Con todo el ánimo nacional y popular, el Gobierno de Cristina Kirchner quiere que el empresariado argentino fabrique autos y camiones 100% argentino.
Pero lo cierto es que el sector no cree que esto sea posible: "Si hoy hiciéramos un auto
completamente argentino,
el resultado sería un Rastrojero, con todo el respeto que me merece ese auto. Pero
si el objetivo es fabricar un auto moderno, de calidad y a precio competitivo, es imposible. Hay
tecnologías de las que carecemos", dijo a
Clarín un representante del sector.
Según informó el matutino,
ninguno de los autos hechos en la Argentina tienen más de 25% de integración
local. Las estadísticas en ese sentido son elocuentes. En lo que va del año, las
exportaciones de autopartes sumaron 693 millones de dólares, según un informe de IES Consultores.
Mientras que las importaciones de autopartes, pese a haber caído a la mitad por la crisis global,
sumaron 1.582 millones de dólares en cuatro meses.
La mayor parte de los motores de los autos locales (que representan a su vez el 40% del
costo de fabricación) es producida en Brasil. General Motors ensambla el motor para sus Corsa con
partes importadas.
Por su parte, Fiat fabrica motores en Córdoba, pero tienen destino la exportación. La planta de
motores de Peugeot, en Jeppener, sólo produce motores diesel. Las demás terminales importan la
totalidad de sus motores.
Sueño K. A mediados de mayo, el ex presidente Néstor Kirchner arengó a que
"hagamos el automóvil argentino, todo con
autopartes argentinas, con mano de obra argentina". Cristina se había ilusionado y hasta se
especuló con que el polémico secretario de comercio, Guillermo Moreno, gestionara su producción.
A comienzos de junio, la conducción de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del
Transporte de Carga (Fadeeac), con el apoyo de Hugo Moyano,
le propuso a Cristina un plan para fabricar un
camión nacional. El objetivo es reemplazar unas 80.000 unidades en circulación con más de 30
años de antigüedad.