En una semana donde Dilma volvió a recibir críticas por su falta de efectividad por parte de su ministro de Economía y del mismo Lula Da Silva, el real morigeró su devaluación frente al dólar a 3,17 unidades (después de llegar a 3,30 la semana anterior) pero no logró calmar a los industriales argentinos después de que el Banco Central brasileño –que para este año prevé una caída de 0,5% del PBI y una inflación del 7%– liberara el mercado cambiario, lo que hizo temer una devaluación más abrupta. Los efectos en el comercio bilateral empiezan a verse. En febrero, además, los datos de la balanza comercial mostraron señales de recuperación “esperables” según el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil. Las ventas a la Argentina crecieron 5,8% en marzo mientras que las exportaciones argentinas a Brasil cayeron 9,2% en marzo. “La fuerte oscilación cambiaria puede comenzar a jugar un rol relevante en los flujos de comercio”, explicaron desde la consultora Abeceb a raíz del repunte de las importaciones de productos brasileños, que no crecían desde diciembre de 2013.