En el país, diez millones y medio de chicos, chicas y adolescentes dejaron de ir a la escuela a pocos días -dos semanas, en el caso de la primaria; varios días menos para el nivel secundario- de comenzado el ciclo lectivo 2020. El coronavirus sembró la incertidumbre y las aulas, parece, seguirán cerradas, al menos en el AMBA y en varias otras provincias, por mínimo un par de meses más.
“El cierre de escuelas, incluso cuando es temporal, es problemático por numerosas razones: la más importante, la reducción del tiempo de instrucción, que repercute en los logros del aprendizaje. Cuando las aulas cierran, el rendimiento educativo se ve afectado”. Esa afirmación se desprende de un informe que la titular de Unicef en Argentina, Luisa Brumana, presentó este martes en el marco de un estudio interdisciplinario que los distintos organismos que integran las Naciones Unidas presentaron sobre el impacto que la pandemia de Covid-19 generó y sigue generando en el país.
Sin embargo, hay algunos resultados alentadores en medio de tanta aparente oscuridad: según los datos arrojados por la Encuesta Rápida Covid-19 realizada por Unicef, el 81% de los hogares con niños, niñas y adolescentes tiene actividades y tareas escolares durante la cuarentena. Y en dos de cada tres casos, esas tareas se realizan todos los días de la semana. Eso da cuenta, según el informe, “del sostenimiento del vínculo entre los estudiantes y las instituciones educativas, a pesar del cierre de las escuelas. Solo se advierte una menor asignación de tareas en los hogares que albergan exclusivamente a niños y niñas menores de 6 años, aspecto que puede asociarse a la propia dinámica de funcionamiento del nivel inicial, en el cual la realización de tareas en el hogar es mucho menos habitual comparada con la educación primaria o secundaria”, sigue el estudio.
Casas-escuela: cómo lidian las familias con la enseñanza remota en el encierro
Según la investigación, otro sostén fundamental resultan las familias. No sólo las escuelas mantienen con ellas el seguimiento de las taresa escolares, sino que también indagan sobre la situación del hogar y de los chicos que los habitan. “La interrupción de la escolaridad presencial también da lugar a otras pérdidas más difíciles de medir, como los cambios en las tareas de cuidado al interior de las familias y la disminución de la productividad económica. Esta situación recarga las tareas domésticas y de cuidado al interior de los hogares, y profundiza las desigualdades existentes entre mujeres y varones debido a la persistencia de la división sexual del trabajo”, agrega el estudio.
Los datos de la Encuesta Covid-19 indican que el 51% de las mujeres manifiestan estar sobrecargadas, que el apoyo para realizar los deberes es principalmente realizado por las madres (68%), solo en un 16% la ayuda proviene de los padres y otro 16% de los hogares destacó la participación de ambos progenitores. En los hogares de menores ingresos, el apoyo para la realización de las tareas escolares recae aún más en las madres (76%) mientras que la presencia de los padres en esta función disminuye (10%).
Los cierres preventivos de las escuelas también agravan las desigualdades en materia de educación: las familias económicamente aventajadas suelen tener niveles de educación más altos y más recursos para colmar las lagunas de aprendizaje y ofrecer actividades de enriquecimiento a quienes no pueden ir al colegio. Es posible, asegura el informe, que esta situación esté afectando más “a las niñas y adolescentes, por lo general más involucradas con las tareas del cuidado del hogar, lo que dificultaría aún más sus posibilidades de seguimiento escolar y, a futuro, de reinserción”.
Provincia por provincia
Según los datos recabados por Unicef, la situación en las 24 jurisdicciones escolares del país y el impacto en el sistema educativo es igualmente diverso. “La pandemia, y las medidas que deben tomarse para abordarla, plantean el riesgo de profundizar estas desigualdades. Es preciso avanzar en la adecuación de estrategias en el corto, mediano y largo plazo orientadas a disminuir las disparidades en la población infantil y adolescente", aseguró Brumana durante la presentación del estudio.
Sumado a esto, se incrementó el programa de distribución de netbooks y, por otro lado, se aseguró también la producción y distribución de material impreso para las comunidades educativas sin acceso a internet, priorizando a aquellas en situación de aislamiento, ruralidad y contextos de alta vulnerabilidad social”, prioriza el estudio, según datos provistos, entre otros entes oficiales, por el Ministerio de Educación nacional.
Algunos datos ponen de manifiesto cómo las desigualdades preexistentes se agudizan en este contexto. El 18% de las y los adolescentes entre 13 y 17 años no tiene Internet en el hogar y el 37% no dispone de dispositivos electrónicos para realizar las tareas escolares (computadoras, notebooks o tablets), cifra que aumenta al 44% entre quienes asisten a escuelas estatales. Se advierte que aquellos que no cuentan con estos recursos enfrentan dificultades adicionales para la realización de determinadas tareas escolares, para sostener el contacto con las y los docentes así como también para poder recibir de éstos correcciones sobre sus trabajos.
El estudio enfatiza que “la necesidad de revisar y fortalecer las formas de intercambio y devolución con maestros y profesores son parte de los desafíos para mantener la educación a distancia”. Además, plantea la necesidad de ampliar el esfuerzo para garantizar acceso gratuito a internet en lugares vulnerables y sumar más dispositivos para los alumnos que estén en mayores condiciones de desventaja, entre otras medidas.
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