Día 1. Descubro la Deep Web gracias a un amigo que encontró en internet posteos, páginas y blogs hablando sobre el tema. Comienzo a entrar en foros, recopilar relatos de bloggers para ir informándome. Aprendo que la internet profunda, invisible o Dark Net tiene contenido que no puede ser rastreado por los buscadores tradicionales de internet. Páginas a las cuales no se puede ingresar de forma sencilla porque son privadas, están protegidas con contraseña o su formato no es el convencional: canibalismo, necrofilia y automutilación.
Me pregunto… ¿por qué existen miles de sitios así? ¿Qué nos pasa como humanos que tenemos un lugar donde se aloja lo más horroroso de nosotros?
Mi cabeza está abrumada… decido salir a caminar un poco para despejar la mente. Antes, tomo un libro de Friedrich Nietzsche y tiene una cita que me deja pensando:
“Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
Día 2. Es hora de entrar a la Deep Web. Como no tengo la seguridad suficiente para proteger mi computadora, ni la noción exacta de hasta qué punto el FBI puede venir a buscarme, como muchos dicen, empiezo a investigar distintos métodos de seguridad para entrar de forma anónima. Necesito informarme o mejor dicho, entrenarme.
Le envío un mail a un hombre perteneciente al área de investigaciones telemáticas de la Policía Metropolitana, un especialista en el tema. Le dejo un mensaje y pactamos una entrevista periodística en la que me cuenta que la Deep Web posee sitios que alguien oculta a propósito.
En el buscador de Google, encuentro varias páginas explicativas, como el de la punta de un iceberg. En la cima, se encuentra la internet de todos los días: mail, redes sociales, reproductores de videos. Pero debajo, en las profundidades de ese océano, existe esta internet. El problema es que dentro se pueden encontrar contenidos muy oscuros relacionados a la pedofilia, asesinatos y violaciones. También comprar drogas, armas, órganos, documentos secretos de gobiernos y libros censurados, hasta contratar sicarios. Todo el morbo del ser humano online.
El especialista me aconseja instalar unos programas gratis y que proporcionan “anonimato”. Un explorador para navegar de forma segura e ingresar a páginas que forman parte de esta web invisible. ¿Y por qué necesito entrar de forma anónima? Al existir tanto material prohibido e ilegal en la Deep Web se corre el mito de que “el FBI te puede capturar” o “un hacker podrá robarte tus datos”.
Día 3. Me levanto temprano con unas enormes ojeras después de trasnochar en internet buscando más información y tener pesadillas. Me preparo el desayuno. Enciendo la notebook y mientras se enfría mi café, me conecto a internet.
Facebook, aunque no parezca, es el lugar ideal para aprender a entrar a la DW. Puse en el buscador de contactos las palabras “Deep Web” y al instante apareció un listado de páginas y grupos. Algunas de éstas tenían en la foto de perfil imágenes de muy mal gusto. Me uno a varios grupos cerrados y páginas donde se comparte material filtrado de la web profunda.
Busco a uno de los administradores. Lo agrego y a los pocos minutos me acepta como su amigo en Facebook. Le pregunto por qué la DW es tan perversa.
—Muy mala fama se le ha dado a la Deep Web con asuntos como la pedofilia y tráfico ilegal, pero también es una herramienta para las personas y periodistas que están en gobiernos autoritarios o represores y quieren difundir sus ideas. La Deep Web ha existido siempre– me explica.
—¿Qué es lo peor que puedo encontrar?
—Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas; tienes que estar preparado para ver cualquier cosa. Lo más grotesco tal vez pueden ser los videos de tortura. Pero esos los ponen para un fin: hacer programación subliminal de alto impacto “MK-ultra”. Eso quiere decir que te vas acostumbrando a ver dolor para después ya no sentir nada.
Finalmente, me recomienda que si estoy decidido a entrar que no lo haga desde mi computadora personal, sino desde una completamente vacía y me instalara los programas que me dijo. Salís. Que no diera datos personales y no conversara con nadie. ¿Para tanto?
—No debes navegar en sitios que puedan meterte en problemas.
—OK, OK.
Día 4. Tengo dos computadoras, una notebook personal que utilizaba todos los días con mis datos personales. La otra es una PC de escritorio que ya no utilizaba. En un par de horas, se convertirá en la “máquina para navegar la Deep Web”.
Comienzo formateando la PC de escritorio. Le borro todos los datos que hay en ella. Instalo los programas necesarios. Apago las luces de mi cuarto y cierro bien la puerta con llave. Conecto internet y la memoria USB. Reinicio la computadora. Estoy preparado.
Aparece un sistema operativo tipo Windows, pero más sencillo. Fondo de pantalla azul, un par de íconos y programas básicos, nada de otro mundo. Me conecto a internet y comienzo a cargar un ícono con el dibujo de una cebolla. La cebolla pasa de color amarillo a verde. Dice ¡conectado a la red! Abro una especie de navegador de internet y apareció la página principal. Ya estoy conectado.
Lo logro. Estoy en la Deep Web.
Día 5. La DW no solo contiene material mórbido, sino también información valiosa, educadora, una gran puerta al conocimiento alternativo. Al ser de carácter privado es utilizado (por ejemplo) por periodistas, activistas y organizaciones no lucrativas alrededor del mundo para proteger información valiosa y demás. En conflictos bélicos, aquellos que no suelen tener voz en los medios, pueden pasar información.
Grupos secretos de gobiernos, partidos políticos, terroristas, sectas religiosas, grupos como Anonymous, Illuminati, Masonería, lo usan. Y la lista sigue.
Volviendo a mi navegación, la página en la que cualquier novato suele ingresar para comenzar a navegar en la Deep Web es la Hidden Wiki –wiki oculta–. Es como la enciclopedia del mal. Tiene la forma de la Wikipedia que conocemos, pero con un listado de sitios y links particulares.
No soy la excepción. Abro el block de notas con las direcciones y copio el link de esta Hidden Wiki. Carga y aparece la página.
En el listado de esta Wikipedia –en inglés– aparecen secciones de mercado negro para comprar drogas y alucinógenos de todo tipo. Servicios de hackers, clonación de tarjetas de crédito, falsificación de billetes, venta de armas, asesinos y sicarios a sueldo. Un apartado de “erótica” con secciones que jamás pensé que podrían existir. En muchos foros siento en el pecho ganas de vomitar. Digo basta.
Dato de color: en agosto de 2013 se eliminó (supuestamente) más del 50% de la Deep Web. Se eliminaron una gran cantidad de sitios privados de pedofilia y con ello ocurrieron varios hechos puntuales que llaman la atención: se
arrestó a Eric Eoin Marques, denominado el “mayor proveedor de pedofilia de la historia” según el FBI y NSA, fundador del servidor anónimo “Free Hosting”, para crear y alojar páginas web privadas gratuitas. Sin embargo, hace pocos días vuelve a salir el tema a la luz por el pediatra del Garrahan, acusado de alojar contenido de pedofilia en la Deep Web.
Confieso que entrar en ella me hizo perder un poco de mi humanidad, de mi sensibilidad. Ver lo más atroz del ser humano no es algo de lo que se pueda salir ileso. Pero gané otra cosa: aprecio mucho más los pequeños y sencillos detalles de la vida cotidiana.
Vuelvo a releer la cita de Nietzsche –“Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”– y paso de página.
*Esta crónica forma parte del portal de historias www.escrituracronica.com