El 2 de abril, miles de vecinos sufrieron una tormenta sin precedentes que afectó a distintos barrios porteños, donde murieron 8 personas, La Plata, con 51 personas fallecidas, y el conurbano bonaerense. Hoy, seis meses después, la sensación es que los cambios no alcanzan y que una tragedia de esas características podría repetirse.
Las facultades de Ingeniería de las universidades de Buenos Aires (UBA) y de La Plata (UNLP) trabajan en una articulación con los vecinos damnificados en las tareas de asesoramiento, sugerencias y acompañamiento. “Hace unos meses empezamos a reunirnos con las distintas asambleas de inundados que se pusieron en contacto con la universidad. El trabajo fue sumamente interesante”, dice Eva Koutsovitis, secretaria del Departamento de Hidráulica de la UBA. “La propuesta fue que los grupos de vecinos que pertenecían a una misma cuenca elaboren un informe de diagnóstico con planes de corto, mediano y largo plazo. Desde nuestro lugar, vamos a discutir técnicamente las propuestas y acompañarlos en las reuniones y en la acción de peticionar con las autoridades que corresponde”, agrega.
Por su parte, y a pedido de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación, la Facultad de Ingeniería de La Plata realizó un informe basado en relevamientos entre vecinos afectados y un modelo matemático de simulación que le permitió evaluar la magnitud del fenómeno. El sistema también estimó el impacto menor que hubiera tenido la tragedia si las obras que estaban proyectadas para la región se hubiesen concretado.
“El principal problema de las cuencas, como las correspondientes a nuestro partido, es que son de muy bajo tiempo de concentración, donde las aguas pluviales concurren a puntos críticos en tiempos muy cortos, por lo cual la prevención y alerta requiere de mucha eficiencia en las medidas de protección de la población”, explica José Luis Carner, director ejecutivo del Departamento de Hidráulica de la UNLP. El informe señala la “inexistencia de una gestión integral del riesgo de inundaciones” y que esa falencia fue “una causa trascendente al momento de analizar las consecuencias del evento, principalmente en lo referente a la pérdida de vidas humanas”. Para los especialistas, además, fue determinante la falta de implementación de acciones preventivas, correctivas y de acción durante la emergencia. “Es cierto que las obras de infraestructura llevan mucho tiempo planificarlas y ejecutarlas, pero lo que los vecinos no observan es que se haya avanzado en sistemas de contingencia, en planes de alerta o en programas de concientización en la sociedad”, argumenta Koutsovitis.
Ambos ingenieros coinciden en que cualquier obra que se realice quedará limitada a la capacidad de diseño y, por lo tanto, para lluvias superiores estas alertas deben ser consideradas en los proyectos estructurales de drenaje urbano. Pero, apuntan que, en caso de producirse una nueva inundación, debe activarse un plan de emergencia que permita saber quiénes están en una zona de riesgo, cómo actuar y hasta qué altura puede llegar el agua.
Los vecinos. Las asambleas de vecinos inundados han crecido en los últimos meses y se han unido en pos de buscar una solución al problema que los afecta. “Estamos trabajando con gran esfuerzo en reuniones semanales, cortes de calle en lugares estratégicos de la zona, presentación de notas ante el municipio y al Consejo Deliberante. Gracias a la presión de los vecinos movilizados hemos logrado que en Vicente López se declarase la Emergencia Hídrica y, a pesar de esto, el municipio no encara el problema con seriedad y responsabilidad”, dice Roberto Suárez, uno de los promotores de la página www.inundadosignorados.com.ar.
En Villa Urquiza, los vecinos se sienten desamparados. “Nos organizamos de manera voluntaria para generar entre nosotros un sistema de alerta temprana y redes de ayuda internas ante posibles catástrofes, bajo una ausencia total del gobierno de la Ciudad”, se lamenta Carolina Minutolo. “Nunca fuimos instruidos sobre qué hacer, cómo actuar ante una eventualidad, no nos enseñaron cómo resguardarnos ni cómo cuidar a nuestras familias, tampoco por dónde caminar o no en medio de una tormenta. Ni siquiera se hizo un simulacro de evacuación”.
Algunos vecinos han implementado medidas de prevención “caseras”, como la instalación de compuertas, paredes para la contención del agua o acciones comunales: “En la última tormenta de septiembre, salí a las 2 de la mañana a limpiar los sumideros del barrio que estaban tapados; recién cuando regresé pude conciliar el sueño”, cuenta con pesar Aldo Bidart, representante de la Asamblea de inundados del partido de San Martín. Sobre las secuelas psicológicas que dejó la tormenta, relata: “Algunos han tenido dos metros de agua en la calle y 1,70 en de sus viviendas, se levantaron con la cama flotando. Otros volvieron a sus casas tras la inundación y encontraron ahogadas a sus mascotas, fue devastador”.
En La Plata, donde hubo 190 mil damnificados, la sensación de desidia es la misma. Muchas viviendas aún muestran la línea oscura que marca la altura que alcanzó el agua en las paredes y se siente un fuerte un olor a humedad. En la periferia de la ciudad, las esquinas atestadas de basura forman parte de lo cotidiano y, ante una lluvia de mediana intensidad, las calles terminan anegadas y las zanjas desbordadas. Según los expertos, grandes precipitaciones como la registrada (cayeron 392 milímetros en un día) podrían repetirse en cualquier ciudad del territorio bonaerense.
“Cada vez que llueve, o hay alerta, nos invade un sentimiento de angustia, nos recuerda lo que vivimos el 2 y 3 de abril. Sabemos que somos completamente vulnerables porque el Estado está ausente. Vivimos con miedo de perder ya no sólo lo material, sino también nuestra propia vida”, comenta otra de las vecinas afectadas.
El plan bonaerense: once obras de saneamiento
La iniciativa que autoriza al gobernador Daniel Scioli a endeudarse por 1.973 millones de pesos para realizar obras hidráulicas en la región contempla 11 obras de saneamiento para La Plata, Berisso y Ensenada. Plantea sanear la cuenca del arroyo del Gato, la construcción de los derivadores de las avenidas 31 y 143, los desagües pluviales de la cuenca del arroyo Maldonado y la adecuación del arroyo Rodríguez y Don Carlos.
Asimismo, prevé efectuar trabajos de adecuación de los arroyos Carnaval y Marín, ejecutar los desagües pluviales en Villa Dietri, en barrio Universitario y en la cuenca Watzerbon, donde está el Zoológico de La Plata, como así también el saneamiento socio-ambiental de la capital provincial. Desde la Facultad de Ingeniería de la UNLP advierten que el plan es insuficiente: “Nosotros proponemos un Plan Maestro de Drenaje Urbano que tenga en cuenta al total de las cuencas, y no limitado a un partido. Las obras estructurales que ha contratado la Provincia sólo mejorarán las condiciones de escurrimiento para eventos limitados de lluvia (superior al drenaje actual), pero no consideran las obras no estructurales que deben ser elaboradas para la situación actual y futura de las cuencas”, advierte el ingeniero Carner.