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margit eppinger weisz

El arte como un documento de los juicios a los nazis

Por primera vez puede verse en Buenos Aires un recorrido por la obra de la artista, sobreviviente del Holocausto, que asistió al proceso a los jerarcas hitleristas de Hungría. No se aceptaron fotos en la sala: quedan sus dibujos.

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Continuidad. Marion Eppinger, hija de la artista y sobreviviente; Elena Helft, bisnieta, y Daniel Helft, nieto, junto a los cuadros que pueden verse en Buenos Aires. | Cuarterolo

“Mi abuela pintaba todo. Pintaba con acuarelas sobre caballete, pintaba con témperas y óleos, pintaba sobre tela, madera y papel. Pintaba con pinceles de cerda, carbonilla, pasteles, crayones, lápices de colores e incluso con unos pequeños marcadores marca Sylvapen que se utilizaban en las aulas de mi infancia”, así comienza a describir el periodista y docente Daniel Helft, en las primeras páginas de su libro a su abuela Margit Eppinger Weisz. Esta mujer, luego de sobrevivir al Holocausto, fue la única artista autorizada a asistir al juicio del tribunal popular a los jerarcas húngaros nazis, a fines de 1945. Sus dibujos, realizados en carbonilla, salieron de Budapest, por primera vez, este año, para exponerse en la Fundación OSDE en Buenos Aires. “Con esta muestra y con el libro, mi intención fue rejerarquizar a una pintora y poner en valor su arte”, enfatiza Helft.

Viajar sola a Berlín y a París en la década de 1920 para estudiar y trabajar, sobrevivir al Holocausto, emprender un viaje para encontrar un nuevo país de residencia y visitar múltiples lugares del mundo para pintar son algunos de los hechos que dan cuenta de que la artista húngara tenía una fuerza arrolladora y una gran capacidad de resiliencia frente a las vicisitudes que le tocó atravesar. Cuando tuvo lugar la persecución a los judíos en Hungría y comenzaron con las deportaciones masivas a los campos de concentración, Margit y su familia se escaparon a Eslovaquia con la ayuda de una familia húngara, aristocrática y católica, que los ocultó.

En 1945, Margit pudo volver a Budapest y, en ese entonces, sintió la necesidad de ser testigo de la historia. Ella asistió al juicio del tribunal del pueblo a los jerarcas nazis húngaros. Sus dibujos tenían la función de reflejar lo que allí sucedía. A través de los retratos, ella interpretó el lenguaje corporal de los acusados y capturó sus expresiones y posturas. A diferencia de las fotografías, su trazo develaba la emoción que le producía ser testigo de ese momento. En sus dibujos, quedaron registradas varias jornadas de los juicios: asistió al juicio contra los políticos húngaros Béla Imrédy y Ferenc Szálasi.

Dos años después, cuando Hungría pasó a estar bajo la esfera soviética, Margit volvió a migrar y en 1948 se instaló con su familia en Argentina. Allí, colaboró con sus diseños en diversos talleres textiles, hasta que en 1959 comenzó a trabajar exclusivamente en la empresa textil familiar. Entonces, tuvo que hacer una pausa en su carrera artística. A mediados de la década de 1960, retornó al mundo de la plástica y registró sus viajes por Europa, Latinoamérica y Africa. En 1975, expuso algunas de sus obras, por primera y única vez, en la galería Martina Céspedes de Buenos Aires. En 1989, la artista murió.

“La muestra es una rejerarquización de mi abuela como artista. Su carrera y notoriedad fueron totalmente interrumpidas por el Holocausto. Gran parte de su obra de la preguerra fue destruida por los bombardeos en Hungría. Cuando migró a Argentina, no se pudo traer todo lo que había pintado. Los retratos que pintó en los juicios sobrevivieron porque ella los donó al Museo Judío de Budapest y pasaron a ser parte de sus archivos. Ahora, nos los prestaron para hacer esta muestra en Buenos Aires, pero luego se vuelven a Budapest”, relata Helft.

Cuando Helft empezó a pensar en este proyecto, lo primero que hizo fue viajar a Hungría para conectarse con el país de su abuela. Allí le sucedieron muchas cosas, pero asegura que algunas lo marcaron e incentivaron a seguir con el plan de mostrar quién fue Margit. “Ir al Museo Judío de Budapest y que en sus archivos guardasen las cajas con los dibujos que hizo mi abuela fue muy emocionante. Los dibujos se conservaron en perfecto estado. Viajar a Hungría fue solo una parte de un viaje mucho más grande que fue todo el proceso que me llevó a recorrer la historia de Margit hasta armar la muestra. En este tiempo, pude pensar mucho en la historia de mi familia, el Holocausto y la historia de Hungría, en general. Otro aspecto que me marcó fue poder dimensionar el coraje que tuvo mi abuela. Tuvo la fortaleza de estar en la corte enfrentándose con los jerarcas nazis y retratarlos. Siempre sentí que mi abuela merecía un reconocimiento, que no tenía. Era un deber reposicionarla. Yo sabía que su talento tenía que traspasar los intramuros familiares”, enfatiza el nieto de la artista.

