La Secretaría de Energía prepara una iniciativa para evitar la cartelización las principales empresas del mercado de combustibles: YPF, la petrolera controlada por el Estado, Shell (recientemente adquirida por la brasileña Raízen) y Axion Energy, del grupo Bridas. El titular de la cartera, Javier Iguacel, está disconforme con el último aumento de las naftas y gasoil registrado la semana pasada, de entre un 9,5% y 12%. Por eso, estudia una batería de medidas para diferir o amortiguar próximas subas en surtidores. “Queremos favorecer la competencia”, se limitaron a responder fuentes de la cartera.
Sin embargo, pese a eso, los combustibles volverían a aumentar la semana que viene. Y el motor de esa suba será, paradójicamente, una decisión del propio Gobierno.
Es que el lunes se publicaría en el Boletín Oficial una resolución que aumenta hasta un 16% el precio del biodiésel que se mezcla con gasoil, según indicaron a PERFIL fuentes gubernamentales y del sector privado. Si se concreta esa actualización, la decisión de las petroleras es trasladar ese incremento, de forma automática, al precio del gasoil. “No nos queda otra. El biodiésel representa un 10% de nuestra estructura de costos”, señaló el gerente de una compañía. Sobre esa base, el incremento del gasoil en las estaciones de servicio orillaría el 2%. Pero no está claro que Iguacel vaya a consolidar un nueva alza en las pizarras.
Con todo, es probable que termine mediando el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, que quiere evitar una escalada de la tensión con las petroleras. “No es adecuado en este momento”, comentaron allegados a Hacienda.
La actualización del precio del biodiésel llega en un momento inoportuno. Sería la segunda alza en semanas consecutivas: el lunes pasado aumentó un 7%. Con la suba prevista para el lunes, el incremento total superaría el 20%; más que los combustibles. “Es difícil de entender”, se lamentó otro encumbrado ejecutivo del sector.
Lobby sojero. Los principales productores de biodiésel son también los grandes exportadores de soja y derivados. Desde lo técnico, los privados explican que este nuevo aumento del biocombustible responde a que en la suba anterior no se trasladó el impacto de la devaluación –el salto del dólar desde 31 a 38 pesos– sobre el valor del aceite de soja. Las petroleras trazan una mirada política y cargan sobre el lobby de los grandes grupos exportadores de soja. Según su interpretación, que es compartida en algunos despachos oficiales, la suba del 16% del biodiésel es la moneda de cambio que ofreció el Ejecutivo tras el incremento de la carga impositiva sobre la exportación de oleaginosas.
En el año, la nafta ya aumentó un 50%, y el gasoil, 45.