ECONOMIA
DOS duros con lapicera propia

Un británico y otro brasileño definen el partido que juega Argentina con el FMI

Ben Kelmanson aterrizará en Buenos Aires en las próximas horas y será el representante local del Fondo. Para Economía es un técnico más; otros dicen que tiene “juego propio”.

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En Washington. Ben Kelmanson se reunió con el embajador Jorge Argüello esta semana, antes de aterrizar en las oficinas porteñas del FMI a seis cuadras del Obelisco. | cedoc

Es británico y está a punto de aterrizar en Buenos Aires para comandar la oficina local del FMI. Para el Ministerio de Economía, “no define el partido”. Para quienes desde la Argentina y desde Washington lo vieron en acción, aseguran que “tiene línea directa con Lipton y vuelo propio”.  

Fue el propio embajador, Jorge Argüello, quien desde Washignton confirmó que aterrizará en Buenos Aires esta misma semana, en reemplaza del jamaiquino Trevor Alleyne.

Curiosamente esta misma semana, el canciller Santiago Cafiero viajará a la capital estadounidense para intentar acelerar las discusiones con el FMI logrando una mirada más benevolente sobre el aumento del gasto público y la emisión por parte de la Casa Blanca.

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Kelmanson lleva 22 años como economista del organismo internacional

En cualquier caso, antes de pisar el país del buen asado, el vino y el fútbol, Ben Kelmanson ya generó revuelo. “Razonable”, “very british” (muy británico), “parsimonioso”, así lo definen algunos de quienes fueron sus ex compañeros. Kemalson fue asesor  del Directorio Ejecutivo del Reino Unido en el directorio del FMI, economista en el Tesoro del Reino Unido y vicejefe de la división de mercados emergente del FMI. Fue la mano derecha (y dicen que es “su pollo”) de David Lipton, el asesor vip de la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, una dura en las negociaciones con la Argentina, muy lejos del carisma que la titular del FMI, Kristalina Gaeorgieva supo desplegar ante el equipo económico local.

Kelmanson viene de otros destinos ásperos si de negociaciones con el FMI se trata. Por ejemplo estuvo en Turquía, su destino inmediatamente anterior; es decir está acostumbrado a lidiar con variables de inflación de difícil cumplimiento, políticas cambiarias al rojo vivo. Vale decir conoce la cosmética contable de los países que le piden clemencia al FMI. Y el equipo económico, justamente debe mostrar resultados macroeconómicos más estables para la mirada del Fondo y especialmente de los Estados Unidos, el principal accionista del FMI y hacia donde viajará el canciller y con quienes anoche tanto Guzmán como el secretario de Comercio, Roberto Feletti, trataron de explicar que no hay congelamiento de precios en el país.  

En Turquía, Kelmanson también tuvo tragos amargos. Se lo acusó de haber participado y organizado una reunión supuestamente secreta con miembros del Partido Republicano del Pueblo, cuando Turquía negociaba con el Fondo y esos generó enojos en el oficialismo, pero también en la oposición. (El FMI suele reunirse en todos los países donde negocia acuerdos con referentes políticos de todos los sectores).

“La semana próxima, me informa, estará asumiendo su nueva posición al frente del organismo en Buenos Aires, en reemplazo del jamaiquino Trevor Alleyne”, dijo Arguello desde Washington tras reunirse con Kelmanson allí. Hay otro dato que convierte a Kelmanson, en un  jugador de peso para mirar con lupa la letra chica del acuerdo de la Argentina con el FMI, que cada vez asoma más frío. Para el Gobierno es crucial alcanzar una renegociación antes de marzo, cuando el país deberá afrontar vencimientos por  cerca de 4 mil millones de dólares.

Reportará a Ilan Godfajn, quien asumió el 3 de enero pasado como el nuevo timonel del Hemisferio Occidental en el FMI. El ex titular del Banco Central de Brasil tiene fama de duro a la hora de evaluar el gasto fiscal y es quien realmente tendrá la lapicera para avalar o tachar la posibilidad de un acuerdo con el equipo del presidente Alberto Fernández. Seguramente, Goldfajn mirará con lupa cada informe de su flamante representante en Buenos Aires, le hará llegar desde la oficina que el FMI tiene en Buenos Aires a solo seis cuadras del Obelisco.