Para Daniel, otro momento especial en Hungría fue conocer a la historiadora de arte Krisztina Passuth. Ella lo conectó con Veronika Poks, quien estudió la historia de Margit y encontró aspectos de su biografía que la familia no conocía. Margit era cercana a los mejores artistas de Budapest y abría su casa como un espacio de cultura e intercambio. Daniel señala que lo emocionó mucho escuchar a Passuth decirle: “Como historiadora del arte, me alegra que Veronika haya encontrado un eslabón que faltó durante mucho tiempo en la historia del arte nacional. Ahora, Margit encontró su lugar en la pintura del siglo XX de Hungría”.

En relación con la obra de Margit, muchos referentes del mundo del arte le dijeron a Daniel que encuentran en los dibujos una tendencia goyesca. “Tienen el horror, pero al mismo tiempo están hechos de una manera tan magistral que no se los puede dejar de mirar. Todo su arte posterior a la guerra es luminoso, empático y lleno de humanidad. Hay muy poca carga oscura, hay un legado sobre lo que significa amar la vida y sobrellevar vivencias tan difíciles”, comenta.

Al volver de Hungría, el desafío que se le presentó a Helft era buscar dónde hacer la muestra. “Encontrar un lugar era clave en este proceso que habíamos emprendido”, señala. Finalmente, se le presentó la oportunidad de armarlo en Fundación OSDE. “Toda la familia completa me alentó en este proyecto. Me sentí muy respaldado”, agrega.

Los retratos elaborados por Margit son documentos que hacen un importante aporte a la memoria. “Los dibujos de mi abuela muestran una de las páginas más oscuras de la historia de Hungría”, destaca Helft.

La curadora del Parque de la Memoria Florencia Battiti comenta que los dibujos de Margit muestran más allá de lo visible. “Se presenta una dimensión de esos momentos que es intraducible, y está ahí. “Además, es interesante pensar cómo se puede leer hoy a una figura como la de Margit, en estos tiempos de nuevos feminismos. Ella era una mujer de carácter fuerte, que a principios del siglo XX se enfrentó a su familia para desarrollar su vocación y sostenerla hasta sus últimos días”, enfatiza Battiti.

Dibujar cuando hay lesa humanidad

En Argentina, Eugenia Bekeris y Maria Paula Doberti asisten desde 2010 a los Juicios de Lesa Humanidad en los Tribunales de Comodoro Py. Ellas conforman el grupo Dibujos Urgentes, el cual surge en el momento en que se prohibió tomar fotos y video de los juicios, pero nada prohibía dibujar. “No trabajamos desde la metáfora. Nos sumamos dándoles visibilidad a las escenas que transcurren en el recinto, dibujando rápidamente lo que vemos y dejando así nuestra contribución a la interminable construcción de la memoria”, comenta Bekeris.

También, las artistas, desde 2015 dibujan en el Juicio de Encubrimiento de AMIA. Para ese proyecto, armaron un equipo con otros participantes: Agustina Galarraga,  Erick Haimovich, Débora Kirnos y Mirta Rosenberg.

Durante los primeros años de trabajo, no mostraron los dibujos ni se compartió la experiencia.  En 2013, se hizo una primera muestra en Montevideo. Llevaron 93 dibujos. Así, se convirtieron en comunicadoras de los que pasa en los juicios. Ahora, están a la espera de la publicación de un libro, donde exponen cincuenta dibujos.

“De casualidad nos enteramos de la muestra de Margit. Me provocó un gran impacto ver que una persona hubiese hecho un trabajo similar en los juicios en Hungría. Se nota que ella es una mujer de un coraje impresionante. Me parece un acto heroico que se haya presentado en el lugar de los hechos frente a los jerarcas nazis. Me dio mucha alegría enterarme de que una artista como Margit hizo este trabajo y dejó un documento muy valioso”, señala Bekeris.

En el caso de Dibujos Urgentes, las artistas visuales dibujan víctimas testigo, genocidas, jueces, abogados, fiscales y personal de seguridad. Además, incorporaron palabras textuales a sus bocetos. “Siempre dibujamos en hojas A4. Vamos con un lápiz grafito negro y una goma. Con este proyecto autogestivo, estamos conformando un archivo histórico. En paralelo, de este modo, logramos dar visibilidad a los juicios. Al dibujar, estamos en un estado de concentración permanente. Algunas veces sentimos miedo o angustia. Uno sale agobiado y con cierta pesadumbre. De hecho, estuve ahí, frente a Jorge Rafael Videla tres días antes de su muerte. De todas formas, este proyecto es para nosotras parte de nuestra militancia. Estamos acompañando un proceso que intenta poner justicia en Argentina. El daño todavía está presente. Este proyecto nos permite tomar conciencia de lo que sucedió durante el terrorismo de Estado. Escuchamos cosas que no sabíamos”, cuenta Bekeris.