En medio de la crisis económica que desembocó con la salida del ministro Martín Guzmán del Gobierno, una de las misiones argentinas que visitó Washington para conseguir el respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI) se encontró con una respuesta contundente, ante la falta de divisas y los problemas para abastecer a la producción nacional: “si no hay dólares, se cierran las importaciones, aunque se detenga la actividad económica”. Esa sentencia obligó a que Sergio Massa, una vez que asumió en el Palacio de Hacienda, instrumentara un nuevo sistema de control del comercio exterior para acentuar el cepo al dólar.
El pedido de la vicepresidenta Cristina Kirchner de alinear a todos los actores detrás de un reclamo para rehacer las condiciones del acuerdo para pagar la deuda externa contraída con el FMI respondió a la necesidad de poner por encima de las condiciones económicas a la decisión política. Sucede que el organismo multilateral de crédito que conduce Kristalina Georgieva no sólo tuvo en cuenta la crisis económica, sino, especialmente, la debilidad del poder del Gobierno, con sus socios internos en plena puja de poder.
Según pudo reconstruir PERFIL, en esa charla que mantuvo el staff del Fondo con funcionarios del Palacio de Hacienda no hubo margen para mejorar las condiciones del acuerdo, básicamente porque no creían que la fugaz ministra Silvina Batakis representaba el consenso interno. La llegada de Massa distendió ese escenario, pero recién en los primeros meses de este año el FMI aceptó revisar algunas metas, obligado por los condicionamientos de la sequía, la guerra y la ralentización de la economía mundial.
Aún con esos guiños, el atraso de Georgieva a confirmar las nuevas condiciones comenzó a poner en alerta al Frente de Todos y le dio margen a Cristina Kirchner para retomar sus críticas al organismo crediticio. “Se van a tener que revisar las condiciones en las cuales se firmó el acuerdo con el FMI”, aunque aclaró: “revisar, no para no pagar, sino para poder crecer”. La vicepresidenta cree que existen dos factores que le ponen un ancla electoral al oficialismo: por un lado, la inflación; y, por el otro, la pérdida del poder adquisitivo.
Empresas fuertes, trabajadores pobres
Si bien ambos conceptos van de la mano, en el entorno de la expresidenta destacaron que el plan de concentración de los resultados del crecimiento económico, con derrame social, que puso en práctica Alberto Fernández, “fracasó”. “Un modelo desarrollista que benefició a fortalecer a las empresas, pero que empobreció a los trabajadores. Porque si bien es cierto que se recuperaron empleos perdidos en el macrismo y en pandemia, también es real que gran parte de los trabajadores están por debajo de la línea de la pobreza. Eso no es peronismo”, se quejó un funcionario que reporta en el Instituto Patria.
Sucede que en ese sector del peronismo oficialista pueden admitir la presión inflacionaria, “siempre y cuando los salarios les ganen a las remarcaciones de los precios en las góndolas”, destacó la misma fuente consultada. De todos modos, para la vicepresidenta, el acuerdo por la deuda externa potenció al IPC: “es parte de la responsabilidad institucional lo que puede pasar si se firman acuerdos que terminan siendo inflacionarios", sostuvo, en una crítica contra el exministro Guzmán.
Las principales frases que dejó Cristina Kirchner en Río Negro
Cristina Kirchner ve que la campaña del FdT tendrá que esquivar la gestión, pero diferenciarse del presidente la pondría, también, en la vereda de enfrente de Massa, cuyo trabajo en el Ministerio de Economía respalda, a pesar de la derrota parcial en la guerra contra la inflación. El acuerdo con el FMI le ató de manos la emisión, típica de épocas electorales y permitida en las crisis, con las metas de ajuste fiscal. Pero el condicionamiento en el comercio exterior es el fin de las aspiraciones de reelección para el oficialismo, porque deberá enfrentar a las urnas con un escenario de estanflación, con remarcación de precios y una actividad económica planchada. Algunos analistas ya revisar el crecimiento a la baja por efecto negativo de la sequía. Por caso, la consultora Analytica la pautó en un 1,5%.
Un canje de deuda en pesos en medio del bimonetarismo
En su crítica a la economía bimonetaria, la vicepresidenta le apuntó a un eventual plan de dolarización que, desde el oficialismo, les endilgan a los planes económicos de Juntos por el Cambio. El escenario de una moneda local débil y con alta brecha cambiaria fue el fondo del canje de la deuda en pesos que permitió derribar los muros de vencimientos de bonos que se habían acumulado desde marzo y hasta las elecciones primarias. Massa intentó, con el financiamiento local, que el ahorro se convirtiera en inversión financiera en el mercado doméstico, para evitar la fuga hacia los dólares paralelos.
“No quiero déficit fiscal, lo virtuoso es no gastar más de lo que ingresa, pero evidentemente en épocas de crisis es un instrumento que se necesita para evitar la recesión. Porque podemos tener el infierno más temido, que es tener recesión más inflación. Y estamos en el horno”, sentenció Cristina Kirchner, en su delineamiento de plan económico, y marcó, así, sus diferencias con el programa de Alberto Fernández.
