ECONOMIA

Signo de los nuevos tiempos: el hermanamiento de China y Brasil

La visita a China del presidente brasileño Lula da Silva cristalizó en una geminaçao (hermanamiento) que va a suponer un importante impulso a las relaciones bilaterales, pero también una intensificación de los compromisos y apoyos mutuos para influir en mayor medida en la gobernanza global. Los líderes de ambos países, unidos por importantes relaciones comerciales, aspiran a transformar el orden mundial para hacer valer los intereses de las naciones emergentes, como dejaron entender durante su reunión en Pekín.

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Hermanamiento de China y Brasil | Twitter

Los liderazgos de ambos países asumen que no se puede perder más tiempo para ganar profundidad en la transformación estratégica del orden global, dando pasos decididos hacia la multipolaridad. Ese convencimiento y premura han quedado de manifiesto en la rápida reprogramación de la visita de Lula a Pekín, tras una indisposición que le obligó a posponer la cumbre. Esta fuerte motivación contrasta con la demora aplicada a la visita del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, aún pendiente tras ser suspendida a consecuencia del incidente del globo espía, según la denuncia de Washington.

Relanzamiento bilateral

China y Brasil mantienen una relación que ha crecido vertiginosamente en lo que va de siglo XXI. Si bien durante el mandato de Jair Bolsonaro esta se desgastó, lo cierto es que incluso entonces la fuerte inercia comercial sirvió de amortiguador de las controversias políticas.

La de Brasilia es una de las pocas economías de la región y del mundo que puede presumir de una balanza comercial positiva con China, en virtud, sobre todo, de la importante exportación de soja y minerales.

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Brasil llegó a ser, en 1993, el primer país en desarrollo en establecer una asociación estratégica con China, así como el primer país latinoamericano en forjar una asociación estratégica integral en 2012. Hoy es el primer país latinoamericano cuyo comercio con China ha superado los 150.000 millones de dólares (9.000 millones en 2004). La relación con China representó el 26,8% del total de las exportaciones brasileñas en 2022. Para China, Brasil es el mayor socio comercial y el principal destino de inversión en América Latina, en tanto que Beijing se ha mantenido como el mayor socio comercial del país sudamericano durante catorce años consecutivos.

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Entre 2005 y 2021, Brasil fue el cuarto mayor receptor mundial de inversiones chinas. Pero de 2007 a 2021, el 76,4% de ellas se concentraron en el sector energético (electricidad y extracción de petróleo y gas), mientras que solo el 5,5% se destinó a la industria manufacturera y el 4,5% a infraestructuras. Ambas partes mantienen una cooperación activa en una amplia gama de campos como petróleo y gas, electricidad, agricultura, infraestructura, comunicaciones y tecnología, y, al mismo tiempo, están promoviendo nuevos factores de crecimiento en economía digital, desarrollo verde e innovación tecnológica, entre otros.

El reto de ambas partes es dar el salto a una relación económica cualitativamente más rica y relevante, que se emancipe de la reprimarización y apueste por la elevación de su calidad, con especial foco en las nuevas tecnologías (Lula visitó Huawei en Shanghái) y también en ámbitos clave como las industrias verdes o la protección ambiental. La red 5G respaldada por tecnologías de Huawei ha cubierto la mayor parte de Brasil.

Hay en ese sentido tres variables que destacan de esta visita. Primero, la implicación china en la reindustrialización de la economía brasileña mediante la transferencia de tecnología, teniendo en cuenta al mismo tiempo el medio ambiente y la crisis climática. En el Palacio de Planalto lo denominan “neoindustrialización”. Ningún otro país reúne las condiciones financieras, industriales y tecnológicas de China para cooperar con Brasil en este ámbito. Hay numerosos sectores prometedores como vehículos eléctricos, tecnología de la información, 5G, energías renovables, aeroespacial, biomedicina y semiconductores.

Segundo, un eje social sustentado en la lucha contra la pobreza. Tras salir del Mapa Mundial del Hambre de la ONU en 2014 gracias a las políticas del PT, 33 millones de brasileños volvieron a caer en este lastre en el transcurso del periodo de Bolsonaro. Hoy, cerca de 120 millones sufren algún tipo de inseguridad alimentaria. China ha acumulado un enorme conocimiento sobre políticas públicas en este terreno del que los brasileños pueden extraer un valioso aprendizaje, en particular su programa de alivio selectivo de la pobreza.

Tercero, el acuerdo suscrito para avanzar en la reducción de la dependencia mutua del dólar a través del incremento del uso de las monedas respectivas en el comercio e inversiones bilaterales. Esa decisión política afrontará el duro reto de su implementación efectiva. El dólar se utiliza en el 84,3% del comercio mundial, según datos recientes publicados por el diario británico Financial Times. Pero la participación del yuan se ha más que duplicado desde la invasión de Ucrania, de menos del 2% al 4,5%, reflejo del mayor uso de la moneda china en el comercio con Rusia.

Por el momento, ha quedado en el aire la adhesión de Brasil a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que podría llegar más temprano que tarde. Actualmente participan en ella 21 países de la región, tras sumarse Argentina en 2022.

