El fervor que desataron las revueltas populares en el norte de Africa y Medio Oriente en 2011, conocidas como la “primavera árabe”, ha sufrido un gran impacto del que le llevará tiempo recuperarse, debido a las masacres que se están produciendo en Siria.
Es que todo este proceso se dio en forma inversa a la que muchos esperaban. El ascenso al poder y la caída de los partidos musulmanes conservadores en Egipto y Túnez, que buscaron imponer legislaciones islámicas, terminaron por desorientar a los futuros rebeldes en otros países de la región. A la vez, la mayoría de los gobiernos de las naciones árabes escucharon el mensaje y comenzaron a tomar medidas para evitar posibles alzamientos populares que, finalmente, se vieron aplacados tras las guerras en Libia y Siria. “La onda inicial de las revueltas árabes se murió con la guerra civil en Siria, pero empezó a matarla la intervención en Libia —afirma el especialista en relaciones internacionales de la Universidad de San Andrés, Khatchik DerGhougassian—. Mientras haya represión (Bahréin) o cooptación de la oposición (Jordania, Marruecos) o inversiones en obras públicas (Arabia Saudita), se podrán seguir postergando estas protestas; el tema es hasta cuándo”.
En tanto, Paulo Botta, coordinador del departamento de Eurasia del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata, cree que “la situación va a estar más aplacada porque, desde el exterior, no va a haber incentivos y no se va a presentar como positivo ningún cambio. Para lograrlos, deberá darse un proceso interno que promueva las opciones más democráticas, y no las menos. Pero todo esto va a ser lento”, afirma.
La decepción a nivel mundial por el “fracaso” de la “primavera árabe” tras la victoria de los islamistas en Egipto y Túnez se debe a que se esperaba que los cambios se produjeran en forma abrupta y que no dieran marcha atrás, sin comprender que se tratan de desarrollos prolongados que, muchas veces, sufren altibajos. “Va a ser un proceso como el de las revoluciones europeas de 1848 que fracasaron pero consiguieron, a través del tiempo, que hubiera un cambio social que trajo prosperidad democrática”, afirma el ex embajador argentino en Turquía e Israel, Atilio Molteni . “Esto ha sido un cambio que tiene una serie de inconvenientes que estaban previstos que iban a pasar: países del Golfo que son autoritarios y luchan y enfrentan el cambio democrático, como pasó en Europa, que no quieren que ocurra. Pero la situación del Medio Oriente no es la misma que a fines de 2010: ha habido un cambio importante en las sociedades. Van a seguir las turbulencias porque es un proceso que no está terminado”. El politólogo francés y autor del libro “¿Por qué se rebelan?, Sami Naïr, concuerda. “Lo que empezó en 2011 va a continuar de otras formas probablemente. Esta situación de inestabilidad va a durar mucho tiempo porque los procesos revolucionarios no son a corto plazo sino a medio o largo. Todas las grandes revoluciones necesitan unos diez años para empezar a estabilizarse. Lo que ha experimentado el mundo árabe es una gran revolución, la primera que busca democratizar y viene desde abajo de la sociedad. Estamos en un momento de adaptación y reacción de las fuerzas conservadoras y dictatoriales. Pero no podrán ganar, es imposible”, concluye.
Irak: “Es difícil controlar la frontera”
—¿Cómo afecta Siria a Irak?
—Tenemos una larga frontera común. Hay familias que viven a ambos lados, y nos es difícil controlar los pasos fronterizos con nuestros guardias sin cooperación de sus autoridades.
—¿Cómo les impactaría la victoria de rebeldes sirios?
—Tememos que estos grupos extremistas logren controlar Siria, ya que se mostraron hostiles en varias declaraciones sectarias contra el pueblo iraquí y son quienes realizan ataques con bombas en que mueren muchos inocentes. Esperamos que prevalezca la voz de la razón, el diálogo, la renuncia a la violencia y que lleguen a un acuerdo sobre un gobierno que responda a las aspiraciones de su pueblo.
—¿Qué cambiaría en Irak si se instaurase en Siria un gobierno islamista?
