Podría decirse sin riesgo de duda ni error que Decathlon pareciera haber sido una marca que –al menos Buenos Aires– esperaba, si se toman en cuenta los números de visitantes y compras alcanzadas desde la apertura de su primer espacio en Argentina, el pasado 8 de noviembre.

En la foto oficial del corte de cinta, posaron los tres responsables de este primer Decathlon Argentina: Sabine Mulliez flanqueada por Pedro Aguirre Saravia y Manuel Antelo. Este último es uno de esos empresarios que durante el menemismo tuvo un protagonismo por fuera del ámbito estrictamente empresarial. Es decir, fue de los que comprendió que esa época habilitaba a exposición –medianamente controlada– de la vida privada.
Según UBS, "los que heredan" superan a "los que hacen" en cuestión de fortunas.
En los años noventa, Manuel Antelo pasó a las revistas del corazón con su romance con la exmodelo Daniela Urzi. Acabada esa época, se llamó a retiro de los medios, se mudó a un campo con cuyo nombre –Don Saturnino– bautizó al hijo que tuvo con Inés Peralta Ramos, su esposa desde hace más de una década, y a quien conoció “in house”, esto es, dentro de la empresa que por entonces tenía Manuel Antelo. Una de las historias de amor que dejaron los años 90 donde eran un clásico la combinación de empresarios y modelos de alto perfil.

Pero Decathlon Argentina tiene su propia novela romántica y sus protagonistas son los socios de Manuel Antelo: Sabine Mulliez y Pedro Aguirre Saravia. Ella es de esas millonarias de verdad, una que ocasionalmente está en alguna de las fiestas filantrópicas de Buenos Aires o incluso en contados eventos del verano esteño, y que siempre optan por el bajo perfil.
¿Qué son los "emillis", los millonarios "pobres"?
Casi no hay artículo periodístico en Argentina y sobre todo en Francia que no refiera a los Mulliez como “una de las familias más ricas (de Francia), o que se los adjetive como “los Mulliez, un imperio silencioso”; o como titulo Le Monde en una saga sobre compañías familiares francesas: “Comunismo familiar': el modelo empresarial de la familia Mulliez”. En la lista de millonarios de Forbes, los Mulliez están a través de Michel Leclerq, quien figura en el puesto 789 –a nivel mundial– con una fortuna de 4,5 mil millones de dólares.
Los Mulliez son muy ricos pero están lejos del francés Bernard Arnault.
El linaje de Sabine Mulliez –como el del mencionado Leclerq– comienza con Louis Mulliez, un fabricante de lanas, que tuvo once hijos. De allí que sean muchos los miembros detrás de marcas más conocidas en Francia. Según coinciden casi todos los medios, son unas ciento cincuenta en cuatro continentes. También en varios artículos destacan que son una familia que esquivó esa maldición empresarial que apunta que “la primera generación crea la compañía; la segunda la gestiona, y la tercera, la quiebra”. A todo esto se suma que son de bajo perfil. Es decir, los Mulliez distan de la presencia mediática de la familia Arnault –dueños de Dior, Louis Vuitton, Tiffany, etc; o de los Pinault –Gucci, Saint Laurent, Balenciaga, etc–, y van más por el estilo sobrio de los Wertheimer, dueños de Chanel.

Decathlon es solo una de las firmas del universo Mulliez pero no es la primera vez que invierten en Argentina. En 1997, los Mulliez estuvieron en el país con la apertura de los supermercados Auchan que en 2004. Casualmente esta semana, en Francia, Auchan anunció que pasarán a llamarse Intermarché y Netto como pare de una reestructuración para sopesar balances negativos.
Sabine Mulliez, por ahora, es la cara visible de esa familia en Argentina. En lo privado, es la mujer de Pedro Aguirre Saravia quien como financista solía viajar en first class a Nueva York y a Europa. Ambos se conocieron en uno de esos vuelos y la relación prosperó tanto que con Sabine Mulliez formaron algo más que una sociedad comercial: una familia que cumplirá casi veinte años y con dos hijos que viven y estudian en Nueva York.