En su habitual espacio en el suplemento Domingo del Diario Perfil, Magdalena Ruiz Guiñazú entrevistó al presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, Jorge Pérez Tamayo. En un recuento de lo que es la situación actual de Aerolíneas Argentinas, la periodista señala: " Demoras de diez horas, vuelos cancelados, conexiones y reservas hoteleras perdidas... La lista es interminable. Una multitud de pasajeros de Aerolíneas y de Austral ha pasado horas aciagas, tanto en Ezeiza como en el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, mientras la opinión pública se horroriza frente a los 900 millones de dólares que configuran la deuda de Aerolíneas Argentinas y la catástrofe en la que ha quedado sumida la que otrora fuera nuestra orgullosa línea de bandera".
- Todos recordamos viajes placenteros, personal eficiente y solidario con los pasajeros, y la gran serenidad que significaba, en el regreso, “estar volando en familia, volviendo a casa”... Y no era sólo un spot publicitario...
—En los últimos 38 años, Aerolíneas Argentinas no ha registrado ningún accidente fatal. Y cuando el otro día un legislador decía que había que cerrar Aerolíneas y volver a abrirla de nuevo... Yo insisto en que la marca tiene mucha fuerza y que estos 38 años sin accidentes graves son el patrimonio más valioso que posee una línea aérea. La única forma de mantenerlo es defendiendo fundamentalmente lo que es seguridad, con la certeza de que Aerolíneas no ahorra en seguridad, porque ésta no tiene precio y no se negocia. Con esa base fundamental, nuestro objetivo es que Aerolíneas Argentinas siga siendo tan segura como el primer día de su fundación. Si no fuera así, el 60% de la flota no hubiera sido “bajado” por un técnico o por un piloto...
—¿Qué significa, para ustedes, “bajado”?
—Quiere decir que esa máquina no estaba en condiciones de volar y por eso fue dejada en tierra.
Hay mucha pasión y convencimiento en estos hombres y mujeres que configuran las 9 mil familias de Aerolíneas. El propio Pérez Tamayo vuela el Airbus 340, lleva 34 años en AA y su padre fue uno de los que firmaron el acta de fusión para crear Aerolíneas. Uno de sus hijos también vuela como comandante desde hace una década.
—En este momento –explica Pérez Tamayo–, Aerolíneas tiene un alto porcentaje de aviones fuera de servicio: el 60%. Y, lamentablemente, esos aviones que están en tierra se han vendido. Es una típica maniobra del grupo Marsans, y eso es lo que ha producido una sobreventa de pasajes y la imposibilidad de poder cumplir con los vuelos. Ante esta situación, nosotros estamos tratando, durante las últimas dos o tres semanas, de trabajar al máximo, como para que los vuelos, de alguna manera, puedan salir. ¿Cómo hacemos? Llamando a todos, aun a los que están en su día libre, para que cooperen. No podemos excedernos en la legislación vigente y estamos tratando de solucionar esta terrible situación de la mejor manera posible. Lamentablemente, no va a ser un cambio rápido, sino muy paulatino. Aerolíneas Argentinas está destrozada. A nivel económico y financiero, hay un ahogo total y absoluto. Como comprenderá, ha sido nuestra gran preocupación hasta que el Gobierno nacional tomó la decisión de efectuar un cambio de rumbo.
—Pero explíqueme, por favor: ¿cómo se llegó a esto? Usted comentaba recientemente la cantidad de aviones inutilizados, inmovilizados por falta de repuestos. Por ejemplo, cuando Marsans compró la empresa, ¿cuántos aviones tenía AA?
—Cuando Marsans compró, ya Iberia nos había sacado prácticamente todos los aviones. Recuerde que esto se remonta a 1991. ¡Es un problema que se ha ido degradando en forma constante y continua durante 18 años!
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