“Con el dólar a $ 38 la nafta debería costar 55 pesos. ¿Evalúan restablecer un barril criollo (un precio interno más bajo que el internacional) para regular el precio de los combustibles?”, preguntó Eduardo Barreiro, especialista en hidrocarburos, al final de la presentación de Javier Iguacel en el Club del Petróleo, la exclusiva organización que da membresía a los principales ejecutivos de la industria. La consulta, ayer al mediodía en el Hotel Sheraton de avenida Córdoba, en pleno centro porteño, no descolocó al ministro de Energía, que contestó sereno. “No va a haber barril criollo”. Descartó así un control de precios o intervención directa del Gobierno en el mercado petrolero.
Sin embargo, la devaluación de esta semana puso a las petroleras frente a la necesidad de aplicar un aumento significativo de las naftas y el gasoil para defender la operatoria de un negocio dolarizado como el hidrocarburífero. Para meter más presión, ayer la AFIP actualizó el Impuesto a los Combustibles (aumenta de manera trimestral en función de la inflación acumulada en el período que mide el Indec).
La suba podría concretarse en dos tandas: una menor en las próximas horas (de 1% o 2%) para trasladar sobre el precio final de los combustibles la actualización impositiva. Y un segundo incremento, más significativo, en la próxima semana. “Con este dólar, el atraso en surtidores contra el import parity (paridad de importación) llega al 40%. La nafta súper en Buenos Aires debería costar cerca de 42 pesos”, proyectó el gerente comercial de una petrolera.
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YPF, el mayor jugador del mercado (vende 6 de cada 10 litros que se despachan), la vende apenas por encima de los 30 pesos. La angloholandesa Shell, que compite con Axion Energy por el segundo lugar del ranking, es la que tiene mayor presión porque no tiene producción propia de crudo. Depende del petróleo que le compra a terceros. Entre los estacioneros que operan bajo la red de Shell (que fue adquirida por la brasileña Raízen) estiman que la suba en los próximos días podría superar el 10%. En YPF se tomarán unos días (hasta mediados de la semana que viene) para ver cómo se estabiliza –si es que lo hace– el tipo de cambio antes de definir la envergadura de la suba. Lo probable, en cualquier escenario, es que, al igual que lo que sucedió en mayo, se deteriore gradualmente la red de suministro de combustibles.
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“Dólar tarifa”. La devaluación también tiñó de incertidumbre la discusión sobre los próximos aumentos de las tarifas de gas. Antes de esta nueva escalada del dólar, el Gobierno había bajado la instrucción de autorizar una suba del 25% en octubre. Distribuidoras y petroleras venían negociando una readecuación de los contratos de suministro en base a ese parámetro. Pero con el dólar fluctuando sobre los 40 pesos, la negociación amenaza con convertirse en vacua. Para salvar la situación, la mayoría de las empresas –YPF, PAE, Total y Winter–shall, por el lado de las petroleras, y Metrogas, Camuzzi, EcoGas y GAS Ban, por el lado de las distribuidoras– están de acuerdo en fijar las nuevas tarifas residenciales del gas en base a un dólar de 31,50 pesos. “Tenemos que avanzar al menos en lo que ya habíamos negociado. Es preferible fijar un dólar-tarifa de $ 31,50 (un 20% más barato que la cotización al cierre de ayer) antes que no resolver nada”, justificó el gerente general de una petrolera. Es probable que parte de esta línea argumentativa se presente el martes próximo en la audiencia pública que se realizará en Buenos Aires para presentar los criterios técnicos de las nuevos cuadros tarifarios.
