Javier González Fraga es el presidente del Banco Nación pero también es una voz autorizada sobre el modelo económico. Al borde de los 70 años, es de los funcionarios del equipo de Mauricio Macri que más experiencia tiene en la gestión pública. Está entusiasmado. Cree que la Argentina está por abandonar los ciclos de ilusión y desencanto. Y dice que está bien que la incertidumbre mande en el dólar. Aquí, una charla ayer por la tarde con PERFIL en su despacho.
—¿Cuánto complicó la suba del dólar al crédito hipotecario?
—Tanto no le complicó, porque eneró superó por lejos a enero de 2017 y febrero superó a enero. Seguimos con un ritmo de préstamos superior a los 5 mil préstamos por mes y a los 5 mil millones de pesos. Y hemos dispuesto medidas para atenuar el impacto de la suba del dólar. Para que la cuota no suba tanto al incorporar un préstamo más grande porque se necesitan más pesos por la suba del dólar, pasamos de créditos de 30 a 40 años. Y definimos que la relación cuota ingreso pase del 25 al 30%. Y aumentamos en la medida de lo posible los montos prestados.
—¿Hay que esperar que el dólar siga acompañando la inflación?
—Es una flotación sucia, no podemos decir que es una flotación limpia. No hay una decisión del Gobierno de devaluar con la inflación. Hay una decisión de respetar el mercado e intervenir cuando el Gobierno piensa que no intervenir puede generar una aceleración de precios o una caída excesiva del tipo de cambio, o una apreciación indebida. Siempre en línea con lo que pide el mercado. Yo no estoy de acuerdo con la flotación pura y limpia, porque en un mercado tan sensibilizado como el nuestro, un alza del tipo de cambio de dos semanas seguidas te puede generar un caos, porque la gente corre porque gritaron incendio sin saber si es cierto o no. Pero a su vez es muy importante que en el mercado cambiario haya riesgo e incertidumbre.
—¿Esta semana hubo un cambio de estrategia del BCRA?
—No te puedo decir cuál es la política del Banco Central, a lo mejor fue necesario intervenir después de una suba importante. No siento que haya habido un cambio de política. No siempre el mercado se entera cuando el BCRA interviene. A veces ha jugado el Nación también. Nosotros tenemos la plata de Hacienda y te puede decir vendeme los dólares y no es porque nos parezca que está alto.
—¿Qué lo entusiasma y qué lo preocupa de la situación económica?
—Yo he sido un gran crítico de los shocks, me opuse a casi todos. Hace años que creo que no vamos a arreglar los problemas evidentes hasta que no arreglemos las causas de esos problemas. Siempre me pareció mejor la política económica políticamente sustentable, socialmente sustentable. El gradualismo es la política más rápida. Los shocks dan cuatro pasos adelante y ocho para atrás. Muchos de los que nos critican no pasaron por un puesto público.
—Está claro qué lo entusiasma. ¿Qué lo inquieta?
—Me preocupa el déficit fiscal y también la presión tributaria. Pero si me preocupan simultáneamente, no puedo proponer bajar rápido los impuestos, porque debería bajar más rápido el gasto público, y son jubilaciones y planes sociales indexados. Es muy fácil decir “bajo la ineficiencia del sector público”, pero bajás apenas el 1%.
—¿No teme por la deuda?
—La evaluación del endeudamiento tiene poca seriedad. Los que te comparan con la deuda de 2015 no incluyen la deuda que había con holdouts. Y además, no es lo mismo tomar deuda con US$ 65 mil millones de reservas que con US$ 25 mi millones, de hecho hay países que miden la deuda neta. El endeudamiento no me quita el sueño.
—No mencionó como preocupación la inflación.
—Soy cauteloso en la respuesta. Cuando tenes una economía cerrada, tenés necesidad de multiplicar por cuatro o por cinco algunas tarifas, y por dos en términos reales el tipo de cambio, tenés un nivel históricamente bajo de desempleo, capacidad ociosa de la industria baja y la oposición te maneja los sindicatos, y el salario no es variable de ajuste, pretender bajar la inflación solo con la herramienta monetaria es ser demasiado ambicioso.