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La foto con el Papa: el deseo incumplido de Massa y Urtubey

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Con el peronismo fuera del poder, no hay algo más entretenido para seguir que la lucha por el control partidario a nivel nacional de sus principales dirigentes. Desde las categorizaciones que el propio Juan Domingo Perón les hacía a los peronistas hasta el día de hoy, cambios de estilo, de paradigma y de orientación ideológica han ocurrido en el partido y en los líderes que lo han sucedido durante todos estos años. Pero la reunión de Pinamar del “nuevo peronismo Macri friendly” que organizaron Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Diego Bossio, definió una nueva categoría que se escuchó en un balneario marplatense, donde consultores evintendentes bonaerenses –algunos fuera de juego– compartían mesa. Al parecer, el peronismo se dividirá y definirá su futuro, entre los amigos del papa Francisco y en los no tan amigos. Y justamente esa reunión en la casa que  Massa tiene el country La Herradura parecía confirmar la esbozada teoría playera, ya que al parecer, Urtubey le sigue a su socio Massa, en la fila de esperar la foto con Su Santidad. Aunque el gobernador salteño fue uno de los miles argentinos que cincelaron el cáliz que Juan Carlos Pallarols le llevó al Papa, esa acción parece no haberlo eximido todavía de “antiguas operaciones” que también otros argentinos realizaron antes de que el humo blanco convirtiera a Bergoglio en Francisco.

Delicatessen VIP
No es sólo un torneo de polo la manera que esta temporada –y por segunda vez– Corcho Rodríguez quiso reafirmar su presencia en Punta del Este. También lo fueron los helicópteros. Este verano tuvo dos que usó para facilitar traslados  algunos amigos y además como vehículo comercial. Su entusiasmo por esas máquinas lo llevó a buscar decoradores o creativos que utilizando estructuras de naves en desuso diseñen desde sillones hasta incluso un espacio de espera vip
para montar en el hangar que su empresa tiene en San Fernando.

En boca cerrada
En este devaluado verano marplatense, la semana pasada varios medios quisieron buscar personajes con los que La Feliz pudiera crecer en repercusión. Y en pos de ese objetivo fueron por Victoria Xipolitakis, cuya locuacidad suele garantizar fuegos artificiales que, aunque fugaces, logran rebote. Su romance con José Ottavis es el único tema que hubiera atravesado la sección espectáculos para incluso ubicarse en tapa. Pero, para sorpresa de varios, la griega decidió no dar ni medio gesto sobre su relación con el dirigente camporista. Cuando se hizo público este romance, dicen que el teléfono de Ottavis tronó con un mensaje de Máximo Kirchner “informándole” sobre la inconveniencia de tamaña asociación amorosa con un personaje tan volátil en medio de, por entonces, la aprobación del presupuesto bonaerense. Al parecer, Ottavis supo cómo traducirle a su novia la importancia de la discreción, porque la griega calmó su estómago resfriado.

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Un bien escaso
El humor en la política vernácula es una cualidad exigua. Y en los economistas, un territorio por ahora yermo. Prat-Gay lo intentó y falló, aunque con lo de “grasa militante” logró difusión; Sturzenegger quiso emularlo y terminó ganándose el apodo de “peluche”, y Miguel Braun, secretario de Comercio, sigue esa senda. Primero fotografiándose con pistolas de agua en alusión al revólver que, dicen, Guillermo Moreno ponía sobre su escritorio. Y luego, en ocasión de la foto oficial junto a su jefe, Pancho Cabrera, y equipo, Braun apareció haciendo la V de la victoria y al grito de: “¡Quién dijo que se terminó el ‘morenismo’ en Comercio!”.