El Ministerio de Defensa planea invertir al menos 2.350 millones de dólares en los próximos diez años para rearmar la Fuerza Aérea (FAA) con diferentes tipos de aviones de combate para remplazar al puñado de Mirage III y V que aún permanecen en actividad y cuya vida útil desde hace ya tiempo se viene estirando.
El plan del titular de la cartera, Agustín Rossi, y del secretario de Ciencia, Tecnología y Producción, Santiago Rodríguez, consiste en dos partes. La primera es adquirir cazabombarderos usados que les permitan a los pilotos hacer una transición menos traumática hacia las nuevas tecnologías, que llegarán en la segunda etapa en la que piensan comprar los Saab Gripen NG que fabricará Brasil en la planta de Embraer, en el estado de San Pablo.
Defensa está analizando diferentes alternativas para cumplir con el objetivo inicial: los 12 Mirage F1 españoles, los 14 Kfir C10 israelíes, a la que se sumarían los Pampa III que produzca la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA).
La propuesta de Madrid es la más económica (200 millones de euros; 250 millones de dólares) e incluye los aviones sin actualizar, cinco para usar como repuestos, su simulador de vuelo y entrenamientos para los pilotos y técnicos, que podrían pagarse con cartas de crédito entre seis y siete años.
El lado positivo de esta oferta es que están disponibles para entregarse en forma inmediata, lo que solucionaría las carencias de la FAA, pero la parte negativa es que se trata de una tecnología más antigua, lo que implicaría hacer un salto mayor en el futuro si se compran los Gripen.
Allí es donde los israelíes corren con ventajas, ya que los 12 Kfir C10 monoplaza y los dos biplaza llegarían al país con las turbinas General Electric J79 recorridas (overhaul) a cero, al igual que su estructura, el sistema Datalink, el radar Elta EL/M 2032 en algunas unidades, los entrenamientos a pilotos y técnicos y la adecuación de las bases para darles soporte y mantenimiento.
Al menos cuatro de los aviones podrían arribar un año después de firmado el contrato, dos en 18 meses y los ocho restantes se modernizarán en Córdoba. Dentro del documento que terminaron de cerrar en septiembre se pautó que su mantenimiento quedará a cargo de Israel por diez años, para evitar generar gastos adicionales y para que la FAA pueda dedicar su capacidad técnica a prepararse para la llegada de los Gripen.
El monto total del contrato sería cercano a los 350 millones de dólares con un plan de pagos a ocho años: en los primeros cinco se abonarán las tres cuartas partes (unos 53 millones de dólares anuales) y el resto en treinta meses, que incluye sólo el mantenimiento (34 millones anuales).
Según un experto, que conoce de cerca la negociación, “la llegada de los Kfir hará que el salto tecnológico sea más chico porque tienen una aviónica de cuarta generación, similar a la de los Gripen, aunque la turbina sea más antigua”.
Presupuesto. El punto que queda por resolver es cuánto dinero tendrá Defensa para llevar adelante sus planes. Esa decisión está en manos de Economía que es el que define cuándo se realizan los desembolsos a nivel nacional, en especial en momentos en los que el Banco Central está corto de reservas.
“Todas las opciones están cerradas, sólo falta saber cuánta plata van a poner”, destaca una fuente que suele transitar los pasillos del Edificio Libertador. El presupuesto 2014 contemplaba un gasto de 1.217 millones de pesos (143 millones de dólares) para la adquisición de esta aeronave, pero no se usó.
En cambio en el de 2015, que aún no fue aprobado por el Congreso, se destinarán 25,27 millones, aunque no hace ningún tipo de mención a la compra de cazabombarderos cuando detalla los desembolsos para la FAA.
La premura reside en que “la ciudad de Buenos Aires y alrededores, con su población, empresas y autoridades de gobierno carecen de protección aérea porque no hay aviones”, destaca la fuente y agrega que “si no llega algo habrá que cerrar la VI Brigada Aérea (con asiento en Tandil, provincia de Buenos Aires) porque quedan dos o tres aviones y no hay posibilidades de conseguir un montón de repuestos del motor y frenos para mantenerlos operativos”.
El plan original era desprogramar los últimos Mirage III y V en diciembre de 2015, pero según fuentes del Ministerio de Defensa, “el momento exacto aún no está definido” y podría estirarse un tiempo más hasta la llegada de sus reemplazantes.
Todo hace pensar que el gobierno se volcará por los Kfir, aunque aún no define cuándo tomará la decisión. “Tenemos en vías de cerrar una serie de iniciativas, una de ellas es el Kfir y la otra sacar el Pampa III”, afirma Rossi.
Un salto al futuro. La segunda etapa es la más compleja y costosa (cerca de 2 mil millones de dólares) ya que implica la adquisición de 24 cazabombarderos que puedan estar en servicio durante veinte años, tal como lo estipula el Plan de Capacidades Militares (Camil) que realizaron las Fuerzas Armadas entre 2009 y 2010 y elevaron al Ministerio de Defensa en 2011.
