La última noticia que el diario británico Financial Times cubrió sobre la Argentina fue la colocación del polémico bono a cien años que emitió el Ministerio de Finanzas. Incluso usó una foto del presidente Mauricio Macri para ilustrar un análisis sobre a qué juegan los mercados cuando fluye así el dinero. Antes, habían destacado el triunfo de Cambiemos, la vuelta del país a los mercados, y ya en tiempos de Cristina Kirchner, las noticias con más centímetros para la Argentina habían sido el caso Nisman y el acercamiento de China a Sudamérica.
El repaso lo hace John Paul Rathbone, editor de América Latina en la biblia financiera de occidente, que esta última semana visitó Buenos Aires para encabezar un seminario sobre el mercado de las materias primas. Fue la décima vez que estuvo en la Argentina, de las cuales seis ocurrieron durante la actual gestión. La última vez que había venido había sido en abril, cuando la CGT hizo un paro de 24 horas. “Había mucho malhumor en la gente, que está muy impaciente”, recuerda. Esta vez le tocó ver por la TV de su cuarto en el Four Seasons la represión a manifestantes en la 9 de Julio.
—¿Argentina está de moda en los mercados financieros?
—El mundo ve que Argentina es miembro del G20 y que va a mejorar su economía. Y que, mientras que con el gobierno anterior había impuestos a la exportación y controles cambiarios, ahora Macri quiere regresar al mundo, y ser parte del juego otra vez. El interés en Macri es el interés en Argentina y su economía. Se ve calidad en los ministerios y se ve transparencia en la administración. Argentina se ve muy bien, en vuelo en la dirección correcta para resolver problemas macro con fallas en la infraestructura, o en la competitividad.
—¿Cuánto va a durar esto?
—Es difícil de saber, pero es un mercado importante. La política juega, la elección de octubre es importante. Si Cristina Kirchner vuelve a ser importante será una advertencia, un warning para el exterior de que Argentina tiene un pie en el pasado si CFK sigue posible como opción.
—En las elecciones se ve que muchos argentinos prefieren una presencia fuerte del Estado en la economía. ¿Cuál es su visión?
—Los Estados siempre tienen un papel en la economía. La pregunta es el nivel y el tamaño de este rol. Yo tengo la impresión de que también hay muchos argentinos a los que les gustaría ver menos intervención en la economía. Y algo que caracterizaba a la anterior administración era que no se sabía qué medidas se tomaban, ni por qué, y eso beneficiaba a los oligopolios, que todavía hay. El cambio cultural del que habla Macri llevará tiempo. En los últimos 15 años el Estado tuvo un rol, y también hubo mucha corrupción. Más allá del rol del Estado, lo que importa es la transparencia.
—Aquí pareciera que hay una fiesta financiera pero que no se traslada a la economía real.
—Esa es una de las razones por las que estoy acá, para ver qué pasa. El sector de los commodities, como la soja o el trigo, está en manos de privados. Hay mucho interés en infraestructura para que las materias primas lleguen al puerto más fácil. Ahí hay inversión privada y el Gobierno lo impulsa, como se ve en minería o en el shale gas.
—¿Qué les pareció el bono a cien años?
—Hay mucha liquidez en el mundo. Y hay inversionistas buscando rendimiento. Pero los inversores o los mercados no son completamente ciegos o tontos y ven que hay un gobierno que es muy serio y que hay un programa económico. Argentina ha tenido un equipo muy capaz para la deuda. Hay mucha demanda, hay necesidad del Gobierno y hay cierta confianza en los inversores.
—La estrategia oficial implica endeudamiento creciente para solventar una reducción gradual del déficit fiscal. ¿Los mercados lo aprueban?
—Los economistas creen en las terapias de shock, pero no son viables. Y Macri busca tomar medidas viables. Pero el gradualismo genera resultados también graduales. La gente se pone ansiosa. El riesgo es que un factor externo, una crisis en Brasil o en China o un resultado a favor de Cristina Kirchner interrumpan el proceso.