Con la compra de MacAir, la aerolínea de la familia Macri, Germán Efromovich, dueño de Avianca, ya había hecho bastante ruido. Pero hoy, en una entrevista con varios medios argentinos en el microcentro porteño, este empresario boliviano de 65 años, criado en el norte de Chile y con larga trayectoria entre Colombia y Brasil, dejó en claro que no conoce las medias tintas: al anunciar que desde el 11 de julio su empresa empezará a operar rutas de cabotaje, dejó definiciones insólitas para un hombre que llega a invertir en el país.
Por ejemplo, consultado por las denuncias de presuntos conflictos de intereses, contestó como pocos políticos lo harían si aspiran a tener futuro: “Hay muchos malos argentinos que están acostumbrados a mamar del pecho de la vaca que se llamaba gobierno”, dijo. y hasta elevó su análisis a un tono que nadie en la Casa Rosada se animaría: “Esta fue la quinta economía de la Tierra, y en los últimos 60 años la destruyeron; tienen todo para volver a serlo, es cosa de laburar, en vez de reclamar, en vez de gritar falsas acusaciones con imaginación maquiavélicamente fértil”.
Tras la compra mediante un fondo de inversión presidido por Efromovich, MacAir se convirtió en Avian Líneas Aéreas y pidió rutas para operar en el mercado doméstico. Mantuvo como CEO a Carlos Colunga, el histórico piloto de Franco Macri, el padre del presidente. Antes de la audiencia pública donde se discuten las rutas, la entonces CEO de Aerolíneas Argentinas, Isela Costantini, que se oponía al avance de las aerolíneas low cost porque amenazaban a la aerolínea de bandera, salió eyectada. Y después sobrevinieron denuncias por presuntos conflictos de interés en torno a una empresa que había sido comprada en US$ 10 millones cuando no tenía las rutas que luego le asignaría el gobierno del presidente cuya familia había vendido.
Ahora, Avian tiene todo listo para empezar a operar el 11 de julio, en principio con seis aviones de 75 plazas cada uno, lo que supone una inversión de US$ 25 millones por aeronave, más US$ 40 millones en sistemas. Esperan emplear unas 500 personas en forma directa al menos hasta fin de año. Prometen romper el mercado con ofertas agresivas y fuertes promociones. Efromovich se jacta de haber arrancado con 30 aviones viejos hace diez años y hoy tener 200 nuevos. Esta es la, por momentos, desopilante charla con el empresario.
—¿Cómo vivió las denuncias por conflictos de intereses sobre la compañía?
—Muy desilusionado. ¿Qué está pasando aquí y me gustaría que lo registren bien? La Argentina quiere salir adelante. Quiere volver a ser lo que fue hace 60 años, la quinta economía del mundo. La impresión es que el presidente Macri quiere hacer eso, pero las herencias antiguas, hay muchos malos argentinos que están acostumbrados a mamar del pecho de la vaca que se llamaba gobierno en cuanto otros trabajaban, y a estos no les gusta el cambio, porque no les interesa el cambio, porque no quieren laburar, no quieren salir adelante, no quieren acomodarse. Estas personas plantan mentiras o falsedades como la historia del supuesto conflicto de intereses. Ahí no había conflicto de intereses. Para nosotros sería una honra que el grupo Socma fuera socio nuestro. Lo diríamos. No hay ningún pecado en ser socio de una empresa. No habría cómo obtener beneficios del gobierno porque nosotros no construimos carreteras, ni túneles, ni puentes. Salvo que el presidente Macri vendiera tickets en el obelisco por tres horas.
—Pero si usted pagó US$ 10 millones por una empresa que no tenía rutas y que es viable luego de que el gobierno, cuyo presidente es de la familia que le vende la compañía, le da las rutas.
—Yo compré una empresa para volar pasajeros y hacerla crecer, sí señor. Eso es verdad. Cuando yo compré en Brasil tampoco tenía las rutas, pero para tener las rutas tuvimos que invertir US$ 150 millones en aviones, certificarnos de acuerdo con la ley y con las reglas, y los únicos que entregaron los papeles completos fue Avianca.
