“Estamos en eso”, confió días atrás el papa Francisco, en Plaza San Pedro, a Angela “Lita” Boitano, presidenta de Familiares de De-saparecidos y Detenidos por Razones Políticas en Argentina, cuando ella le pidió “la apertura completa de los archivos del Vaticano” sobre las víctimas de la dictadura y la “autocrítica de la jerarquía de la Iglesia Católica” por su accionar durante esos años.
Dos hijos. “Padre Jorge, mis dos únicos hijos, Miguel Angel y Adriana Silvia Boitano, están desaparecidos desde 1976 y 1977. Por ellos y por todas las víctimas de la dictadura tengo dos pedidos para hacerle”, le dijo Lita a Jorge Mario Bergoglio mientras le entregaba un ejemplar del libro Cielo libre, imaginar la libertad, poesías de presos políticos de la dictadura.
El ex arzobispo de Buenos Aires, como es habitual en sus audiencias generales de los miércoles, se había acercado a Lita durante los saludos finales de la ceremonia, después de recorrer la inmensa Plaza en el papamóvil y haber confortado a personas con discapacidades, alzado y besado a varios niños.
Unas treinta mil personas, llegadas de distintas zonas italianas y de diferentes partes del mundo colmaban la plaza. Muchos argentinos agitaban banderas y cada tanto coreaban “Fran-cis-co, Fran-cis-co”. Detrás del sillón papal, las novias lucían sus colas y encajes y, junto a Lita, un hincha de San Lorenzo presionaba para regalar a Bergoglio un banderín del club de sus amores y un juguete con un futbolista como saltimbanqui.
Bajo el sol radiante de primavera, el Papa se mostraba calmo, pronunciaba algunas palabras y recibía pedidos muy variados, mientras el personal de custodia, como siempre, se rendía a sus gestos antiprotocolares.
“Pensé que podría molestarse al encontrarme en primera fila tras las vallas cuando me presenté como miembro de Familiares, pero no fue así”, cuenta Lita y agrega: “Se detuvo, sereno, recibió el libro y lo hojeó. Entonces, como ya estaba por irse, lo agarré de ambos brazos y le hice los dos pedidos que desde hace mucho tenía pensados”.
“Ya no al padre Jorge sino al Papa, le pido la apertura total de los archivos del Vaticano sobre los desaparecidos y, no a usted, sino a la jerarquía de la Iglesia Católica argentina, una autocrítica sobre su accionar durante la dictadura”, enfatizó Lita, muy emocionada y con la voz quebrada, mientras Francisco le apoyaba las manos en los hombros para confortarla con sus respuestas.
“Lo estamos haciendo, si alguien lo pide, le mostramos” ya la propia ficha y, en cuanto a la autocrítica, “hace un mes y medio más o menos conversamos [de eso] con [monseñor Giuseppe] Laterza”, dijo Francisco.
“Y ahora le voy a decir algo que le va a gustar: estuve exiliada en Roma cinco años y siempre le agradezco a Dios no haber perdido la fe”, subrayó entonces Boitano. En ese momento Francisco la besó y, como es su costumbre, le pidió “Rece por mí”.
Así concluyó el encuentro que, sin haberlo esperado, permitió conocer estos dos importantes avances en el seno del Vaticano, tan aguardados entre quienes luchan en Argentina por “memoria, verdad y justicia”.
Vaticano. Dos días después, en una cita concertada por el embajador argentino ante la Santa Sede, Eduardo Valdés, Lita dialogó en el Vaticano con monseñor Giuseppe Laterza, secretario de Nunciatura Apostólica de la Secretaría de Estado, Sección para las Relaciones con los Estados.
El encuentro, en el que participamos también el embajador Valdés y yo, que acompaño a Lita en esta gira como miembro de Familiares, duró unos 90 minutos. Comenzó con palabras diplomáticas pero finalizó con mucha calidez de parte del religioso¡.
Sugirió, además, la posibilidad de “unir fuerzas” entre el Vaticano y la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) para avanzar en la apertura total del material y en la redacción de un “documento” sobre la jerarquía católica en los años del terrorismo de Estado. En ese sentido estimó conveniente una reunión en Buenos Aires de Familiares con monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús.
Monseñor Laterza consideró que se requería al menos un año de trabajo, lo que haría concluir las dos tareas “a fines de 2016”.
En ese momento, Lita manifestó toda la angustia de la espera. “Monseñor, pasó mucho tiempo, los victimarios se están muriendo. Pero también nosotras nos estamos muriendo, quedamos poquitas. ¿Cuarenta años no son suficientes? Las familias de los desaparecidos y todos necesitamos una urgente autocrítica”, reclamó Boitano. Y el embajador Valdés le hizo eco: “Monseñor, Lita habla como feligresa. Urge responder a sus pedidos, para bien de la sociedad, de los afectados, de la Iglesia y del Papa”.
El diplomático argentino señaló que sería oportuno efectuar ambos gestos “en coincidencia con el inicio del Jubileo de la Misericordia, el 8 de diciembre de 2015”.
*Miembro de Familiares de Deternidos y Desaparecidos por Razones Políticas en Argentina. Desde Roma.