—No creo que Irak sufra un cambio, pero en el caso de que los extremistas tomasen el control en Siria podría aumentar la frecuencia de la violencia en nuestro país. La situación actual en la región rechaza la posibilidad de que los islamistas se hagan del poder, especialmente con el cambio que hubo en Egipto con la caída de los Hermanos Musulmanes.
—Gobiernos de varios países árabes cayeron tras reclamos populares ¿cómo está el clima en Irak?
—Nuestra situación es completamente. En estos países, era contra las dictaduras. En nuestro caso, el proceso político —a pesar de algunos errores— sigue siendo una opción popular.
—Pero hace un par de años hubo manifestaciones de estudiantes, ¿cómo se vive esa situación?
—Se producen de vez en cuando manifestaciones para exigir reformas administrativas. A pesar de todo, al gobierno y al Parlamento se los sigue eligiendo en una forma democrática, que casi no existe en la mayoría de los países de la región
Jordania: “Ayuda con refugiados”
—¿Cómo les les impacta la crisis de Siria en Jordania?
—Somos el mayor receptor de refugiados sirios en la región. Más de 1,3 millón entraron en el país, un 15% de nuestra población, y una enorme carga económica y demográfica para nosotros. Instamos a la comunidad internacional a asumir su responsabilidad frente los refugiados en Jordania para ayudarnos a acomodarlos y satisfacer sus necesidades básicas.
—¿Qué problemas les están causando?
—Están generando una presión en nuestra capacidad para ofrecerles alimentos, salud, servicios sanitados, educación, sumado a la administración y las medidas de seguridad. Nos está trayendo problemas en el suministro de agua, que es un bien limitado en nuestro país, y el incremento en las tarifas de electricidad porque dependemos del petróleo y el gas importado para producirlo. El empleo ilegal sirio está comenzando a competir con el jordano ya que más de 160.000 refugiados están trabajando sin permisos.
—¿Podrían llegar a cerrar sus fronteras para evitar el ingreso de más refugiados?
—Hasta ahora, nuestra frontera sigue abierta y continuamos recibiendo oleadas de refugiados que huyen de la violencia en Siria. Incluye a los que ingresan por los pasos oficiales y por el límite natural, que hace que los guardias tengan que asumir una responsabilidad extra: recibirlos y trasladarlos a los campos.
— ¿Les preocupa que se infiltren células de terroristas entre los refugiados?
—Siempre está la posibilidad de que ocurra, especialmente porque los refugiados tienen diferentes antecedentes políticos e ideológicos y algunos grupos rebeldes están vinculados a Al-Qaeda y otros grupos fanáticos. Igualmente, aceptamos a todos los refugiados sirios sin importar qué piensen. Siempre estamos alerta y dispuestos a prevenir que esos grupos trabajen dentro de Jordania
Israel, en estado de alerta
La crisis siria es extremadamente delicada para los israelíes por las implicancias que puede llegar a tener en su futuro, dado que es un país con el que aún se mantiene beligerante, aunque no se han producido enfrentamientos armados desde 1973. Por eso, sus diplomáticos en la Argentina y sus dirigentes y políticos prefieren las declaraciones al respecto.
Pero fuentes familiarizadas con el conflicto creen que uno de los problemas que más preocupa al gobierno de Benjamín Netanyahu es “el futuro de las armas biológicas de Bashar Al-Assad, ya que de caer en manos de los fundamentalistas dentro de los rebeldes podrían ser utilizadas” tanto para atacarlos directamente como cedidas a algunos de sus enemigos.
Algo similar ocurre con la tecnología para el desarrollo atómico de Siria (aún en su poder), pese a que los reactores nucleares que estaban proyectando fueron bombardeados en 2007 por los israelíes. Estos elementos y los científicos podrían ser capturados por la resistencia y transferidos a integristas.
La administración de Netanyahu está alerta por lo que pueda ocurrir allí y no descartan que, si Al-Assad se encontrara cercado, “podría recurrir a un ataque” contra el estado judío, para “unificar fuerzas dentro de su territorio”, ya que recibiría una respuesta armada desde el otro lado de las frontera.
Otra hipótesis es que el líder sirio “intente un bombardeo contra Israel, camuflado en los grupos rebeldes”, para que Jerusalén les responda y, de esta forma, debilite su poder de fuego.
