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Exclusivo | El expediente que desató la guerra de espías

PERFIL accedió a la investigación judicial y el pedido de detención de Pedro Tomás Viale, mano derecha de Stiuso, que fue acribillado en su casa.

Jaime Stiuso. Viale era uno de sus principales colaboradores.
| Cedoc

La guerra entre el ex jefe de Contrainteligencia del Servicio de Inteligencia (SI), Antonio “Jaime” Stiuso comenzó mucho antes de que la presidenta Cristina Kirchner lo obligara a “jubilarse” en diciembre pasado o con la denuncia y posterior muerte del fiscal Alberto Nisman. El primer detonante ocurrió en 2011 cuando se inició la investigación judicial que culminaría con el asesinato de Pedro Tomás “Lauchón” Viale, el 9 de julio de 2013, a la que PERFIL accedió en forma exclusiva.

Viale, de 59 años, fue acribillado a balazos con once disparos a quemarropa en su casa de Rocha Blaquier 1502, en la localidad de La Reja, partido de Moreno, provincia de Buenos Aires, por un comando del Grupo Halcón de la Policía Bonaerense que ingresó con la orden de detenerlo, firmada por el juez federal de Tres de Febrero, Juan Manuel Culotta, en busca de “sustancias estupefacientes, de corte, estiramiento, precursores químicos, artículos y/o herramientas empleadas para la producción de estupefacientes… y todo tipo de documentación vinculada al rubro inmobiliario”.

“Asesinarlo e involucrarlo en una causa de narcotráfico es directamente tocarlo a Jaime. Se lo quieren llevar puesto”, aseguró a PERFIL en 2013 un hombre cercano a Stiuso y concordó con otras dos fuentes del SI en la misma hipótesis.

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El magistrado nunca le había solicitado al jefe de la Subdelegación de Investigación del Tráfico de Drogas Ilícitas de San Miguel, comisario inspector Enrique Maldonado, que utilizara a ese grupo de elite. Sólo lo autorizó a “hacer uso de la fuerza pública en caso de resultar estrictamente necesario”.

Antes de ingresar en su domicilio, los policías ya sabían que adentro se encontraba un hombre del SI armado porque se lo habían avisado unos minutos antes. Incluso, esa información estaba en el expediente que Culotta le envió para ordenar el procedimiento.

Los miembros del Grupo Halcón tiraron la puerta abajo y Lauchón les pidió que les mostrara la chapa de identificación. En un comienzo no opuso resistencia, pero cuando comenzaron los primeros disparos les respondió con su pistola Glock e hirió a uno de ellos en un pie. No encontraron nada de lo que buscaban.

Minutos más tarde comenzaron las especulaciones de que se trataba de un golpe directo contra Stiuso, ya que Viale era su mano derecha. Algo había ocurrido porque tiraron a matar, pese a que sabían que era un agente de inteligencia, que solía trabajar con ellos en distintos operativos especiales.

Hacía dos años que Culotta venía siguiendo los pasos de la banda comandada por Rodolfo Angel Carricaburo, de la que Lauchón formaba parte, según el documento al que pudo acceder PERFIL. Lo que no queda claro en el expediente es si era parte de ese grupo o si se estaba infiltrando en él como parte de su trabajo de contrainteligencia.

La caída de Viale comenzó el 5 de septiembre de 2011 cuando la Subdelegación de Investigación del Tráfico de Drogas Ilícitas de San Miguel recibió la llamada anónima de un hombre que denunciaba que un sujeto conocido como “el cocinero” preparaba cocaína en Lacarra 645, localidad de Paso del Rey, partido de Moreno, y la distribuía en la zona. También, daba su número de celular y los datos de la camioneta que utilizaba.

Inmediatamente, el juez Culotta ordenó la intervención de la línea y comenzó a seguirlo: se trataba de Carricaburo, quien ya había sido detenido en 2006 con marihuana, armas y dinero. Así, descubrió que se dedicaba a la “adulteración de documentos y/o escrituras públicas de terrenos, casas y campos por diferentes zonas”, con un grupo de, al menos, dieciséis personas entre las que se encontraba su esposa, su madre, su hijo y Lauchón, a muchos de los cuales también les pinchó los teléfonos durante dos años.

