“A los jóvenes nos resulta doblemente difícil conservar nuestras opiniones en unos tiempos en los que se destruye y se aplasta cualquier idealismo, en los que la gente deja ver su lado más desdeñable, en los que se duda de la verdad y de la justicia, y de Dios”. Esa frase, símbolo de resistencia, la escribió Ana Frank en su diario. El miércoles, Día de la Democracia en Argentina y los Derechos Humanos en el mundo, una ceremonia inauguró una estatua de la niña con la mirada a lo lejos, ubicada en la plaza Reina de Holanda, en Puerto Madero. Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank, dijo que la obra realizada por la artista Jet Schepp es un homenaje a las víctimas, a la esperanza y a la resistencia.
Diario histórico. Ana Frank recibió el diario como regalo de sus padres cuando tenía 13 años. Allí pudo volcar sus miedos y relatar su cotidianidad mientras estuvo escondida durante más de dos años junto con otras siete personas en la casa de atrás del edificio situado en el canal Prinsengracht n° 263, en Amsterdam. Allí, no sólo contó las persecuciones que sufrían los judíos en Holanda, sino que también refleja su esperanza respecto de la vida. De los ocho escondidos, sólo Otto Frank sobrevivió y publicó el relato de su hija.
Hoy, el Diario de Ana Frank es de lectura obligatoria en las escuelas argentinas, pero la obra toma mucho más sentido cuando se la complementa con una visita por el Centro Ana Frank, ubicado en Coghlan. El museo se ordena en una línea de tiempo que avanza como las agujas del reloj. Cuenta en paralelo el surgimiento del nazismo y la vida de la familia Frank. En la planta alta hay una réplica del escondite de Ana y una sala con recursos para que los chicos trabajen temas vinculados a la discriminación.
Espacio. En el acto se dio un lugar importante a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Fueron destacadas por el ministro de Educación, Alberto Sileoni, y por el rabino, que dijo: “Si bien ésta es mi primera visita a la Argentina, yo conocía la lucha. Es por ello, Madres y Abuelas, que lloro con ustedes por aquellos que no volverán. Rezo con ustedes para que los bebés cuyas identidades no son conocidas puedan ser encontrados”. Al finalizar, Soetendorp bajó del escenario y abrazó a la madre Nair Amuedo, en nombre de los derechos humanos.