Por Indiana Rocío Azar y Hernán Pablo Toppi
Desde hace varios años, en la carrera de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), funciona el Grupo de Investigación en Ciencia Política (GICP) “Análisis comparado de la Política Europea”. Dentro de las diferentes áreas de trabajo que nos involucra, una que siempre ha despertado el interés de varios/as de los/las integrantes es la política británica y en especial las particularidades del caso escocés. En estos términos presentamos el siguiente análisis.
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Cuando pensamos en la política del Reino Unido se nos viene a la mente Westminster y allí el Partido Conservador (actualmente al frente del gobierno con Boris Johnson como Primer Ministro) y el Partido Laborista. Ahora bien, desde el año 2015 el Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés) es la tercera fuerza en bancas en la Cámara de los Comunes y el partido que gobierna ininterrumpidamente en Escocia desde 2007.
La relevancia creciente del SNP se encuentra enmarcada en el carácter multidimensional del conflicto político en Escocia. Como dice Arend Lijphart, si el Reino Unido se caracteriza por un conflicto (políticamente relevante) unidimensional (izquierda-derecha), en el norte del Reino Unido debemos sumarle la agenda nacionalista, en tanto este aspecto es central para el SNP. En este sentido, en 2014 se llevó adelante un referéndum por la independencia escocesa promovido por dicha fuerza política, el cual no prosperó pues en ese entonces una ligera mayoría prefirió la continuidad en el Reino Unido.
Pese a lo anterior el SNP ha sostenido en el tiempo su interés por la independencia, la cual se revitalizó con el Brexit. Esto es, la salida de la Unión Europea no forma parte del interés político del SNP el cual ha sostenido la necesidad de continuidad dentro del bloque europeo. Este posicionamiento es coincidente con el del territorio escocés, donde la mayoría del país también votó a favor del remain (permanecer). De esta manera, la confirmación del Brexit ha puesto de manera más concreta en la agenda política la posibilidad de un nuevo referéndum por la independencia escocesa.
En este contexto, y sumado a la pandemia actual a nivel mundial y local, se llevaron adelante a principios de mayo elecciones regionales en territorio británico. Previo a la jornada electoral dos situaciones se llevaban la mayor atención: por un lado, qué sucedería con el Partido Conservador en un escenario de crisis económica y pandemia, pero con la campaña de vacunación en proceso; por otro, qué pasaría en Escocia con el SNP y su potencial continuidad al frente del gobierno escocés, sosteniendo la bandera de la necesidad de un nuevo referéndum independentista.
En el escenario escocés, el SNP logró sostener su mayoría en el Parlamento (Holyrood) y por tanto el gobierno. Si bien se quedaron a una banca de la mayoría absoluta, cuentan con altas posibilidades de promover un nuevo referéndum, en tanto podría obtener el apoyo de otras fuerzas políticas (como el Partido Verde). El apoyo del electorado escocés al SNP en las elecciones regionales y la presencia de una sociedad dividida en partes prácticamente iguales (de acuerdo con las encuestas) respecto a la opinión sobre la permanencia o no en el Reino Unido, demuestra que la agenda independentista sigue vigente.
Por supuesto, si bien el escenario para el SNP parecería ser relativamente sencillo para promover en Escocia un referéndum, el mismo debería ser aceptado por Boris Johnson (quién ya ha expresado de manera explícita su negativa).
Ahora bien, imaginemos un futuro hipotético donde el referéndum se realice y este último termine siendo favorable para la independencia. Ahí surgiría otra situación desafiante para el SNP en línea con su agenda política. El (re)ingreso a la Unión Europea no sería automático, sino que debería presentarse para su admisión como lo han hecho otros países, Turquía, por ejemplo. Y para que un candidato pueda adherirse a la UE, todos los miembros que la integran deben estar de acuerdo. ¿Qué posibilidades existen para que países como España acepten a la “independiente” Escocia? Difícil considerar que algo así suceda, en tanto esto podría significar un antecedente para territorios como Cataluña donde se expresan intereses similares a los escoceses. Sin embargo, Escocia no sería un simple candidato a la UE, sino que podría esgrimir que “fueron parte y ahora sólo quieren volver”, ya que el pueblo escocés “no fue escuchado” en el 2016.
En definitiva, el SNP hoy es claramente la fuerza política más relevante en Escocia. Aun así, encuentra en la actualidad diferentes barreras para poder llevar a buen puerto a sus principales propuestas políticas: la independencia escocesa y la presencia de su país en la Unión Europea. Las barreras en cuanto a lo primero están en Westminster y en una sociedad escocesa dividida en cuanto a esta cuestión. La dificultad respecto a lo segundo está en la misma Unión Europea y el potencial antecedente que serviría para reactivar otros procesos independentistas. El tiempo dirá como el SNP los enfrenta, si es que logra hacerlo.