Los anuncios de inversión y aperturas de fábricas no abundan. En una Mendoza convulsionada por el cierre de una planta de Arcor, el corte de cinta de Simplot, que produce papas fritas congeladas, fue la excepción. La empresa, 50% en manos de Fabio Calcaterra, primo de Mauricio Macri, no responde al momento electoral. “Tenía la planta lista y por eso inauguro en este momento, porque hay que vender para poder pagar”, aseguró a PERFIL durante la apertura en Luján de Cuyo.
La inversión para la fábrica de Simplot fue de U$S 140 millones y tiene una facturación prevista de U$S 120 millones para 2020. “Es un proyecto que se inició hace cinco años”, asegura el representante de Simplot Argentina, que detalla que las condiciones climáticas de Mendoza son ideales. El gobernador Alfredo Cornejo se ilusiona con que las papas fritas pasen a ser la segunda exportación de la provincia, detrás del vino y desplazando al ajo y al petróleo.
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Calcaterra -hermano de Angelo, uno de los arrepentidos en la causa de los cuadernos- asegura que no tiene trato preferencial por el vínculo presidencial. “Al contrario. Fui al Banco Nación y el Provincia, que sería lógico que me dieran un crédito (por el proyecto), y los dos me rechazaron la propuesta por una connotación política. Así como se dice que se diferencia, también se diferencia para mal. Esos bancos deberían ser motores de la economía y no lo están siendo”, destaca en la inauguración de la fábrica sobre la Ruta 7. Sin embargo, logró el respaldo comercial del BICE, el Banco de Inversión y Comercio Exterior, entidad nacional, y el Banco Ciudad, bajo la órbita del gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta, además de bancos privados como el HSBC y el Galicia, entre otros. “Quizás fue algo puntual en ese momento”, acepta.
“Vengo trabajando en esto hace 25 años. Veo a la Argentina en un proceso difícil, donde hay cosas que están bien y otras que están mal. Estructuralmente hay cosas que cambiaron. el tema energético cambió, con las energías renovables y eso es clave para establecer industrias. Hay buenas expectativas”, explica.
Del otro lado, computa las altas tasas de financiamiento y los impuestos. “Una industria necesita crédito y tener impuestos que sean eficientes, tanto directos e indirectos. Al exportar tenemos la posibilidad de financiarnos con prefinanciación para exportación y eso facilita. Pero sigo pensando lo mismo que antes”, dijo en relación a una entrevista de La Nación en febrero donde había dicho que “con el nivel de altas tasas la economía argentina es inviable” y que “la carga tributaria es muy alta”.
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Pese a la coyuntura económica, señaló que el proyecto no responde a los vaivenes de la Argentina. “Hace un año y medio se empezó con la construcción de la planta. La inversión se pensó para 30 años, no para dos años”. Entre el 70 y 80% será para exportación, sobre todo a Brasil, destino de la mitad de la producción. “Esperamos que Brasil crezca pero no está tan claro”, reconoce.
Simplot empleará a 250 personas de forma directa y 2.500 indirectos. Frente al cierre de la planta de Arcor, sostiene que en Mendoza se ve más producción. “A veces la decisión tiene que ver con el proceso industrial”, agrega. El gobierno provincial le otorgó un bono fiscal -que puede aplicarse a impuestos-, que según Calcaterra representó “sólo el 2% de la inversión”.
Mientras esperan llegar al 50% del market share de la Argentina y un 30% en la región, sus socios estadounidenses se muestran pacientes con el país. “Creen que lleva mucho tiempo cambiar temas que son culturales y que hoy persisten”, concluye Calcaterra.
CP