Los importadores de insumos están en una verdadera encrucijada. Con la escasez de fertilizantes y la subida de los precios, algunos agricultores latinoamericanos tendrán que tomar decisiones difíciles si las tensiones del mercado persisten.
Mientras tanto, superpotencias agrícolas del mundo se encuentran divididas sobre si deberían aplicar sanciones a los fertilizantes rusos en un momento en el que el aumento de los precios amenaza con trasladarse a los alimentos e impulsar así aún más la inflación.
Rusia, hoy en guerra con Ucrania, es uno de los principales productores nitrogenados de la Unión Europea y del mundo. Su producción representa una cuarta parte del comercio mundial.
El aumento del precio del gas pone en riesgo la producción de fertilizantes en Europa
“Lo que espera África o América dentro de un año parece trágico”, predice un comerciante de fertilizantes de Ginebra. Los precios de la urea, la potasa y el fosfato se dispararon entre 30% y 40% desde el inicio de la guerra en Ucrania, habiendo alcanzado ya máximos históricos a finales de 2021.
A esto hay que agregarle el aumento de los precios del gas, que es vital para la fabricación de los abonos nitrogenados.
La tensión en el mercado radica en el cese de las exportaciones de Ucrania y, sobre todo, de Rusia, cuyo oleoducto hacia el Mar Negro fue clausurado. En ese contexto, ya dramático, Moscú le pidió a los productores de fertilizantes rusos que dejen de exportar.
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El pedido del Kremlin a los productores se suma a la imposibilidad de vender al exterior, ya que tres de los cuatro propietarios de empresas de fertilizantes rusos han sido alcanzados por las sanciones, lo que hace que los bancos sean mucho más cautelosos.
India, Brasil y el continente africano son los especialmente vulnerables
La crisis está penalizando al fabricante de fertilizante Office Chérifien des Phosphates (OCP) de Marruecos y, a su vez, a sus clientes. La OCP suele abastecerse de potasa rusa y bielorrusa para fabricar NPK, un abono que se vende sobre todo en países de África occidental.
Brasil, que importa 12 millones de toneladas de potasa al año, suele obtener la mitad de sus suministros de Rusia. Por eso aboga por mantener los nutrientes de los cultivos libres de sanciones en nombre de la seguridad alimentaria.
La misma preocupación plantea India, el otro gran importador de fertilizantes, que acaba de aumentar sus compras a Canadá, Israel y Jordania para satisfacer sus necesidades, que el Ejecutivo estima en 30 millones de toneladas.
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En menor medida, Europa también está preocupada. En 2021 ya existían algunos problemas en cuanto la producción de fertilizantes en el viejo continente. La fuerte demanda y los altos costos de insumos dispararon los precios, generando una gran preocupación por la seguridad alimentaria.
Estados Unidos, por otra parte, se inclina por subir la apuesta contra Rusia y gravar los fertilizantes de ese país, pues la nación liderada por Joe Biden presenta condiciones distintas al autoabastecerse de fertilizantes, por lo que no sufriría la crisis actual.
China podría también salir mejor parada que los demás Estados que enfrentan este problema, gracias a sus buenas relaciones con Rusia.
Con información de rFI