que vende la Argentina (compran soja para alimentar los chanchos que come la población que va saliendo de la pobreza), se encendieron alarmas en la región. Juan José Llach, ex viceministro de Economía, y profesor de la Escuela de Negocios IAE asegura que aunque no habrá impacto directo, hay que tener en cuenta coletazos indirectos.
—¿Puede impactar un menor crecimiento chino en la Argentina, o no hay canales tan directos de transmisión?
—Aunque crezcan algo menos, la demanda de alimentos seguirá igual o sea que no hay influencia directa. Sí puede haberla indirecta, porque menos crecimiento de China lleva a menos crecimiento de otros emergentes, más pobres, que pueden reducir algo la demanda alimentaria. Mientras estemos hablando de que China crece 7% o 6%, no es una cuestión relevante.
—¿Puede volver China al crecimiento a tasas de dos dígitos, o por el contrario, puede bajar más el ritmo de crecimiento?
—La tendencia será a la desaceleración pero, dado el gigantesco tamaño de su mercado interno, el proceso será muy gradual, más allá de que en el camino, como siempre ocurre en economía, hay altas y bajas, ciclos.
—¿Es “mejor” que China crezca a menor ritmo en términos de sostenibilidad y medio ambiente?
—Absolutamente sí, es mejor que China crezca 7 y no 10.
—China se ha convertido en prestamista de última instancia de la Argentina. ¿Un menor crecimiento puede llevar a revisar esa estrategia al gigante asiático?
—Sí, pero de nuevo, será un proceso muy lento. Lo que China le ha prestado a la Argentina es no menos de un milésimo de sus ahorros acumulados. De todos modos es un error el tipo de ataduras que se están anudando con China. Condicionan el futuro y no han abierto suficientemente sus mercados a nuestros productos de valor agregado.