Allí, la FAA había seleccionado como opción óptima la adquisición de aviones de cuarta generación: Dassault Rafale (Francia), Sukhoi Su-35 (Rusia), F18 (EE.UU.) y Gripen (Suecia). La alternativa que más convenció al Gobierno fue la última, luego de que Brasil cerrara un acuerdo con Saab para comprarles 36, que incluye la transferencia de tecnología para ensamblarlos en la planta de Embraer en San Pablo. Una de las exigencias de la administración de Dilma Rousseff fue que la mayoría de las partes fabricadas en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos y Gran Bretaña, fueran producidas por empresas locales o por países que no tengan problemas de transferir su tecnología, como Israel y Sudáfrica.
Esto fue lo que hizo que la FAA y Defensa se volcaran por esta opción para evitar bloqueos a la hora de la compra. “Saab nunca nos iba a vender los Gripen porque tenía componente ingleses”, señala la fuente, que conoce de cerca la negociación que se está llevando a cabo con Brasil.
Desde el entorno de Rossi destacan que los escogieron porque son los que tienen “la mejor combinación entre costo de hora de vuelo (tiene un solo motor) y performance operacional. A su vez, este proyecto se imprime en el marco del planeamiento estratégico de la defensa argentina, y se corresponde con lo establecido en el Plan Camil”.
Las negociaciones entre ambos países comenzaron a principios de 2014 y, durante la Feria Internacional del Aire y del Espacio (Fidae), que se realizó en Santiago de Chile a fines de marzo, decidieron trabajar en conjunto para llegar a un acuerdo que permita llevar adelante la operación.
Luego, viajó a Brasil el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, brigadier general Mario Callejo, quien firmó una carta de intención con la Fuerza Aérea de Brasil (FAB) que luego fue remitida a ambos ministerios de Defensa, que refrendaron el documento “Alianza estratégica en la industria aeronáutica” el 21 de octubre.
A partir de ahora, queda por desarrollar un grupo que estudiará qué rol tendrá la Argentina en este negocio: si será un mero cliente o si participará como socio del proyecto de fabricación y qué será lo que podrá producir la FAdeA. Esto dependerá del monto de dinero que se decida invertir.
“La Argentina tiene la clara intención de ser un proveedor de este proyecto con componentes de materiales compuestos, hasta componentes de aviónica, sistemas de armas o guerra electrónica, aprovechando el éxito y profundizando aún más la relación conseguida entre las industrias argentina y brasileña, como la que se ha creado entre FAdeA y Embraer con el proyecto KC390”, resaltan desde el entorno de Rossi.
Del rol que cumpla el país en la operación dependerá quién será su interlocutor en las negociaciones. Las opciones son que lo haga con Embraer o directamente con Saab o con los brasileños como intermediarios. Ambas compañías optaron por no hacer comentarios al respecto.
El tema más complejo a resolver es el de los componentes extranjeros que podrían ser bloqueados en una venta a la Argentina. Por eso, una de las opciones que barajan en Defensa es que los equipamientos de guerra electrónica y la aviónica sean provistos por Elisra, una unidad de la empresa israelí Elbit, con la que ya vienen trabajando en la producción del Pampa.
El mayor problema podría ser la turbina General Electric GE F414 de fabricación estadounidense, aunque en la actualidad Washington ha aprobado todos los negocios con las Fuerzas Armadas. Por eso, desde el entorno de Rossi señalan que “la base del acuerdo con Brasil es que el Gripen NG incluiría una configuración que no tendría vetos internacionales para la República Argentina. Para ello ya ha habido avances en un trabajo técnico entre los Ministerios de Defensa y las Fuerzas Aéreas de ambos países, al que se sumarán FAdeA y Embraer”.
Un largo proceso. El puntapié inicial para la fabricación de los 36 Gripen NG comenzó el 27 de octubre cuando la FAB firmó el contrato con Saab. A partir de allí, las empresas locales comenzaron a trabajar junto con la firma sueca para proveerle las piezas necesarias y adquirir conocimientos y tecnología para el desarrollo del primer prototipo, que debería estar listo en 2019.
Esta aeronave es totalmente nueva y será diseñada a medida de las necesidades brasileñas, por lo que su producción en línea recién comenzará en 2021 en Suecia, donde se harán las primeras 13. Los ocho siguientes también se ensamblarán en la planta de Saab, pero los trabajos estarán a cargo del personal de Embraer. Recién a partir de ese momento se trasladará todo a San Pablo para elaborar los 15, restantes que tendrán que estar listos en 2024.
Por eso sería impensado que los Gripen NG que pretende comprar la Argentina puedan llegar antes de esa fecha, y algunos expertos hasta barajan que recién lo harían para 2026.