Los ejecutivos de los principales bancos de inversión del mundo siguen pronosticando que la crisis de gobernabilidad que disparó la renuncia de Martín Guzmán terminará por complicar aún más a las endebles variables macroeconómicas del país.
El temor es que, básicamente, haya una espiralización inflacionaria y que el Gobierno (sin éxito) tenga que ir a un intento de mayor represión financiera para evitar una devaluación.
“Batakis está lejos de ser una ideóloga o una tecnócrata, pero ha demostrado ser una leal burócrata dentro de la órbita kirchnerista. Su nominación no hizo nada para calmar los mercados, y el país seguirá revolcándose bajo el peso muerto del populismo, la heterodoxia y la falta de liderazgo político”, disparó Walter Molano, el “veterano” financista de BCP Securities.
Los grandes popes de Wall Street son profundamente negativos con lo que viene. El banco JP Morgan espera una postura fiscal más expansiva con Batakis en Hacienda, y potencialmente una renegociación del programa con el FMI en medio de “crecientes desequilibrios y mayor brecha cambiaria”.
“La falta de anclajes bajo lo que esperamos que sea una política fiscal y monetaria más expansiva corre el riesgo de un nuevo cambio de régimen de inflación y una corrección (forzada) del mercado de divisas a medida que las opciones de política se acaban”, dicen los economistas del banco Diego Pereira y Lucila Barbeito.
La entidad estadounidense recuerda que, como muestra la historia económica, “las crisis políticas aparecen como condiciones necesarias para escenarios de muy alta hiperinflación”.
“El camino a seguir parece inestable a medida que nos acercamos al año electoral, que hace que cualquier ajuste ortodoxo sea políticamente costoso y, por lo tanto, inviable. Por otro lado, cualquier estrategia expansiva solo aceleraría la inflación”, acota JP Morgan.
Y alertan que estas restricciones dejan un camino muy estrecho por delante para lograr los objetivos de política comprometidos bajo el programa con el FMI. “Este equilibrio inestable (probablemente mejor descrito como desequilibrio latente) es característico de los regímenes de protoinflación e hiperinflación”, puntualiza el banco.
Morgan Stanley, con el economista Fernando Sedano a la cabeza, trazó otro panorama similar. “Este es sin duda un cambio hacia políticas menos ortodoxas”, aseguran. “Si un camino poco ortodoxo complica la renovación de la deuda local, es probable que haya una necesidad de una monetización aún mayor del déficit. Esto a su vez podría forzar más esfuerzos de esterilización por parte de la autoridad monetaria, lo que llevaría a un aumento considerable de las Leliqs, que es otro riesgo en sí mismo. O exceso de liquidez que podría aumentar la brecha cambiaria”, sostiene.
Si eso sucediese, y con reservas de divisas líquidas limitadas, para Morgan Stanley sería difícil que el gobierno pueda defender el tipo de cambio oficial. En este escenario, cumplir con el FMI se convertiría en una batalla cuesta arriba. “Si la brecha cambiaria se amplía, habría presión sobre el dólar oficial. El Gobierno está restringiendo la importación para salir del paso, pero eso perjudica la actividad y alimenta la inflación, que ya está elevada. Entonces no hay soluciones fáciles”, alerta.
El camino a seguir parece inestable a medida que nos acercamos al año electoral, lo que hace que cualquier ajuste ortodoxo sea políticamente costoso y, por ende, inviable
BTG Pactual, un banco de origen brasileño, también dedicó parte de su último análisis a la crisis económica argentina. Cree que si bien Batakis no está totalmente alineada con las políticas kirchneristas más extremas (“parece más consciente de las implicaciones del financiamiento monetario y las restricciones cambiarias”) se espera que sus propuestas a corto plazo solo acentúan las políticas vistas hasta ahora.
“La represión financiera probablemente se intensificará, imponiendo restricciones más duras al CCL si la presión aumenta, mientras que también redoblará las restricciones a la importación como medida para salvar las reservas internacionales. Al mismo tiempo, la financiación monetaria seguirá siendo la principal fuente de financiación”, imaginan.
Para BTG Pactual, el principal temor será “una espiral inflacionaria y reservas agotadas” ya que se espera que la nueva ministra imponga mayor represión financiera, mayores restricciones a la importación, mayores impuestos y menor consolidación fiscal. “Por lo tanto, el acuerdo con el FMI penderá de un hilo”, avisan.
“La decisión parece suicida, y el crack será inminente, con probable inflación espiralizada. Creemos que el blue chip swap (en referencia al CCL) podría saltar rápidamente a niveles más cercanos a $280-290, en línea con pasadas espiralizaciones. Los bonos en dólares perderán algunos puntos por temor a perder cupones”, describe la entidad como el peor escenario. Y deja una advertencia: “Si la nueva ministra tiene intención de introducir medidas más ortodoxas, debería hacerlo de inmediato”.
*Publicado en El Economista.