En Lula, Xi encuentra un interlocutor afín con quien proyectar una cooperación mucho más ambiciosa y una activa complicidad en los foros internacionales

Multipolaridad y gobernanza global

La visita de Lula a China (con ocho ministros y más de 200 empresarios) y el entendimiento mostrado con Xi Jinping se han visto reforzados con la asunción de la presidencia del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS por parte de la expresidenta Dilma Rousseff, quien aportará a la institución un liderazgo fuerte y reconocido, lo que sin duda ayudará a multiplicar su potencial. El banco moviliza recursos para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en los países del grupo BRICS y otras economías emergentes y países en desarrollo. Desde su establecimiento, el NBD ha aprobado 98 proyectos, con una inversión total que asciende a 33.200 millones de dólares.

El grupo BRICS fue establecido en 2015 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En conjunto, representan alrededor del 40% de la población mundial y el 24% del PIB global. La potenciación de este acrónimo es uno de los puntos fuertes del eje Brasilia-Pekín, entendido por ambos como expresión de un intento de cambiar la gobernanza mundial y empoderar a los países emergentes.

Por otra parte, China ha mostrado su apoyo a la integración regional latinoamericana, en la que Brasil puede desempeñar un liderazgo significativo.

En Lula, Xi encuentra un interlocutor afín con quien proyectar una cooperación mucho más ambiciosa. Esto puede traducirse en una activa complicidad en los foros multilaterales, de forma que ese entendimiento constructivo le permite abrir otra ventana de cooperación que trasciende el reduccionismo del eje Moscú-Pekín, objeto de la crítica reiterada de los países más desarrollados de Occidente.

Conclusión

Al cumplirse los primeros cien días del nuevo gobierno de Brasil, la visita de Lula a China ha servido para ensanchar la cooperación y hacerla más integral. Asimismo, ha abierto una fase nueva en la complicidad bilateral en cuanto a las ambiciones de desarrollo, pero también en lo estratégico. “Queremos elevar el nivel de la asociación estratégica entre nuestros países, expandir los flujos comerciales y, junto con China, equilibrar la geopolítica mundial”, dijo Lula.

China y Brasil son los mayores países en desarrollo en los hemisferios oriental y occidental, recuerda la narrativa de Beijing. Hay compromiso en el respeto a los sistemas políticos, modelos de desarrollo, independencia en la política exterior, multilateralismo y multipolaridad.

La hiperactiva diplomacia china abarca los cinco continentes. Es claro que Brasil representa una alta prioridad en su agenda. Por su parte, Lula quiere reactivar el papel de Brasil como sujeto geopolítico. Es compartida la apuesta por los BRICS pero también el impulso a la CELAC, Mercosur, Unasur, o la cooperación en el G20. Hay grandes consensos sobre cuestiones regionales (incluido Taiwán) e internacionales.

¿Podrá Brasil soportar la presión que se le avecina y asegurar los diques precisos para que su diplomacia tome las decisiones de forma independiente? Lula ha sido bastante contundente en sus declaraciones. No faltan ya las advertencias acerca de su alejamiento de las tesis hegemónicas, a menudo calificadas como occidentales aunque estas reflejen cada vez más una sana pluralidad.

 


Pekín | Qué se dijo de la visita de Lula a China

La visita del presidente de Brasil a Pekín realmente provocó olas, y no solamente en América del Sur y en Asia. Por ejemplo, The Economist afirmó que el viaje de Lula da Silva al gigante asiático “importa más que el de Macron”, en referencia a la estadía del presidente francés en la capital china de pocos días antes, a principios de abril. Es más, la columna del semanario británico sobre el encuentro Lula-Xi Jinping, firmada por Howard W. French, afirmó que esa cumbre demuestra que “el dinamismo económico del mundo se está desplazando hacia el sur global”.

“La diplomacia reciente de Brasil merece una mayor consideración” que la de Francia bajo Macron, arriesgó French. “Es cierto que el país sudamericano ha buscado durante mucho tiempo preservar un margen real de maniobra independiente de la política exterior estadounidense -continuó-. Las iniciativas de Lula, como criticar la persistencia del dólar estadounidense como moneda de reserva internacional, buscar forjar una unión monetaria con Argentina e incluso criticar a Occidente por la guerra en Ucrania, no deben verse como meros caprichos de un progresista iconoclasta, sino como reflejo de los anhelos de un sur global en ascenso desde uno de sus estados más importantes”.

Por su parte, Ian Bremmer, de Gzero, recordó que, “tras la derrota del nacionalista de derecha Jair Bolsonaro” frente a Lula el año pasado, “muchos en Occidente tenían la esperanza de que la nación más poblada de América Latina se convirtiera en un socio de ideas afines para promover las normas democráticas, defender el orden basado en reglas y confrontar gobiernos autoritarios”. Sin embargo, anotó Bremmer, “en sus primeros cuatro meses en el cargo, Lula se ha negado a condenar inequívocamente la invasión rusa de Ucrania y reprendió a Estados Unidos y Europa por no hacer lo suficiente para poner fin a la guerra”. Además, el líder brasileño “estrechó lazos con Moscú y Pekín, envió una delegación de alto nivel para reunirse con el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro” e “incluso permitió que buques de guerra iraníes atraquen en Río de Janeiro”.

 

* Asesor emérito del Observatorio de la Política China / Publicado en Ctxt