ECONOMIA
clave para beijing

El cierre de ventas de carne podría generar represalias de China

La Argentina es el segundo proveedor de la nación asiática donde concentra el 86% de sus exportaciones bovinas. El riesgo comercial, en caso de perder su confianza.

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

La jugada del Gobierno nacional para frenar las exportaciones de carne bovina con el fin de forzar una baja de los precios internos puede tener consecuencias graves en el plano exterior: la pérdida de confianza en la Argentina por parte de sus compradores. Empezando por China, el destino que más creció en los últimos tiempos y al que muchos aspiran a llegar por su creciente volumen. En Beijing, toman nota de estos sucesos y las represalias pueden alcanzar otros aspectos del comercio bilateral.

Aun siendo una medida “temporal” –y quizás más corta de lo previsto–, la impresión que genera en estos tiempos de pandemia y cadenas productivas bajo revisión a raíz de lo sucedido en 2020, es la de un proveedor que falta a su compromiso. Y en China, a donde se exporta hoy el 86% de la carne bovina argentina, se trata de un valor con particular relevancia, tanto desde lo cultural como en términos pragmáticos y hasta estratégicos, porque pone en peligro su meta de soberanía alimentaria.

China es “una aspiradora de proteínas” desde que sufrió la crisis de fiebre porcina, describen los especialistas. Y a partir de entonces amplió su compra no solo de esta carne, pero de otros tipos. Del total de las ventas argentinas a ese país, hoy la carne bovina se queda con el 30% de la torta, apenas por debajo de los porotos de soja (35%), el producto que marcó el intercambio comercial por años. Le siguen el aceite de soja (6%), los calamares congelados (4%) y despojos de gallinas (3%). El 22% restante se reparte entre el resto de los productos que se exportan al puerto asiático.

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Ganarse la etiqueta de incumplidor, frente a los chinos, puede traer consecuencias para otros mercados que también se trabajan –desde hace años– con vistas a potenciarlos, como los lácteos y vinos, donde la Argentina es competitiva. Podrían ceder lugar si China pierde la confianza en el país. Y remontar posiciones puede ser aún más difícil que alcanzar las posiciones de privilegio en mercados tan codiciados como el de la nación asiática.

Entre 2015 a 2020, China pasó de importar 1.991 millones de dólares en carne bovina a 9.004 millones el año pasado. En ese lapso, Argentina se consolidó como uno de sus proveedores estrella, trepando del 10% del total de sus compras (2015 y 2016) al 14%, en 2017 y 19%, en 2018. El gran salto lo dio en 2019, cuando no solo se quedó con el 24% del mercado, sino que, por primera vez, superó a Australia como segundo exportador. Allí sigue hoy, debajo de Brasil que concentra el 46% de las ventas.

Detrás de ese cambio en el ranking hubo una variable influyente de precio/ calidad, pero también geopolítica: mientras la nación oceánica se alineaba cada vez más con el discurso y las acciones anti China de Donald Trump, la Argentina ofrecía un mercado alternativo y políticamente más amigable. Allí es donde pesa la diplomacia en alianza con la capacidad del sector privado y se teje la asociación estratégica que caracteriza hoy al relacionamiento bilateral, clave también en lo financiero y sanitario, por caso.

En términos monetarios, las exportaciones de carne a China pasaron de significar unos 228 millones de dólares, en 2016, a 1.916 millones, en 2020. Aun retrocediendo unos puntos en su participación en relación a 2019 –del 24% al 21%–, al aumentar la demanda global del comprador, también el volumen de las ventas argentinas creció el último año.