Pero un problema que se plantean es cómo deberían reaccionar si una gran oleada de refugiados se acercara a su frontera en busca de ayuda humanitaria.
Líbano y la amenaza del terrorismo
— ¿Cómo está impactando la crisis siria en el Líbano?
—Nos está afectando el tema de los refugiados ya que hemos recibido casi 1,5 millón de sirios y podrían llegar a 2,5 millones en 2014 en un país de cuatro millones de personas. Esto está impactando en nuestra economía ya que es difícil asimilar todo esto. Tenemos problemas con la infraestructura: colegios, hospitales y vivienda. No vamos a cerrar las fronteras porque nuestra esencia siempre fue la de recibir a los oprimidos, pero hay un límite. Si los países árabes piensan que este es un tema nuestro, están muy equivocados porque es como un fuego que va a llegar a todos ellos y va a explotar.
—¿Cómo evitan que se infiltren grupos terroristas entre los refugiados?
—Hasta ahora, la situación está controlada, pero es tierra fértil para el terrorismo. Muchos de los que vienen son jihadistas, fundamentalistas y tienen sus células. Acabamos de descubrir una red terrorista que podría llegar a matar a políticos de nuestros partidos. Necesitamos ayuda internacional para fortalecer a nuestras Fuerzas Armadas, porque ellos tienen tecnología y armas que superan a los soldados.
—¿Cómo impacta la crisis siria en Hezbollah?
—Nuestra posición es clara: no queremos que se metan militarmente en los asuntos sirios porque somos neutrales en este conflicto. Pero lo hicieron y ayudaron a su gobierno en varias batallas porque piensan que están cumpliendo con su deber. Este es un conflicto regional, donde entran muchos jugadores y Hezbollah tiene miedo de quedar en una posición difícil si cae el régimen de Al-Assad. Eso le va a hacer daño a largo plazo.
— ¿Qué puede cambiar en El Líbano si cae Al-Assad?
— Siempre nos va a afectar de un modo u otro. Si viene un régimen fundamentalista islámico, lo vamos a tener que pagar (...) Hay que ayudar a las fuerzas moderadas para que tomen el poder y que haya una democracia.
Turquía teme a enfrentamientos étnicos
Turquía es el país que más sufrió la guerra civil en Siria, por los bombardeos en su territorio de parte de las fuerzas de Bashar Al-Assad. Por eso, su embajada en la Argentina respondió a través de un comunicado con detalles de la situación que vive el país en este momento.
“Estamos enfrentando la peor tragedia humanitaria del siglo. El número total de sirios en Turquía ha excedido los 600.000 y nuestro gasto está alcanzando los 2.000 millones de dólares”, sostiene su embajador, Taner Karaka. A esto se suman los ataques y víctimas que se produjeron en diversas localidades limítrofes con Siria, una de las zonas más caliente del conflicto entre las fuerzas de Al-Assad y los rebeldes.
“Hasta ahora hemos perdido a 72 de nuestros ciudadanos. Es nuestro derecho inherente el defender a nuestro territorio y ciudadanos. No evitaremos tomar medidas concretas para eliminar esta amenaza en contra de nuestra seguridad nacional”, destaca. Además, están los problemas internos por los enfrentamientos étnicos entre alawitas y sunitas provocados por la llegada de los refugiados sirios. Por eso, en los últimos tiempos el primer ministro Recep Tayyip Erdogan está sufriendo crecientes protestas para que tome medidas al respecto.
“Estamos sintiendo cada vez más la presión de la situación actual, el caos y la inestabilidad en el umbral de nuestro hogar. Los ciudadanos turcos que viven a lo largo de la frontera están siendo constantemente aterrorizados por los enfrentamientos en curso en la parte norte de Siria junto con los ataques terroristas que han sido cometidos por los elementos del régimen”, señala Karaka .
Pero quizás el mayor temor del gobierno turco es que se desestabilice la situación interna con la minoría kurda, ya que dentro de los seguidores de Al-Assad un grupo de este origen controla una región en el norte del país y sueña con la autonomía, algo que Ankara le ha negado por décadas