Se trata de uno de los cultivos de mayor difusión mundial, del que se siembran 200 millones de hectáreas en el globo, dos veces más área que de soja, pero del que sin embargo todavía no se han introducido variedades transgénicas. En parte porque se requieren grandes inversiones para desarrollar una modificación genética, o bien por la dificultad de recobrar esa inversión en tecnología o porque es un grano que se destina casi exclusivamente al consumo humano, la realidad es que no existe a la fecha ningún semillero que haya desarrollado trigo GM. Pero eso está a punto de cambiar, y nada menos que en la Argentina, donde en los últimos años la situación del cereal ha sido crítica, con un área sembrada en 2012 que fue la peor de los últimos cien años. Sin embargo, el desarrollo tecnológico tiene faros largos y escapa al sino de la coyuntura económica.
Esta semana, François Desprez, presidente de Florimond Desprez; y Philippe Lonnet, director de Investigaciones de la firma, vinieron a la Argentina a celebrar el lanzamiento de la joint venture que tienen con Bioceres y que se dio a conocer bajo el nombre de Trigall Genetics.
Esta alianza busca lanzar en 2016 los primeros trigos con tecnología HB4, con mayor potencial productivo, particularmente en condiciones de sequía o salinidad. Para el lanzamiento de este primer producto, ambas empresas han comprometido una inversión de US$ 10 millones.
El semillero multiplicador francés trabaja desde 1830 en el mejoramiento tradicional de trigo, pero en la Unión Europea se enfrentan a las limitaciones que le impiden la investigación con transgénicos. Esto los llevó a mirar con ojos apreciativos Latinoamérica, sobre todo la Argentina, un país con una relación de larga data con el cereal.
François Desprez dijo a PERFIL que la alianza con Bioceres se da en el marco de “una apuesta a una mayor penetración en la región como compañía y porque consideramos que tenemos la misma visión estratégica”. Desprez destacó que, además, “Bioceres es el que tiene la patente HB4 –denominada gen de resistencia–, la que da la fortaleza a la sequía y la salinidad”.
Se estima que la mencionada tecnología permitirá un aumento de la productividad promedio del cultivo de entre 10 y 15%, sin afectar los techos de rendimiento en condiciones de alta productividad.
“Creemos que los verdaderos beneficios se van a expresar en los ambientes en los que hoy el trigo no tiene alta productividad”, dijo Federico Trucco, CEO de Bioceres, quien consideró que “justamente en las áreas donde el cereal ingresa en las rotaciones con la soja porque es buen negocio en el ‘combo’, con este desarrollo tecnológico entendemos que se volverá más atractivo en sí mismo el cultivo del cereal”.
Por otra parte, Trucco destacó que se trata de “un emprendimiento muy importante para Bioceres, que se orienta a una estrategia a largo plazo. La Argentina es uno de los países que más rápido incorporaron tecnología en materia agropecuaria, pero se trató casi siempre de desarrollos externos, “mientras que ahora estamos apostando a lo local”, dijo.
Para Trucco, otro de los ítems destacables de Trigall es que será “un evento con biotecnología de segunda generación, no con resistencias a herbicidas o a insectos como ha sido el primer paquete de cultivos en los que se ha trabajado en soja, maíz y algodón; sino con tecnologías que aumenten la productividad y nos permitan ser eficientes en el uso de los recursos principales como el agua, con algo en lo que Bioceres viene trabajando desde hace mucho tiempo y que llamamos HB4, que es una tecnología de tolerancia a sequía y a salinidad”.
Philippe Lonnet consideró que “hoy por hoy siempre hay algún mes de sequía, con un episodio muy fuerte que se repite cada dos o tres años. Esta tecnología ofrecerá protección frente al cambio climático y se orienta a dar respuesta a la creciente demanda de alimentos”. Algo de lo que se viene hablando mucho últimamente.