Algunos sindicalistas los bautizaron "los pibes de la devaluación". Los economistas más entrados en años les apuntan porque no vivieron el Rodrigazo, otros por su soberbia. Los jóvenes –van de los 31 a los 42– a los que Cristina Fernández pide apostar tomaron también bajo su ala la responsabilidad de capear la crisis y, si sale bien, posicionarse en un mundillo económico dividido entre ortodoxos y una vieja guardia heterodoxa que para ellos quedó desactualizada.
Todos fueron a la UBA. Los más “viejos” se recibieron durante el menemismo, como el caso del ministro Axel Kicillof, y por eso entre sus diplomas de militancia está el de haber hecho frente a la doctrina del neoliberalismo a la que siempre recurre para contrastar con los anuncios que lleva adelante. Los más jóvenes son hijos del kirchnerismo. Entraron en la facultad con la crisis de 2001 y después de la devaluación de 2003, se recibieron con crecimiento pleno. Si bien penaron como adolescentes la crisis en la que derivó la convertibilidad, para cuando entraron al mundo laboral la economía crecía a tasas chinas, con la inflación como un mal menor.
En dos meses, el nuevo gabinete económico se repartió las tareas y, por distintos motivos, fueron ganando visibilidad. Reemplazar a Guillermo Moreno no era fácil. Pero con la tarea de resguardar los precios en un país con una inflación que hace años no baja del 25% según las estimaciones privadas, el secretario de Comercio, Augusto Costa, no tiene mucho que envidiar de su antecesor.
Sale de su casa en Almagro poco después de las 7 y se reúne con distintos sectores. Tan sólo en los últimos días desfilaron por el despacho de Diagonal Sur muchos de los empresarios que, post devaluación, subieron precios. Supermercados, proveedores de insumos difundidos como el acero, laboratorios, el sector cárnico, automotrices, químicas, fabricantes y comerciantes de electrodomésticos, entre otros. En cada reunión, el Gobierno presionó para que retrotrajeran los aumentos al 21 de enero, antes de la devaluación que, entre ese martes y jueves, llegó a un 16% y dejó el dólar oficial en 8 pesos.
De la mano de Costa, Ariel Langer, el subsecretario de Comercio Interior, tiene a su cargo el control de los “precios cuidados”, que sumó intendentes, militantes y que promueve, esta vez, que cada uno cuide su bolsillo desde distintas campañas. La otra herencia de Moreno, el manejo del Comercio Exterior, descansa en Costa y la subsecretaria Paula Español, que estuvo en Cammesa, en el sector eléctrico, y reemplaza a la morenista Beatriz Paglieri. En el sector importador aseguraron que “se está ordenando” el sistema –o falta de él– que había impuesto el ex “supersecretario”, hoy designado agregado comercial en Italia. Costa hasta mandó que se ordenara el despacho. “Descolgó toda la parafernalia anti-Clarín”, aseguraron quienes se reunieron con él y Español en la oficina del segundo piso.
Las compras de energía no están en duda. Tampoco las de insumos para la industria –una de las diferencias entre la nueva gestión y la actual–. El encargado de articular con el Julio De Vido en energía es el segundo de Kicillof, el secretario de Política Económica y viceministro Emmanuel Alvarez Agis, quien, ya con menos cortes de servicio, el jueves arrancó más relajado que Costa, después de una sesión de ejercicio. El “pendex”, como le dicen los “devidistas” (es de mayo del ’81), también recibe el apodo de “guardaespaldas” o –en su versión más despectiva– “patovica”, también tiene a su cargo el lavado de cara del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La semana pasada se reunió, junto el secretario de Legal y Técnica, Federico Thea, con los técnicos desplazados del organismo.
Entre las últimas decisiones, frenaron un concurso para el pase a planta permanente de unas 200 personas que fueron contratadas por la intervención que lideró Moreno y que dejó a Ana María Edwin y Norberto Itzcovich a cargo. El próximo 13 de febrero se conocerá el primer índice del nuevo índice de precios al consumidor nacional (IPC-Nu), pero según aseguraron fuentes del organismo “se sigue trabajando con los mismos funcionarios de Moreno”, si bien se sumarán las mediciones de institutos provinciales y universidades.
Fuera de los dólares comerciales, el Gobierno encara una nueva etapa, la de conseguir dólares frescos. El fin del desendeudamiento y la búsqueda de new money corren por cuenta de Pablo López, el secretario de Finanzas –denostado por el conservador establishment bursátil–, que debe captar dólares frescos, todavía en sintonía con el ex ministro Hernán Lorenzino y el ahora coordinador del área de deuda, Adrián Cosentino, que mantienen a su cargo el bagaje de canjes y fondos buitre.