La pérdida de reservas que llevó a tomar las últimas medidas para la reestructuración de deuda de las empresas y una percepción del 35% para el dólar ahorro generó la idea de “acelerar” un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que incluya fondos frescos para reforzar al Banco Central y a la vez llevar los vencimiento con ese organismo a un largo plazo. Tanto fuentes de Gobierno como del gabinete económico admitieron a PERFIL que en estos últimos días esa iniciativa ha tomado más impulso.
Según los economistas, las reservas netas son menores a US$ 4 mil millones. En un clima de creciente preocupación por la situación de las reservas monetarias y con diferencias de evaluación entre el Ministerio de Economía y el Banco Central, la caída de las reservas líquidas y la salida de capitales es un frente de tormenta que lejos de “aquietarse con la aplicación del supercepo cambiario”, se sigue incrementando.
Ante este panorama, en esta última semana, a la par de las decisiones cambiarias y la presentación del Presupuesto, funcionarios del gabinete económico tuvieron contactos con el Fondo Monetario para darle más “celeridad” a las conversaciones para “apurar” un nuevo acuerdo, ya que las reservas líquidas reales del país no superan los 7.000 mil millones de dólares. Los contactos son permanentes pero no hay fecha para una misión virtual, aclaró el FMI.
Según admiten en Gobierno, el objetivo ha cambiado con relación a un nuevo acuerdo con el organismo, ya que ahora se buscará plantear que haya “fondos frescos” los cuales podrían orientarse a cancelar parte de la deuda asumida por el gobierno de Mauricio Macri y, por otra parte, a reforzar las reservas monetarias. “Esto se va a conversar profundamente en menos de un mes cuando se realice una nueva reunión del FMI y del Banco Mundial”, resaltó una de las fuentes consultadas.
Bilateral. A mediados de octubre se concretará, en forma virtual, una nueva reunión de ambos organismos y ese sería el escenario ideal para que Argentina pudiera avanzar en nuevo acuerdo.
Por lo pronto, desde el FMI se limitaron a decir esta última semana que evaluará las últimas decisiones adoptadas por la Argentina en materia cambiaria y las proyecciones incluídas en el proyecto de Presupuesto para el próximo año.
Un funcionario del equipo económico consideró que un acuerdo de largo plazo y de asistencia implicará asumir determinados compromisos y “algunas modificaciones estructurales”.
“No hay posibilidades de acuerdo de largo plazo con el Fondo si no se incluyen determinadas reformas, aunque lógicamente eso se puede dialogar y acordar”, admitió.
Dentro del Gobierno hay confianza en el excelente diálogo que tiene el ministro de Economía, Martín Guzmán, con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien dio un notable y “sorprendente” respaldo a la Argentina en la árdua negociación con los acreedores externos.
En Gobierno aseguran que dentro del organismo hay un fuerte reconocimiento a la gestión de Guzmán en la negociación de la deuda, la cual logró, tanto en la legislación extranjera como local, un nivel de reestructuración del 99 por ciento.
Pero sin dudas que el sabor amargo tras ese resultado exitoso es que el país sigue perdiendo reservas monetarias y el riesgo país trepó a más de 1.200 puntos básicos, nuevamente en niveles de default, cuando Argentina recién comenzará a pagar vencimientos en el próximo año.
Internas y pases de factura
Con el vendaval que empezó a sufrir el BCRA en las últimas semanas, las diferencias entre esa entidad y el Ministerio de Economía se hicieron más evidentes.
En ambos sectores de la conducción de la política económica se admite que hay pases de factura y que finalmente el presidente Alberto Fernández no tuvo más remedio que aceptar la receta del “supercepo” que impuso Miguel Pesce, titular del BCRA.
Hubo claras diferencias entre Guzmán y Pesce en los últimos 60 días con relación al mercado cambiario, ya que desde Economía critican el manejo de la política cambiaria del BCRA.
Desde la autoridad monetaria, en cambio, le pasan factura a la gestión de Guzmán “por el tiempo que llevó la negociación de la deuda, lo que profundizó la desconfianza del mercado”. “Tampoco se cumplió la previsión de Economía, ya que se consideraba que con la reestructuración de la deuda el mercado se calmaría y que no había ninguna necesidad de medidas más restrictivas”, aseguraron desde la autoridad monetaria.