El vínculo con Viale surgió de varias escuchas y dejó en evidencia que “le presentó a varios inversionistas a Carricaburo, tales como ‘N.N. Juan’, un sujeto de nombre ‘Pablo’ y otro individuo de nombre ‘Hugo Breitman’, propietario de un negocio de nombre HB Antiques”. Sin embargo, el magistrado resaltó que “pertenecería a la SI” y que lo ayudaba “en las actividades que desarrollaría”.

En las conversaciones que mantuvieron el 12 y el 17 de mayo de 2012, Lauchón le pidió un DNI para “sacar un teléfono” y poner “los impuestos de unos terrenos a nombre de su hijo Luciano Javier Viale”. También hablaron de “unos lotes en la zona de General Rodríguez y Pilar, que se encontrarían listos para escriturar a un costo de veinticinco dólares el metro cuadrado”,  por debajo de su valor real.

Dos semanas después, le pidió a Carricaburo si tenía gente para ocupar un edificio de tres pisos del Fondo Nacional de la Vivienda (Fonavi) frente al Congreso Nacional, del que “se robaron todos los archivos de las propiedades, de donaciones. Es para tener quilombo groso o para hacer mucha plata”, le explicó y su compañero le respondió: “Metemos algunos negros ahí y a la mierda”.
Viale también hacía negocios con la falsificación de DNI que le ofrecía a su “socio” como un servicio más para sus clientes.

CARRICABURO: Te acordás que vos me dijiste por el otro muchacho, que podía hacer un 29 con ustedes…un 29, uno de identidad…bueno, hay un gallego que lo quiere hacer con ustedes.
VIALE: … En Buenos Aires. Me tenés que traer una foto…vení a verme boludo, hasta Capital, llegate hasta San Juan y Boedo.

Además, de propiedades y DNI, Lauchón estaba vinculado a la comercialización de drogas, como nexo entre los traficantes y su “socio”. Esto surge de una comunicación telefónica que mantuvieron ambos el 13 de noviembre de 2012.

V: Hola, soy yo, boludo. Son dos kilos a ochocientos dólares cada kilo. Tienen cincuenta kilos más.
C: Pero ahora… ¿cuánto tienen?.
V: Dos kilos, te lo dan si lo pago y después te traen cincuenta kilos más…fijate si le podés hacer una moneda, pero ¿no es mucha plata eso boludo?.
C: No, quedate tranquilo, yo le voy a hacer una moneda, pero a estos dos primeros, no…yo se lo voy a vender a mil, o sea en esos dos vamos a ganar poquito”.

La decisión de allanar la casa del Lauchón y otros diecisiete domicilios comenzó a rondar la cabeza del juez Culotta luego de acceder a la conversación entre Carricaburo y Heriberto Oscar “Eric” González, el 19 de junio de 2013 en la que le comentó que tenía que traer una carga desde el norte del país.
Unos días después, Carricaburo se comunicó con Héctor Fabián Santinelli y le preguntó a qué hora andaría por su local porque iba a pasar más tarde. “Recién llegué con la carne, voy a pesar y después te llamo, así que tranquilo. Está todo bien”, lo tranquilizó.

Las escuchas sumadas a los demás trabajos de inteligencia llevaron al magistrado a la conclusión de que el “cargamento de estupefacientes que transportaría desde el norte Carricaburo en un vehículo que fue acondicionado” arribaría a Buenos Aires el 8 de julio de 2013, por lo que decidió ordenar los allanamientos.

En la madrugada del Día de la Independencia, se llevó a cabo el operativo en forma simultánea para evitar que los miembros de la banda pudieran contactarse entre sí. A las cinco, ingresaron en la casa de Lauchón en la localidad de La Reja y se produjo el tiroteo que terminó con su vida, frente a la mirada de su esposa.

En los dieciocho procedimientos ordenados por el juez, se secuestró dinero, armas de fuego, marihuana, cocaína, precursores químicos y fueron detenidos tres mujeres y nueve hombres. Viale fue la única víctima.