Como consecuencia de la guerra en Ucrania, Europa y Estados Unidos están buscando oferentes alternativos de energía. Con Rusia fuera de juego, se produjo un cambio de eje en lo que se refiere a la adquisición de gas. Así fue como se disparó su precio.
En este escenario, la posición de la Argentina volvió a quedar perjudicada porque se sigue importando gas a valores altísimos. Además, debido a la escasez de este recurso, las empresas de distintos rubros debieron comenzar a turnarse para continuar su producción.
Para colmo, se sumó la tragedia del gasoil, una crisis derivada de factores externos pero que fue complicada aún más por las distorsiones locales. No solo hubo que adaptarse a una suba esperable del precio por una mayor demanda, también se sufrió un fuerte desabastecimiento del gasoil que afectó a todos los sectores de la economía, principalmente a aquellos que son estratégicos para la generación de divisas. Como consecuencia, la logística de transporte y comercialización interna también quedó muy dañada.
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La triste ironía es que todo ello ocurre en un país como el nuestro, en plena emergencia económica, aunque con la capacidad potencial de autoabastecerse en cuanto a la demanda energética.
Sin embargo, no estamos aquí para lamentarnos. En cambio, nos parece sumamente relevante advertir que la Argentina se encuentra ante una gran oportunidad, como bien venimos sosteniendo desde nuestra Federación.
Ciertamente, el país podrá acceder a una dimensión completamente distinta a nivel global cuando consolide tanto el funcionamiento del Gasoducto Néstor Kirchner como la exploración y explotación offshore en las costas de Buenos Aires.
Consideramos que en conjunto estas iniciativas consiguen abrir una ventana histórica hacia la emancipación económica de la Argentina. Por eso respaldamos su plena simultaneidad en el proyecto de país que buscamos como trabajadores y representantes de trabajadores.
En estos tiempos complejos, el Gobierno nacional no puede subestimar ninguna oportunidad. Creemos que le corresponde mirar con mayor atención la continuidad del proyecto offshore de cara a materializar su propia visión. Volver a enfocarse en su desarrollo, más allá del timing político y las idas y venidas vinculadas con el avance del Gasoducto Néstor Kirchner.
Con este rumbo, como representantes de quienes trabajarán en las plataformas, somos los primeros interesados en la seguridad del proyecto. Estamos al tanto de que fueron presentados todos los exámenes y análisis correspondientes para su puesta en marcha.
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Hemos insistido en esta cuestión, porque comprendemos los temores o reservas que se plantean desde la perspectiva ambiental o el sector turístico. Por eso, volvemos a decir que los estándares en torno a esta producción son altísimos, con compañías del tenor de YPF y Shell completamente involucradas en garantizar la seguridad.
Como referencia, además se cuenta con la trayectoria argentina en materia de explotación offshore, actividad en la que jamás se atravesaron contingencias. De nuestra parte, podemos añadir que venimos representando a trabajadores de las cuencas de Río Grande y Magallanes desde los ‘90s. Son años y años en los que no se registró ningún inconveniente.
Pero incluso, si en aras de la conversación debemos imaginar un escenario en que estos problemas ocurren, podemos aseverar que se cuenta con las condiciones para activar salvatajes de inmediato y lograr el mínimo impacto, gracias a las herramientas disponibles en la actualidad.
También vale aclarar que las plataformas no se verán desde la costa bonaerense, que es una de las inquietudes que plantea el sector turístico.
A propósito del diálogo, desde la Federación vamos a seguir participando de espacios como la audiencia pública que se desarrolló recientemente para analizar el impacto de la actividad en Mar del Plata y Bahía Blanca.
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Continuaremos debatiendo en nombre de los trabajadores, con foco en su seguridad y defendiendo la premisa de que debe haber equilibrio entre producción y medio ambiente.
En resumen, llamamos a que se priorice este proyecto en paralelo con el del Gasoducto. Creemos que estamos ante un segundo Vaca Muerta, con la ventaja de que en el offshore el gas no debe ser trasladado a Buenos Aires.
En efecto, tras su debido tratamiento, el gas ya está allí, disponible para abastecer la demanda energética del Área Metropolitana, que es uno de los tantos objetivos previstos para la producción oriunda de Neuquén.
Esta combinación entre el Gasoducto y la explotación offshore puede crear un cambio disruptivo en la estructura productiva del país. De afianzarse, permitiría sustituir las importaciones de recursos energéticos, una solución viable para evitar la desgracia del faltante de gas o de gasoil. Y generaría un efecto rebalse en toda la región, sobre todo, en los puertos de Escobar y Bahía Blanca.
Entonces, en materia energética, ambas ciudades dejarían de ser únicamente destino de las importaciones del costoso Gas Natural Líquido para consolidarse por fin como plataformas de exportación de la producción nacional.
* secretario general del Sindicato de Petróleo, Gas y Biocombustibles de Bahía Blanca