Con Juan Carlos Fábrega se van las esperanzas de buena parte del establishment empresarial y financiero: que se hiciera un ajuste en la política económica para evitar una crisis. El legado del mendocino que aterrizará en las próximas horas en Tupungato es, además, un balance más deteriorado que cuando asumió, según datos de fines de agosto.
El croquis que acompaña este artículo es la réplica exacta de un gráfico, ya convertido en una suerte de documento histórico, que usó Fábrega para transmitirle a la Presidenta sus propuestas. Tras la devaluación del 23% de enero, el mendocino se sentó con Cristina Kirchner y en una hoja le resumió su receta “para llegar a 2015”, tal como repitió varias veces a su equipo. Para tener una inflación moderada, él iría moviendo la tasa de interés (t.i.) siempre algo por encima de la evolución del tipo de cambio (t.c.). Como dibujó a mano alzada, si los precios se movían al 2% mensual, devaluaría en esa proporción y ajustaría el costo del dinero un poco más, para evitar una corrida contra el peso. Su propuesta, se explayó, era una terapia transitoria hasta que llegar a un “ajuste fiscal”, tal como indicaba la flecha que llevaba a esa palabra al final del gráfico. Esa etapa, insinuó siempre Fábrega, la debían encarar “acá enfrente”, en alusión al ministro Axel Kicillof y compañía. En el fondo, su pensamiento era clásico: menos gasto implicaría menos emisión y por ende bajaría la inflación. Una herejía para la mirada del Palacio de Hacienda.
Aunque parte de la oposición lo adoptó ya como un “faro racional” que “ya no contendrá más” otras corrientes en el Gobierno, Fábrega deja una herencia “mixta”: reservas en un nivel aceptable de US$ 28 mil millones, producto de haberse sentado sobre ellas a costa de afectar la producción con la promesa de apoyo chino tras la firma de un intercambio de monedas por tres años y por hasta US$ 11 mil millones; y un patrimonio neto más negativo que cuando asumió. Según datos del propio BCRA, en diciembre los adelantos al Tesoro redondeaban los $ 182.600 millones, y a fin de agosto sumaban $ 217.900 millones. “Los números no son buenos, pero por Juan Carlos no fueron peores”, se excusaba un “viudo” de Fábrega.