En diciembre del 2019, el flamante ministro Martín Guzmán les prometía a los argentinos y al mundo una lección sobre cómo renegociar exitosamente un canje de deuda.
Pasados seis meses, Guzmán vuelve a presentar, una vez más, una última oferta inmejorable. La credibilidad del gobierno cuando habla de ofertas inamovibles está justificadamente perdida.
En abril, el gobierno ofrecía un canje con un valor presente neto (VPN) de 37 dólares, la última oferta se encuentra en un VPN de 53 dólares. El canje de deuda dista de ser lo que Guzmán prometió, y también dista de ser lo que Argentina necesita.
Argentina carga con dos estigmas lamentablemente bien merecidos. El primero es el de ser un defaulteador serial. Si no me olvido de ninguno, desde su independencia argentina ha caído en nueve defaults. Tres defaults desde el 2001 y cinco desde la vuelta a la democracia a la fecha. Desde el fin de la Segunda Guerra mundial, argentina ha estado cerca del 40% del tiempo con algún problema de deuda (default, reestructuraciones, etc.)
El segundo estigma es el mal trato que Argentina da a sus acreedores. La épica de conflicto contra los acreedores se termina pagando caro. La Ley Cerrojo terminó sirviendo en bandeja el caso a los holdouts en el juzgado de Thomas Griesa. Cuando la ideología política le gana a la racionalidad, el contribuyente termina pagando el costo.
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No sorprende, entonces, que los bonistas se le hayan plantado a Guzmán. Un ministro sin antecedentes prácticos en canjes de deuda, representando a un gobierno que no se caracteriza por sus dotes de negociador. Los acreedores tenían razón, la oferta de abril no era ni la última ni era inmejorable. Dada la falta de credibilidad del kirchnerismo sumada a la aparente impericia del ministro, los bonistas han logrado una sustancial mejora en la oferta del canje. Y mientras el gobierno se toma su tiempo, los bonistas acumulan los intereses devengados de los actuales bonos. Pareciera ser que quienes les están mostrando al mundo cómo llevar adelante un canje de deuda son los bonistas.
"Los acreedores tenían razón. La oferta de abril no era ni la última ni era inmejorable"
Sin embargo, el VPN de los bonos que ofrece el gobierno no es lo único relevante. También es importante si el gobierno es capaz de pagar los bonos ofrecidos. Este es el otro canje de deuda que no fue. Argentina tiene un gasto público insostenible. Incluso con un canje exitoso de bonos con VPN de un dólar Argentina volvería a tener problema de deuda. El canje de deuda, junto a la pandemia del Covid-19, debería haberse utilizado para llevar adelante una reforma del estado que vuelva al mismo sostenible. Sin embargo, el gobierno se planta en no mover un milímetro el gasto público. En otras palabras, Argentina no sólo están en falta al dejar de pagar sus deudas, sino que pretende que los acreedores se hagan cargo del 100% del costo del default.
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Un estado más pequeño, y por lo tanto sostenible, es posible. Según datos del Ministerio de Hacienda, al final del kirchnerismo (2015) el gasto consolidado (Municipios, Provincias y Nación) representaba el 45% del PBI, mientras que en la década del 90 promedió un 30% (lo cual tampoco evitó la crisis del 2001). El estado, en todos sus niveles, se expandió un 15% del PBI. Sin embargo, dicha expansión de gasto público parece haberse hecho humo. Por ejemplo, no se han solucionado los problemas de pobreza, de inseguridad, de salud pública, o de educación. ¿De qué sirve tener un estado gigantesco que nos arrastra de crisis en crisis si dicho estado no cumple sus funciones?
Reducir el tamaño del estado no es fácil, pero es necesario. Requiere difíciles decisiones de política económica y social. Sin embargo, más costoso aún es no llevar adelante dichas reformas y vivir de crisis en crisis. Un exitoso canje de deuda es aquel que, más allá de cuál sea el VPN de los bonos, logra la sostenibilidad del gasto público a mediano y largo plazo. Lamentablemente, ni el oficialismo ni la oposición tienen este tema en agenda.
* Associate Professor, Metropolitan State University of Denver. Profesor de la Universidad del CEMA y Senior Fellow, American Institute for Economic Research