—Pero usted dice que no entiende el conflicto de intereses. Pero una familia le vende una aerolínea que no tiene rutas. Un miembro de esa familia es el presidente del gobierno que luego le da las rutas. ¿No puede verse ahí un conflicto de intereses?
—Esa es la cabeza maquiavélica de alguien, porque la familia vendió una empresa, y el Gobierno tiene que dar las rutas a quien tiene una empresa, si es de la familia o el Espíritu Santo no importa. Se compró una empresa que tenía una licencia y que tenía una licencia una posición en aeroparque y hacía rutas regionales. Lo que hicimos fue tomar esa empresa fue hacerla crecer y en una empresa que podía conectar y es lo que estamos haciendo. Y obvio que queremos que esas rutas valgan y que la empresa crezca. Estamos aquí para eso.
—¿Van a competir en rutas con Aerolíneas?
—Eventualmente vamos a tener que cruzarnos en algunas troncales y habrá competencia saludable. El argentina va a tener alternativas, sin duda. Cuál es la diferencia de que el gobierno le de una ruta a Avian o una Andes, por decir cualquiera. Cuál es la diferencia en términos de la supuesta denuncia. Es gente mala, son los malos argentinos los que hacen eso, son los que no quieren que el país crezca. Es una concesión para explotar un servicio con las reglas del país. Este país estuvo cerrado por años. El mundo se abrió de nuevo. Esta fue la quinta economía de la Tierra, y en los últimos 60 años la destruyeron. Tienen todo para volver a hacerlo. Es cosa de laburar, en vez de reclamar, gritar falsas acusaciones, imaginación maquiavélicamente fértil. Tenemos que doblarnos las mangas y trabajar.
—¿Cómo imagina su relación con los gremios?
—Me reporta mi gente que estamos en una excelente relación. No tenemos problemas. Tanto en Brasil como en Colombia. Hay conflictos puntuales pero son naturales que siempre van a ocurrir. Diferencias de opiniones.
—Imagine que empleados de Aerolíneas Argentinas pierden su empleo por la competencia de las low cost, y quieren conseguir trabajo en su compañía. ¿Van a conseguir las mismas condiciones laborales?
—No sé, no creo saberlo y no me preocupa la competencia. Tendremos nuestro plan de carrera, nuestro salario y nuestras condiciones. Quien quiere trabajar y crecer con nosotros, bienvenido. Si es mejor o peor que los otros no sé ni quiero saber. Todas las empresas van a a tener que acomodarse a la realidad. Si la Argentina quiere abrirse no puede ser diferente del mundo entero. Tiene que acomodarse a una realidad. No cerremos los ojos. Uno ve gente diciendo “aumentaron las cuentas” pagaba 10 pesos y ahora pago no sé cuánto. Pero el mismo señor, por el cable pagaba 900 pesos y eso es normal. La gente tiene que caer en la realidad, algún día iba a pagar esa cuenta, no existen milagros. Para nosotros existe una planilla, un mercado y ley de oferta y demanda. Funciona, hasta los chinos se dieron cuenta de eso.
—¿Usted viene a invertir enojado o entusiasmado?
—Muy entusiasmado.
—Suena raro un empresario que llega con el mensaje de “tienen que ponerse a laburar”.
—No no… no vengo enojado. Le estoy diciendo una cosa que es real. Si queremos una Argentina abierta..
—Pero es más un mensaje de un político de acá, que de un inversor extranjero. ¿Es una estrategia de venta?
—No es una estrategia de venta. Es una realidad, y la realidad choca.
—¿Por qué decidió que Colunga siga al frente de la empresa? ¿En algún momento de las denuncias debió convencerlo para que se quede?
—Si hubiera pasado eso no se lo contaría, es un problema de marido y mujer y se resuelve en la cama. Pero en ningún momento pasó por la cabeza ni hubo un pedido de irse de la compañía, porque el que no debe no teme. Escoger a Carlos fue continuación porque conoce la compañía, continúa la operación, es experiente, es aviador, es dinámico. Conozco mucha gente de la mitad de su edad que no aguanta llorando la mitad de lo que Carlos aguanta riendo.
(*) Editor Jefe de Economía de PERFIL. Twitter: @jairostraccia