Agentes internacionales están dispuestos a financiar la gran cantidad de inversiones en descarbonización que deben realizar el gobierno y las empresas del sector privado de Argentina para que el país alcance sus ambiciones declaradas de ser neto cero en 2050, pero estas entidades están siendo lentas en desarrollar los planes de inversión necesarios.
Esta es una de las principales conclusiones de un informe de Janus Henderson, que analiza el tamaño total del mercado mundial de 1 billón de dólares en emisiones climáticas, incluidos los bonos verdes y los instrumentos sostenibles.
Los resultados sugieren que la lentitud de los factores de la oferta es la razón por la que los países de América Latina van a la zaga de otros mercados en cuanto a la financiación de sus compromisos de descarbonización de la COP26. Sólo 45.000 millones de dólares de 1 billón de dólares de emisiones de los mercados de capital de deuda internacionales han procedido de América Latina.
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"Las limitadas ambiciones políticas y la falta de financiación del sector privado han frenado un progreso más rápido de la descarbonización en América Latina", afirma Jennifer James, gestora de la cartera de deuda de mercados emergentes de Janus Henderson. "La cuestión no es la demanda, sino la oferta: hay pocos países latinoamericanos que hayan emitido cantidades significativas de deuda sostenible en moneda fuerte. Aunque la región cuenta con algunos mercados que han sido emisores activos en este espacio de renta fija, Argentina ha visto muy poca emisión. Esperamos que esto cambie a medida que los emisores argentinos se den cuenta de la disponibilidad de fondos con mandato ESG que podrían utilizarse para financiar la amplia gama de proyectos que deberán implementar si el país quiere cumplir con su objetivo de cero neto."
Hasta la fecha, Argentina ha emitido 735 millones de dólares del total de 45.000 millones de la región. Chile es el mayor emisor de bonos climáticos de la región -con una emisión total de 9.000 millones de dólares-, que sigue siendo una cantidad baja dada la escala de sus necesidades de financiación verde. Brasil es el segundo mayor emisor de bonos climáticos de la región, con 8.700 millones de dólares de bonos en circulación.
Sin embargo, el informe también muestra que la región es un valor atípico positivo en otras cuestiones relacionadas con el clima cero. En varios países grandes y muy poblados, la región cuenta con un porcentaje significativo de energía renovable en el consumo total de energía final, impulsado principalmente por la generación de electricidad mediante energía hidráulica.
En Argentina, a pesar del fuerte crecimiento reciente de la energía solar y eólica, la dependencia histórica de las fuentes de energía térmica sitúa la combinación de energía renovable del país en un nivel relativamente bajo, el 10.8%, y Paul LaCoursiere, Director Global de Inversiones ESG de Janus Henderson, afirma que los inversores internacionales están dispuestos a invertir en nuevos proyectos energéticos para aumentar aún más esa proporción: "La 'bancabilidad' de los proyectos es una cuestión que debe abordarse y, aunque hay varios proyectos a gran escala en marcha en países como Chile y Colombia, el conjunto de proyectos invertibles sigue siendo limitado por ahora en relación con otras regiones del mundo, especialmente en Asia."
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Para los especialistas, los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de emitir nuevos bonos verdes y de sostenibilidad, de crear nuevos puntos de referencia y de permitir que la emisión corporativa venga detrás y aproveche las nuevas bolsas de liquidez de los inversores que ahora están disponibles para los productos de renta fija relacionados con ESG.
"Cuando se trata de financiar las iniciativas de descarbonización, creemos que los soberanos tienen un gran papel que desempeñar; los países pueden obtener deuda a niveles más bajos y ayudar a establecer un tipo de referencia para otras entidades", afirma LaCoursiere, quien señala que el reciente acuerdo de Argentina con el FMI podría allanar el camino para un renovado acceso de los soberanos a los mercados internacionales de capital de deuda, y que las estructuras ESG podrían ser una buena manera de volver a atraer a los inversores.
Asimismo, sostiene que el aumento de los costes puede conllevar la innovación en la renta fija -como la prima de transacción (o "greenium") y los costes adicionales de cumplimiento al informar sobre el progreso respecto a cualquier objetivo incluido en los convenios de un bono- puede hacer que los potenciales emisores del sector privado se muestren reticentes a ser los primeros en emitir dichos bonos. Por lo tanto, las entidades soberanas o cuasi-soberanas deberían desempeñar el papel vital de crear plantillas de mercado y educar a los inversores y emisores por igual.
Por último, destaca que una mejor coordinación de las políticas reguladoras y fiscales nacionales a nivel regional facilitaría la capacidad de los inversores internacionales para entrar en las obligaciones del mercado local y, por tanto, aumentaría la liquidez de estas transacciones.
RM