La inflación entró en una espiral y dentro del Gobierno recrudecieron las tensiones internas por la evolución de los precios, al tiempo que se admite que los próximos meses serán más complicados en la evolución inflacionaria, situándose la misma en un piso mensual del 3,5%, lo que hace prácticamente imposible cumplir con la meta del 29% fijada para todo el año.
Tras conocerse el último jueves el 3,6% de inflación de febrero, los ánimos dentro del Gobierno y particularmente en el gabinete económico “levantaron temperatura”, y desde los sectores más duros del oficialismo volvieron a surgir críticas por el fuerte aumento de la inflación.
“Es evidente que la política inflacionaria que se está aplicando no está dando los resultados que esperábamos. En la situación actual nos encaminamos a un piso de casi 4% mensual y eso es una locura”, comentó a PERFIL un importante funcionario de Casa de Gobierno, en una directa crítica al gabinete económico que comanda el ministro Martín Guzmán.
Es más, en el Ejecutivo admiten que la inflación del primer trimestre será cercana al 11% y que el segundo trimestre del año mostrará también una evolución complicada.
Nadie en el Gobierno lo quiere mencionar de esa manera, pero esperan que en el segundo semestre del año la inflación empiece a descender.
Por el momento, los controles de precios no están funcionando, como tampoco las otras herramientas que están usando como el anclaje del tipo de cambio y la continuidad del congelamiento tarifario. Tampoco hubo progresos en el objetivo de una concertación entre sectores empresarios y sindicales para “encuadrar precios y salarios”, lo que pinta un panorama de desconcierto para enfrentar uno de los problemas endémicos de la economía argentina.
Los números del Indec dan cuenta que la inflación a febrero en 12 meses supera el 40%, que en el primer bimestre ya llegó al 7,8% y que en marzo el panorama viene más grave, con un aumento del costo de vida que distintos consultores ubican en un piso del 4%. Esa cifra se repetiría en los dos o tres meses siguientes, ya que YPF y por consiguiente el resto de las petroleras aumentarán un 15% los combustibles hasta mayo.
Alimentos. Esta escalada inflacionaria está pegando en el sector más sensible para la población. De hecho, el año pasado los productos alimenticios aumentaron casi un 48%, contra un IPC anual del 36,1%, y en febrero de 2021 se observó que este rubro registró un incremento del 3,8% contra el 3,6% de incremento en el costo de vida.
Frente a esta situación, el gabinete económico advirtió a los empresarios que se detectaron aumentos sin un “justificativo razonable” y anticipó que Precios Máximos se va a “desactivar” en la medida en que haya “compromisos concretos” por parte de las empresas respecto a “alinear los objetivos” con la inflación.
Consultores críticos. Ecolatina indicó que “desde agosto del año pasado la variación mensual de Alimentos y bebidas sin alcohol viene superando la del nivel general, con la excepción de noviembre 2020”. Consideró que algunos de los factores que responden a ese comportamiento son la mayor depreciación del peso, las subas de los precios internacionales y la elevada dinámica de frutas, verduras y carnes. Además, evaluó que el programa Precios Máximos “redujo la dinámica de los precios de consumo masivo en los meses de cuarentena estricta a costa de inflación futura”.
Por su parte, Jorge Neyro de la consultora ACM, resaltó que “hay un problema de cálculo”. “Durante la cuarentena, bajó a 1,5, o 2%, incluso hubo deflación de los precios mayoristas. Es un error de cálculo básico porque vamos a comparar pronto con meses de la pandemia de muy baja inflación”, aseguró.
“Los controles de precios, de las prepagas, de tirar para adelante el tema de las tarifas, no pueden mantenerse durante mucho tiempo. No se puede mantener constantemente los subsidios a los servicios y el congelamiento de precios. Es muy difícil encontrar medidas mágicas que hagan que la inflación baje al dos por ciento mensual”, recalcó Neyro.
Por su parte, el ex secretario de Hacienda y titular de la consultora Infupa, Manuel Solanet, resaltó que “la inflación está en un espiral de crecimiento importante. Lo único que se está tratando de hacer son controles de precios y retrasar la evolución del tipo de cambio como un ancla frente a la inflación”.
“La emisión monetaria ha sido muy grande el año pasado y eso tuvo un indudable impacto inflacionario. El BCRA fue captando liquidez, pero el margen de maniobra que tiene ahora es mucho más reducido. Además, ahora, volvió a otorgar unos 70 mil millones de pesos al Tesoro. El Central está muy endeudado. En este momento el Gobierno no tiene elementos ni herramientas concretas como para frenar la inflación. Son medidas sueltas de parches”, consideró el especialista.
Guido Lorenzo, de la consultora LCG, consideró que la inflación de marzo tiene ya un piso del 4% con mayor incidencia de combustibles, aumento de la educación y también de alimentos. “Es difícil pensar que el IPC va a estar en los próximos meses en un piso inferior al 3,5%. Lo que está claro es que anclar el dólar y seguir con tarifas subsidiadas es tirar la pelota hacia delante, pero la gravedad del problema siempre está”, concluyó el especialista.
Fuego amigo
◆ Guzmán encabeza las negociaciones con el FMI. Un sector del Gobierno quiere dilatarlas para después de las elecciones de octubre.
◆ “Hablar de sostenibilidad fiscal no es un concepto de derecha”, dijo, mientras otros oficialistas piden aumentar el gasto.
◆ Guzmán quiere que los subsidios a las tarifas de los servicios públicos no aumenten en relación al PBI. “No es objetivo de la política energética que el déficit fiscal sea menor”, contestó Federico Bernal, interventor del Enargas.